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Home, not so sweet home: mataban y enterraban a sus víctimas en el jardín

Home, not so sweet home: mataban y enterraban a sus víctimas en el jardín

Ya no hay suficiente candidez en el mundo para que el fragmento de la frase “todas las familias felices se parecen unas a otras” no sea más que una agudeza retórica del clásico León Tolstoi antes que una realidad contrastable. Es que también ya nadie ignora que todas las familias portan en su interior alguna semilla de disfuncionalidad y que la felicidad es contingente y, sobre todo, efímera. Pero una cosa es que no exista la familia perfecta y otra que, detrás de la puerta de una vivienda, los integrantes de ese núcleo parental vivan sumidos en un infierno cotidiano. Eso fue lo que ocurrió en la ciudad de Gloucester, Inglaterra, en el número 25 de Cromwell Street, a fines de febrero de 1994, cuando el horror se volvió indisimulable y el suelo comenzó a drenar evidencias del espanto.

Y precisamente de eso trata la docuserie Fred y Rose West. Una historia de terror británica, del director Dan Dewsbury, recientemente estrenado en la plataforma Netflix. Son tres capítulos enlazados por la sensibilidad de un documentalista preocupado más en los efectos de los crímenes de un asesino serial sobre los familiares y amigos de las víctimas que un recuento de espantos recreados en detalle para gratificar el morbo del espectador.

El caso hegemonizó las tapas de los masivos tabloides de la época, y se convirtió, con el tiempo, en una espina clavada en la conciencia de que no sabemos nunca qué sucede tras la puerta de la casa de nuestros vecinos. Es, pues, una serie documental de true crime que se abstiene de echar mano a los hábitos cristalizados del género: no hay recreaciones de los asesinatos con actores o animaciones ni la compulsión por hurgar en la sordidez de la conducta humana, sino en profundizar en los efectos del larguísimo trauma que todavía hoy asedia a los seres queridos de las mujeres asesinadas.

Se encontraron doce víctimas, pero no se descarta que fueran más.Se encontraron doce víctimas, pero no se descarta que fueran más.

El caso West emergió a la superficie por un azar pavoroso: los hijos más pequeños de la familia, en una entrevista con asistentes sociales, revelaron que su padre les decía que si se portaban mal iban a terminar “enterrados en el jardín como su hermana Heather”, quien estaba desaparecida desde 1986. Ese dato disparó la investigación policial que terminó con la revelación de que Heather, de 16 años, había sido asesinada por su padre y enterrada en la vivienda.

Dewsbury urde un trabajo coral de voces de testigos de aquel horror –familiares y amigos de las víctimas, forenses, policías, abogados, periodistas locales y de grandes medios sensacionalistas, sobrevivientes y psiquiatras que intervinieron en el proceso de investigación– contrapunteados por las grabaciones de los interrogatorios a los que la policía británica sometió a West, conversaciones que fueron creciendo en intensidad de espanto a medida que admitía que en el jardín y el sótano de la casa habían más cadáveres y que su compulsión asesina había empezado en 1967, cuando mató a su primera esposa, Rena Costello y a su pequeña hija Charmaine, producto de una relación previa.

La confesión se detuvo en la cifra de 12 víctimas –entre ellas, inquilinas de la casa de los West, niñeras o adolescentes en fuga de sus hogares– aunque los investigadores siempre temieron que ese número fuera aún mayor. West, inicialmente, insistió en la inocencia de Rose, pero la fidelidad criminal que los unía se quebró en una audiencia en los tribunales donde Rose se mostró distante con él y entonces Fred cambió su versión y aseguró no haber actuado solo. En diálogo virtual con Ñ desde Londres, Dewsbury abordó algunos de los aspectos centrales de su documental.

La docuserie apunta a ver los efectos de los crímenes en los familiares de las víctimas.La docuserie apunta a ver los efectos de los crímenes en los familiares de las víctimas.

–Hay un “agujero negro” en torno a los orígenes de Fred y Rose. ¿Fue una decisión estilística o hubo impedimentos para investigar sus primeros años de vida?

–No creo que haya un "agujero negro" en torno a los años iniciales de ambos en absoluto. Hay una enorme cantidad de libros y de otros documentales que ya han abordado este aspecto buscando entender y establecer alguna conexión entre los años juveniles y los crímenes que Fred cometió años más tarde. Pero no estaba interesado en incluir esa arista en mi film.

