La vecindad energética: riesgos y dependencias para España

Atribuir el apagón exclusivamente a las acciones de Francia es una visión demasiado simplista de un problema complejo y multifactorial, pero las variables de la geografía y la geopolítica regional siempre están ahí. Su proximidad a unos vecinos difíciles —concretamente Francia y el norte de África— hace que España siga expuesta a unos riesgos energéticos que, aunque indirectos, no dejan de ser significativos. A medida que aumenta la interconexión del panorama energético europeo, la colaboración y las responsabilidades compartidas son de vital importancia para garantizar la estabilidad de la red y prevenir crisis en el futuro. Sin embargo, las ubicaciones geopolíticas son inmutables, y contrarrestar la influencia de los países vecinos es una ardua tarea.

A pesar de los intentos por diversificar las fuentes, la vecina Francia plantea desafíos energéticos adicionales para España. A finales de 2024, Argelia, una de las principales fuentes de gas de Europa, suministraba el 39 % de las importaciones de gas de España, seguido por EE. UU. como segundo mayor proveedor. Las políticas recientes de Francia en Argelia y en África en general han tenido el efecto no deseado de repercutir en los intereses de España, especialmente en materia de seguridad energética, pero también en los ámbitos del comercio y la diplomacia regional.

La complicada relación de Argelia con Francia acentúa estos problemas. Al ser una excolonia, sigue estando en el punto de mira de la política francesa, lo cual se suele considerar neocolonialista. La compleja —y a menudo tensa— interacción de Francia con Argelia, marcada por las fricciones poscoloniales y una rivalidad estratégica, puede fomentar involuntariamente una inestabilidad que llega hasta España a través de los conflictos migratorios y energéticos.

Por ejemplo, el hecho de que Francia refrendara el plan de autonomía de Marruecos para el Sáhara Occidental en julio de 2024 ha tensado sus relaciones con Argelia. Esta ruptura diplomática ha llevado a Argelia a retirar a su embajador de París y a considerar la paralización de las ventas de gas a Francia, lo que ha influido en las relaciones de Argelia con otros países europeos, entre ellos, España. Argelia ya suspendió el comercio con España en 2022 por un problema similar, pero las relaciones se restablecieron a finales de 2024. Sin embargo, la inestabilidad general que hay en la región como consecuencia de las acciones de Francia podría poner en peligro estos lazos renovados y afectar a los compromisos diplomáticos económicos de España en el norte de África.

El deterioro de las relaciones entre Francia y Argelia también ha afectado a la cooperación en materia de migración

No se trata solo del gas, sino que las tensiones también pueden llegar a desestabilizar la cadena de suministro regional, de la que España tiene una gran dependencia. España se vio directamente afectada por las restricciones comerciales que Argelia impuso a las importaciones francesas de trigo y otras mercancías, ya que alteraron las dinámicas comerciales y las cadenas de suministro regionales, lo que dio lugar a una mayor competencia o al desabastecimiento en algunos sectores.

El deterioro de las relaciones entre Francia y Argelia también ha afectado a la cooperación en materia de migración. La negativa de Argelia a aceptar la deportación de sus ciudadanos de Francia complica la gestión migratoria en la región. En vista de la proximidad de España y los desafíos comunes de la migración en todo el Mediterráneo, estos problemas pueden tener los efectos indirectos de incrementar la presión migratoria en España y complicar sus operaciones de seguridad fronteriza.

Pero volvamos a la crisis energética. En su afán por la diversificación, España podría mirar cada vez más hacia el Este (hacia las naciones ricas en recursos energéticos de Asia Central y Azerbaiyán) para reducir su dependencia y aumentar su resiliencia.

Azerbaiyán en concreto es un socio inmediato y viable. Desempeña un papel clave en el Corredor Meridional de Gas (SGC) y exporta gas a Europa a través del gasoducto transanatolio (TANAP) y el gasoducto transadriático (TAP), que se conecta a Italia. España podría acceder al gas del Caspio negociando una ampliación o una interconexión entre el TAP y la red de gas de la península ibérica. La UE ya ha firmado un memorando con Azerbaiyán para duplicar las exportaciones de gas hasta 2027, lo que encaja perfectamente con los objetivos de diversificación de España.

Además, en Asia Central hay países como Turkmenistán, Kazajistán y Uzbekistán que disponen de inmensas reservas de gas sin explotar. Por ejemplo, Turkmenistán es el cuarto país del mundo con mayores reservas de gas. Aunque los obstáculos infraestructurales y geopolíticos hacen que sea complicado establecer rutas directas de suministro a Europa, España podría estudiar marcos de colaboración dentro de la UE para promover la construcción de nuevos gasoductos o acuerdos de intercambio de GNL a través de Turquía o el mar Negro.

Además, si aprovecha la considerable capacidad terminal de GNL que tiene España (de las más elevadas de Europa), Madrid podría importar gas en estado licuado de Asia Central a través de terceros países o invirtiendo en proyectos de exportación de GNL en la costa del mar Caspio. Las asociaciones con países de tránsito como Georgia y Turquía serían fundamentales para la buena integración del gas de Asia Central en la cesta energética española.

Al intentar establecer acuerdos con Azerbaiyán y Asia Central, España no solo diversifica sus importaciones de gas, sino que también refuerza alianzas geopolíticas que ayudan a la UE en general a lograr independencia energética tanto de Rusia como de la inestabilidad del norte de África.

* El Dr. Yevhen Mahdaes un conocido politólogo ucraniano, director del Instituto de Política Global de Kyiw