La cineasta colombiana adoptada en España tras la erupción del Nevado del Ruiz filma la búsqueda de su madre

La cineasta colombo-española Jenifer de la Rosa (Caldas, Colombia, 39 años) lleva casi una década buscando a su madre biológica y lo ha documentado todo con una cámara de vídeo. Pero parece que a ella, Dorián Tapazco Téllez, se la hubiera tragado la tierra en medio de los caóticos días posteriores a la erupción del volcán Nevado del Ruiz, el 13 de noviembre de 1985, que provocó la muerte de 25.000 personas en uno de los mayores desastres en la historia de Colombia. De la erupción, que sepultó el pueblo de Armero y que afectó a Chinchiná y Villamaría, no solo quedaron los muertos, los desaparecidos y la destrucción, sino también medio millar de niños que, al quedar huérfanos, fueron dados en adopción a familias en otros rincones de Colombia y en el exterior. Algunas de estas adopciones, sin embargo, se dieron en medio de procesos irregulares que evitaron que los menores pudieran quedar bajo custodia de otros familiares en el país y que, además, los dejaron sin información suficiente para volver a buscar sus orígenes, como ha denunciado durante años la Fundación Armando Armero.
De la Rosa es una de esos “niños perdidos de Armero”, como se les conoce en el país suramericano. Año y medio después del desastre, fue adoptada por una familia española que la crio en Valladolid. Ahora, esta periodista y realizadora audiovisual ha llevado a la gran pantalla la historia de la búsqueda de su madre biológica y de sus orígenes en Colombia en el documental Hija del Volcán, que se estrena este viernes en España. La producción ha durado más de ocho años y, finalmente, se proyectará este 23 de mayo en los Cines Embajadores en Madrid y, próximamente, en Barcelona, Valencia, Oviedo y Santander. “Estamos en negociaciones para poder proyectarla en Colombia en noviembre, en el 40º aniversario de la tragedia de Armero”, confirma De la Rosa en entrevista con EL PAÍS en Madrid.
Sobre Armero, se han rodado otras películas en 2015 y 2017, pero esta es la primera vez que una superviviente guioniza, produce, protagoniza y dirige su propio largometraje. Al contrario que otros filmes, Hija del Volcán deja en un segundo plano el relato de la mortal avalancha y se concentra en el drama de las adopciones internacionales.
De la Rosa nació seis días antes de la erupción del volcán. Su padre murió arrastrado por el lodo en Chinchiná y su madre, que apenas tenía 18 años, la entregó a una socorrista de la Cruz Roja en medio de la desesperación por haberlo perdido todo. Después, Dorián Tapazco parece haber desaparecido de la faz de la tierra. La pequeña Jenifer, por su parte, llegó al Instituto Colombiano de Bienestar Familiar (ICBF) en Manizales, que la entregó en adopción a una familia española en 1987 junto con un incipiente expediente que apenas daba unas pocas pistas de la familia biológica.
“Mi padres hicieron un álbum en el que contaban cómo me habían buscado en Manizales y cómo Colombia era un país maravilloso”, relata De la Rosa, “y la última página del álbum tenía una postal del Nevado del Ruiz y unas fotos de las casas destruidas. Armero era un tema que tratábamos de puntillas, porque era doloroso”. Cuando tenía siete años, leyó por primera vez su expediente y sintió curiosidad por su historia. Entonces, cuando sus padres no estaban, entraba a Internet a escondidas para saber más. Allí, encontró noticias sobre el narcotráfico, la guerrilla de las Farc, la historia de Armero. “Me causó tal shock que decidí no ser colombiana”, confiesa. Solo hasta pasada la adolescencia, se reconcilió con sus orígenes.