Supongo que, en Inglaterra, muchísimas personas saben de Fred y Rose. Y hay muchísima documentación y muchos libros dedicados a su “carrera” criminal. De modo que el desafío fue encontrar una nueva razón para emprender este documental y la justificación consistió en darles forma a los materiales que encontré.

Pero la segunda razón fue que nadie había hecho un documental que ahondara en el legado de los familiares de las víctimas y, por lo tanto, tuve que decidir: disponés sólo de una acotada cantidad de tiempo, por lo que debí asegurarme de que hubiera suficiente espacio para que hablaran los familiares de las jóvenes asesinadas a costa de retacear el dedicado a Fred y Rose. Y me terminó pareciendo una decisión acertada, porque muchos de los programas del género true crime ponen un foco excesivo sobre los perpetradores y no tanto sobre los efectos de sus homicidios o los aspectos bellos de las vidas truncadas. Por lo tanto, intenté reorientar esa tendencia en la dirección opuesta.

“Fred & Rose West: Una Historia de Terror Británica”

¿La decisión de filmar el documental es previa a la aparición de esas grabaciones inéditas del interrogatorio a West que en 1994 llevó adelante la investigadora Savage?

–Originariamente, la plataforma Netflix disponía de algunas grabaciones y se mostraron interesados en hacer un documental con ese material inédito. Fue más tarde que nosotros encontramos los videos que la policía había grabado. Fue también otra decisión la que tomamos a la hora de mezclar los archivos de documentales previos junto con las entrevistas que habíamos descubierto ahora. Y finalmente conseguir nuevos entrevistados para esta película fue una tarea realmente complicada.

Los crímenes se descubrieron hace ya 30 años, pero algunos de los casos sucedieron 50 años atrás. Así, mi trabajo consistió en articular una estructura narrativa con estos diferentes materiales para intentar hacer algo nuevo o, en todo caso, empujar los límites del género en un modo un poco diferente a lo tradicional. El género de crímenes reales es uno de los más populares a nivel mundial, pero no necesariamente es uno de mis preferidos. Entendía que no podía no incluir los videos y grabaciones de las entrevistas policiales de Fred, porque eso es parte del interés de la audiencia, pero también quería que miraran fijamente los estragos causados en las vidas de las víctimas, que al menos en Inglaterra siempre suelen ser olvidadas.

–¿Intentaron entrevistar a Rose West en la cárcel?

–Entiendo que, bajo la ley inglesa, no hubiera sido posible acceder a una entrevista con Rose. De cualquier manera, de haber tenido la oportunidad de entrevistarla, dudo que me hubiera interesado incluirla en el documental. No la veo encajando en este trabajo; además, pienso que sería muy mortificante para las familias de las víctimas escuchar a Rose sosteniendo hasta hoy que jamás cometió ninguno de los crímenes y que ignoraba lo que hacía su marido. Tengo que mantener un equilibrio entre lo que la gente quiere ver –posiblemente saber con mayor detalle cómo murieron las jóvenes– y la relación que establezco como entrevistador con los familiares, y para mí estos últimos siempre tendrán prioridad.

West, inicialmente, insistió en la inocencia de Rose, pero luego dijo que no había actuado solo. West, inicialmente, insistió en la inocencia de Rose, pero luego dijo que no había actuado solo.

–Como director de este documental, ¿su película le ha permitido comprender más profundamente la naturaleza del mal?

–Mis documentales anteriores los rodé en cárceles. Pasé muchos meses filmando en una prisión en Reino Unido y seguí durante dos años la labor de distintas unidades policiales. Entonces, en términos de comprender el mal y entender cómo las personas pueden cometer actos terribles, desafortunadamente no tengo la verdad. Y la única certeza que abrigo es que la gente no es intrínsecamente malvada.

Personalmente, creo que las personas como vos o yo hubiéramos podido ser empujadas a cometer ciertos actos si las circunstancias y nuestras oportunidades de educación se hubieran encaminado hacia la dirección errónea que tomaron las de otras personas que están presas. No sorprende a nadie si digo que una gran cantidad de los asesinatos que se producen en Inglaterra ocurren en ambientes socioeconómicos de pobreza o bajos ingresos. Puestos en esa situación, cualquiera puede ser empujado a cometer actos infames.

