Crisis en México: Gobierno de Sheinbaum presionado por luchas en Morena y aranceles de Trump

El gobierno de la presidenta Claudia Sheinbaum enfrenta una tormenta perfecta que amenaza con paralizar su agenda y poner a prueba la estabilidad del país. Por un lado, una profunda fractura interna en el partido gobernante, Morena, y sus aliados ha estancado reformas cruciales en el Congreso. Por otro, una renovada hostilidad económica y migratoria por parte de la administración de Donald Trump en Estados Unidos ejerce una presión externa asfixiante.

Esta confluencia de crisis, una política y otra diplomática, se desarrolla mientras el país sigue lidiando con desafíos estructurales como la inseguridad rampante y los estragos de desastres naturales, configurando un panorama de alta complejidad para el inicio del sexenio.

Lejos de la aplanadora legislativa de años anteriores, la autodenominada «Cuarta Transformación» se encuentra hoy sumida en luchas de poder que han «empantanado» la agenda de reformas. La convocatoria a un periodo extraordinario de sesiones en el Congreso se ha visto frenada por desacuerdos internos en Morena, con un «regaño» desde Palacio Nacional que no ha logrado imponer la disciplina.

Las divisiones son evidentes. El Partido del Trabajo (PT), un aliado clave, ha llegado a acusar al gobierno morenista de Salomón Jara en Oaxaca de desvíos millonarios. Mientras tanto, figuras polémicas como el diputado Gerardo Fernández Noroña acaparan los titulares por sus enfrentamientos con la oposición y sus controvertidos viajes a Europa, desviando la atención de los debates sustantivos. En el fondo de estas disputas subyace una de las iniciativas más polémicas: la propuesta para desaparecer la autonomía de las fiscalías estatales, una medida que según la presidenta Sheinbaum no es de su interés, pero que genera una enorme desconfianza en la oposición y en sectores de la sociedad civil.

Estos conflictos no responden únicamente a diferencias ideológicas sobre las leyes en discusión. El constante flujo de encuestas y análisis sobre las posibles candidaturas para las elecciones de 2027 y 2030 revela la verdadera naturaleza del problema: una prematura batalla por la sucesión. Las distintas facciones dentro del oficialismo parecen estar más enfocadas en posicionarse para el siguiente ciclo político que en garantizar la gobernabilidad del presente, sacrificando la eficacia del gobierno en el altar de sus ambiciones futuras.

Al mismo tiempo que el frente interno se resquebraja, la presión desde el norte se ha intensificado dramáticamente. La administración Trump ha retomado su estrategia de confrontación con México en dos áreas vitales: el comercio y la migración.

En el ámbito económico, Washington decidió duplicar los aranceles al acero y aluminio mexicanos, elevándolos del 25% al 50%. La medida ha encendido los focos rojos en el sector privado y ha obligado al gobierno de Sheinbaum a iniciar una revisión urgente de los posibles impactos y las contramedidas. Esta acción es vista como un ataque directo a la competitividad de la industria mexicana y al espíritu del T-MEC.

En paralelo, Estados Unidos ha reactivado las redadas masivas del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas (ICE), que han resultado en la detención de cientos de ciudadanos mexicanos. La presidenta Sheinbaum ha respondido enviando cartas a las autoridades estadounidenses para que se respeten los derechos de los connacionales. La situación en la frontera se ha tornado tan tensa que Trump ha ordenado el despliegue de infantes de marina y de la Guardia Nacional en estados como California para contener las protestas contra estas políticas.

El gobierno mexicano ha intentado contrarrestar la narrativa estadounidense señalando la responsabilidad de EE.UU. en el tráfico ilegal de armas hacia México, que alimenta la violencia de los cárteles. Sin embargo, esta postura, aunque válida, coloca a México en una posición defensiva. Atrapado entre la guerra comercial y la crisis migratoria, y debilitado por sus propias divisiones internas, el gobierno mexicano se ve forzado a reaccionar a las crisis iniciadas por Washington en lugar de poder fijar su propia agenda internacional.

Mientras la alta política y la diplomacia consumen la atención, los problemas crónicos del país siguen cobrando su cuota. En el frente de la seguridad, las autoridades asestaron un importante golpe al narcotráfico con la detención en Chihuahua de un sujeto requerido por Estados Unidos por tráfico de fentanilo y el aseguramiento de 110,000 pastillas de este opioide en Ciudad Juárez. Estos éxitos tácticos, sin embargo, solo subrayan la magnitud de la crisis de seguridad y salud pública que enfrenta la nación.

Al mismo tiempo, el sureste del país sufre los devastadores efectos del huracán Erick. El fenómeno meteorológico ha dejado un saldo de al menos un niño fallecido, miles de viviendas afectadas e inundaciones en comunidades de Oaxaca y Guerrero, obligando al despliegue del ejército y a una respuesta de emergencia federal. Estos eventos anclan el debate político en la cruda realidad que viven millones de mexicanos, quienes enfrentan la violencia del crimen organizado y la furia de la naturaleza mientras sus líderes libran batallas en los palacios del poder.