Estudió Periodismo y, luego, hizo un máster en Documental del que nació Hija del Volcán, como proyecto final. El documental la empujó a vencer el miedo de volar por primera vez a Colombia para investigar más sobre su madre. Tomó un avión en 2016 y aterrizó en Bogotá, donde se reunió con Francisco González, director de la Fundación Armando Armero, que trabaja en la reconstrucción de la memoria del pueblo y en la titánica tarea de reunir a los menores adoptados en 1985 con las familias que aún los buscan. A la fecha, la organización ha recolectado más de 300 muestras de ADN de adoptados y de familiares con la esperanza de que los cotejos permitan reencuentros. En la última década, han logrado cinco.
“Francisco me llevó a Armero, porque era noviembre y era el aniversario de la tragedia. Aquello fue algo muy intenso, lo que vi no se parecía a la Colombia del álbum de fotos que habían hecho mis padres”, recuerda la cineasta, que tuvo que caminar sobre las ruinas del antiguo Armero, hoy convertido en un enorme camposanto lleno de tumbas y maleza. Luego, viajó hasta Manizales para rastrear en la notaría y en las oficinas de la Registraduría Nacional y del ICBF más pistas sobre su adopción, sobre la partida de matrimonio de sus padres y, sobre todo, sobre el paradero de su madre. Entonces, empezaron los problemas de acceso a la información. Todo quedó grabado en ese viaje de 2016 y en otras visitas hechas en 2018, 2019 y en 2021 para continuar con la pesquisa. “Siempre me repiten lo mismo. No hay ninguna persona en Colombia, ni viva ni muerta, que responda al nombre de Dorián Tapazco Téllez”, lamenta. Tampoco ha podido recabar más información de su padre ni ampliar mucho más su expediente.

Pero, al menos, viaje a viaje, De la Rosa ha esbozado la imagen de su madre a través de la difícil historia de Colombia. No se llamaba Dorián Tapazco, porque tenía por costumbre cambiarse el nombre o decir que no tenía documentos de identificación cuando las autoridades o los funcionarios se los pedían. Una de las hipótesis de ese comportamiento es que fuera una víctima del conflicto armado, comenta De la Rosa. “La historia de Colombia acompaña mucho la situación de mi madre, de una guerra que desplaza a las personas, de la vulnerabilidad de las mujeres.... A mí solo me queda comprenderla y abrazarla”. De Dorián solo se sabe que fue madre adolescente, que trabajaba en bares y que, allí, la llamaban la ‘Salsipuedes’, porque tarareaba, una y otra vez, esa canción popular colombiana compuesta por el histórico Lucho Bermúdez.
“Y qué batalla hemos dado con la discográfica para poder poner esa canción en el documental”, ríe De la Rosa que, para sacar adelante su ópera prima, creó su propia productora en 2017 (Mayéutica Producciones) y pasó por varios laboratorios audiovisuales y residencias artísticas para financiarla. Este 2025, sale a la luz el documental; pero Dorián Tapazco aún no aparece.
Las adopciones internacionalesHija del Volcán es solo el principio de una serie de proyectos en los que trabaja De la Rosa para exigir que a las personas adoptadas, una vez sean adultas, se les garantice el derecho de acceso a sus registros de adopción y que estos sean lo más completos posibles. El documental, por ejemplo, será parte de una campaña de impacto de la Coordinadora de Asociaciones de Adopción (Cora), que busca presionar a España a que refuerce la legislación para que las adopciones se den con total transparencia y en expedientes amplios y a que brinde acompañamiento psicosocial. De la Rosa, coordinadora de la campaña, explica que el nivel de apoyo, actualmente, depende de en qué comunidad autónoma resida la persona.
Necesitamos contar esos relatos. El cine, al final, tiene algo de sanador
Jenifer de la Rosa, directora de cine
“Esto es una migración forzosa que yo no he decidido, sino que lo han hecho otros gobiernos que pensaron que era lo mejor para mí”, comenta la colombo-española, “esos niños adoptados somos adultos ahora y demandamos derechos e información”.
De la Rosa habla no solo por los “niños perdidos de Armero”, sino por otros casos de adopciones internacionales en todos los rincones del mundo. Ahora, Mayéutica Producciones prepara el documental La herida primaria, una “historia colectiva” de personas nacidas en Chile, Corea del Sur, Colombia y Estados Unidos, entre otros países, que fueron dadas en adopción y que reclaman que sus demandas sean visibilizadas. “Necesitamos contar esos relatos. El cine, al final, tiene algo de sanador”, afirma.
EL PAÍS