Pero también creo que nadie quiere escuchar que el mal es pueril, ordinario. Y aquellos que son malvados pueden fácilmente ser perfectamente normales durante el 90 por ciento de sus vidas. Lo comprobé con el caso West: hablás con los vecinos y ninguno sabía que Rose se prostituía en su casa, ni de los abusos sexuales de Fred contra sus hijas. En síntesis, siento que no he aprendido nada nuevo sobre la naturaleza del mal, pero sí sobre cómo las familias de las víctimas tuvieron que seguir adelante cargando con el trauma, muchas de ellas esperando años para finalmente poder saber qué había sucedido con su ser querido. Ellos sí me parecen gente admirable.

–¿Cuán vigentes siguen en la memoria colectiva inglesa los crímenes cometidos en 25 Cronwell Street?

–Fred y Rose tuvieron diez hijos, y ellos también fueron sus víctimas. En el tercer episodio hablamos sobre Stephen West y lo que aquella situación debió ser para él y el resto de sus hermanos. Y nos aseguramos de que quedara claro que si los crímenes salieron a la luz,fue por la valentía de estos niños y adolescentes que hablaron con los profesionales de la asistencia social. Contacté a Stephen y a su hermana May y ellos me dieron permiso para usar las entrevistas de archivo que incluí en el documental. Fue arduo conseguirlas, pero finalmente se logró y es algo que me alegra porque siento que obtuve la bendición de los West. Y tras el estreno de la serie recibí un mensaje de Stephen en el que me agradecía el modo respetuoso en que abordé el tema de su familia, y para mí eso fue muy tranquilizador.

El director Dan Dewsbury.El director Dan Dewsbury.

–El testimonio de una niñera sobreviviente permitió imputar a Rose West como partícipe de ese secuestro y violación junto a su marido y desmontar su pretendida inocencia con respecto al resto de los crímenes. ¿Es indubitable que configuraron, desde el primer homicidio, un asesino serial bifronte?

–No hay certezas, solo se trata de lo que uno puede inferir luego de haber hablado con muchos participantes del caso. Ciertamente, no es usual que dos personas que vienen de mundos distintos se enamoren y empiecen a interactuar para cometer crímenes aberrantes. Creo que arrancó con una dinámica de gratificación sexual que luego derivó en un goce perverso y, el paso siguiente e inevitable, fue el asesinato. Mi impresión es que ella aportaba las estrategias eficaces para cometer los asesinatos y Fred se ocupaba de concretarlos.

–¿Se modificó tu mirada sobre el caso West luego de haber filmado el documental?

–Mi visión cambió a partir de los testimonios de los familiares que aceptaron hablar con nosotros. Cuando empezás a hacer algo sobre lo que se han filmado más de 45 documentales y se han escrito decenas de libros, entonces comenzás a cuestionarte por qué lo estás haciendo.

Y después de charlar con los familiares de las víctimas finalmente entendí cuál era la justificación de este proyecto: al verlos hablarme e intentando desesperadamente mantener vivos el espíritu y la memoria de sus seres queridos, sumado al hecho de que veían este documental como una oportunidad. O que lo previeron como una chance porque éste iba a ser un material que sería visto alrededor del mundo.

¿De qué otra manera podés conseguir una gran audiencia a la que hacer tomar conciencia de que hay gente real detrás de lo que sólo suele ser información histórica sobre crímenes? Creo, además, que los films o series de crímenes reales concentran una enorme masividad porque insensibilizan a la gente respecto de lo que está pasando afuera justamente ahora.

Y la verdad es que lo que aspiro a hacer es bastante más que mero sensacionalismo con los crímenes de los West, mostrando detalles específicos de lo que sucedió y cómo sucedió. Quiero que el espectador haga foco en el hecho de que las víctimas eran personas reales. Y en este tipo de casos el único modo en que podés hacerlo es que los familiares te concedan el privilegio de poder contar sus historias. Y esto podés verlo en los tres episodios: hay una familia, de la que formamos parte Marion, Lucy Partington y yo mismo, personas que han afrontado esto durante largo tiempo, tratando de desentrañar cuál es el significado de todo lo que les pasó.

Clarin

Clarin

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