Hacerse el loco

Dice el Eclesiastés que “No hay nada nuevo bajo el sol”. Cuando se piensa en Trump, este proverbio puede parecer una exageración. Pero en sus aparentes innovaciones políticas también llueve sobre mojado. Para comprobarlo, basta con leer un curioso documento elaborado en 1995 durante la presidencia de Bill Clinton por un comité asesor del Comando Estratégico del Departamento de Defensa de los EE.UU. El texto, inicialmente secreto y desclasificado desde hace años, se titulaba Principios elementales de la postguerra fría y se redactó para responder una pregunta que sigue siendo de gran actualidad: “¿Cómo podemos disuadir a otras naciones, aparte de la antigua Unión Soviética, de usar armas de destrucción masiva?”
Entonces, EE.UU. quería aprovechar el colapso de su gran enemigo para imponer una hegemonía imperial. Y los redactores del informe pensaban que la mejor manera de lograrlo era promover la imagen de su país como una nación que podía volverse irracional y vengativa cuando decidía que se perjudicaban sus intereses vitales. Uno de los medios prescritos para esta operación de imagen era amenazar con acciones preventivas o represalias terribles pero inconcretas con el propósito de sacar el máximo provecho de la ambigüedad de lo que EE. UU. podría llegar a hacer contra los países tentados a comportarse como no quería que lo hicieran. Otro, que los negociadores, en vez de presentarse “demasiado racionales y serenos”, “parecieran estar potencialmente fuera de control”, en una dramaturgia que “podía resultar beneficiosa para crear y reforzar temores y dudas entre quienes tenían que tomar las decisiones” en la nación a disuadir. El objetivo de estos procedimientos era, claro, atemorizar a los negociadores rivales. Según argumentaba el informe, “el sentimiento esencial del miedo es la fuerza motriz de la disuasión”.
Las innovaciones políticas de Trump son viejas: ahí está la estrategia del hombre loco de Nixon para VietnamEvidentemente, los autores del documento tampoco inventaban nada. Se limitaban a reciclar la estrategia del hombre loco, que Nixon había dicho que debía seguirse en Vietnam. Sus asesores sacarían la idea de algún libro entonces reciente. De Thinking about the unthinkable (1962), de Herman Kahn, el analista militar de la Rand Corporation que inspiró el Dr. Strangelove de Stanley Kubrick. O de The political uses of madness , de Daniel Ellsberg (1959), o de The strategy of conflict , de Thomas Schelling (1960). Pero la idea ya se encuentra en Maquiavelo, quien, en los Discorsi , había dicho que, a veces, era muy sabio simular la locura. Maquiavelo decía “a veces”. Y el caso de Nixon y Vietnam ejemplifica que también puede no serlo cuando los otros no caen en la trampa o no están interesados en caer en ella. Porque, como se ha visto en la cumbre de la OTAN, hacerse el loco con el que se hace el loco porque ofrece un pretexto para hacer lo que ya quería hacerse también es una estrategia y el segundo mandato de Trump se está convirtiendo en una ventana de oportunidad para aquellos que quieren seguirla.
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