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Verbigracia: Gràcia

Verbigracia: Gràcia

El memorioso Ramon Solsona acaba de publicar El carrer de la xocolata (Proa), unas memorias que se leen con el mismo placer despreocupado con el que los niños de mi generación disfrutábamos de los álbumes de cromos. Solsona nació en el barrio de Gràcia en 1950, de modo que vivió un cuarto de siglo de franquismo y lleva medio siglo de posfranquismo. Ambas épocas aparecen retratadas a través de la descripción minuciosa de sus efectos sobre la vida cotidiana. Los baby boomers que nos incorporamos al baile en los sesenta encontraremos ecos que aún nos resultarán familiares, sobre todo si teníamos hermanos mayores. Los conciudadanos nacidos en el primer cuarto del siglo XXI podrán leerlo como un relato antropológico que describe una civilización anterior, más o menos remota según la experiencia familiar, lingüística y vital de cada cual.

Grupo de basureros y carruaje a caballo de la limpieza en la calzada de la calle Torrijos. 1934.

Antoni Mateu. Archivo Municipal del Distrito de Gràcia. AMB4-141 Club Excursionista de Gràcia

La opción narrativa que escoge Solsona para hacer memoria es el inventario, un género literario que precisamente excluye la invención. Cada capítulo enfoca algún ámbito (la casa, la calle, el colegio, los vecinos, los antepasados, los Lluïsos, la música, la radio, los anuncios...) y lo explora con gafas bifocales, de las que permiten ver de cerca y de lejos. Desde muy cerca aparece siempre la experiencia personal de los cuatro hermanos Solsona i Sancho (Assumpta, Ramon, Carles y Pep), y desde más lejos las experiencias colectivas de sus coetáneos, que a veces coinciden con las propias y a veces no. El método incluye una atención preferente a las listas (de objetos, marcas, tiendas) y a los modismos del habla popular, con un montón de expresiones no normativas como el “tórnins” del juego de canicas, con el que, antes de lanzar, el jugador advertía a los rivales de que el tiro era de prueba y se reservaba el derecho de repetirlo. El libro está lleno de golosinas lingüísticas de las que marcan época, escritas con la gracia habitual de Solsona.

El distrito de Gracia haría bien en traducir al inglés ‘El carrer de la xocolata’, de Ramon Solsona

El punto de vista es una mezcla de la familia Telerín y Quico el progre. El estilo recuerda Les choses de Georges Perec, por el magnetismo significativo que desprenden los objetos de una época mecánica y analógica, sacudida por la ruidosa irrupción en escena de aparatos como el teléfono, el televisor, la lavadora, el automóvil... El afecto envuelve buena parte del relato, pero la rabia también emerge cuando hace falta.

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La Barcelona que inmortaliza Solsona es una prueba fehaciente de la catalanidad de la capital. El distrito de Gràcia haría bien en subvencionar la traducción al inglés de los veinte capítulos de El carrer de la xocolata . Luego, podría editarlos en veinte cuadernillos, como esos folletos sobre esto y aquello que empapelan los centros municipales, y distribuirlos entre la creciente población expat que recala en Gracia en busca de autenticidad.

lavanguardia

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