Este no es nuestro Gardiner (es mejor)

Dicen los que lo han tratado en su regreso a Barcelona que Gardiner está cambiado. Cambiadísimo, de hecho. Hacía dos años y cuatro meses que no pisaba el Palau de la Música Catalana. La última vez, en febrero de 2023, lo hizo para oficiar una Misa en Si menor de Bach que se incrustó en la memoria de todos los feligreses que ese día fuimos a comulgar una vez más con el maestro. Entonces estaba a punto de cumplir ochenta años, y unos meses después, en agosto, llegó la noticia que marcó un punto crítico en su carrera: al terminar una función, el experto en Bach había arreado un puñetazo a uno de sus cantantes. Gardiner entonó el mea culpa, atribuyó su actitud al cansancio y a un cambio en la medicación y se tomó unos meses de reflexión. Muchos pensamos que no volveríamos a verlo en un escenario.

- Música: Bach.
- Intérpretes: The Constellation choir and orchestra. John Eliot Gardiner, director.
- Fecha: 18 de junio.
- Lugar: Palau de la Música, Barcelona.
Pero no ha sido así, y el músico británico ha vuelto a ponerse al frente de su orquesta. Porque «The Constellation», aunque lleve una marca y un logotipo diferente de los míticos Monteverdi Choir & Orchestra, está formada por una plantilla muy similar a la que le ha acompañado durante décadas. Es lo que tiene la estructura laboral de las orquestas británicas: muchos miembros son autónomos que tocan hoy con este grupo y mañana con aquel. Esto explica, por ejemplo, que la maravillosa Kati Debretzeni siga como concertino a la izquierda del Padre, como toda la vida.
Quedaba por ver, con todo, si Gardiner seguía siendo Gardiner. Y, sin duda, lo es. Tres cantatas de Bach le bastaron para meterse de nuevo en el bolsillo al público de Barcelona. De entrada, el encaje entre el director y sus músicos fue algo titubeante. Ihr werdet weinen und heulen sonó algo dubitativa al principio, especialmente en la parte vocal. La relativa renovación de la orquesta contrasta con cambios bastante más evidentes en el coro. Entre los solistas, el alto Alexander Chance destacó por dos motivos completamente opuestos. En esta primera cantata pareció en todo momento inseguro, lo que se plasmó en los desajustes a la hora de abordar su solo acompañado por la mencionada concertino: les costó encontrarse. En cambio, al final, en la imponente Wir müssen durch viel Trübsal, lució una incontestable seguridad, un gusto exquisito y una emisión mucho más controlada. Gardiner sigue siendo un gran detector de voces para abordar el repertorio barroco. A las que tiene ahora solamente les falta un poco más de rodaje.
En los pasajes corales, el empaste de los cantantes deparó momentos inolvidables, de los que temíamos no volver a ver nunca. Voces celestiales al servicio de una partitura dirigida por un personaje con luces y sombras -ya lo sabíamos antes del puñetazo-, cuya lectura del corpus bachiano es fruto de décadas de estudio y dedicación. Gardiner, por tanto, ha regresado, y no es el mismo: es un poco mejor. Quizás decir que es más afable y más humilde seria exagerado, pero sí que parece no ser tan prepotente y mide mejor sus palabras y sus gestos. También los músicos lo notan: no se veían antes tantas sonrisas ni tantas miradas de complicidad tras los atriles.
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