Los escenarios económicos y políticos para Colombia ante una posible escalada de tensiones con Estados Unidos

Desde hace seis meses, el gobierno del presidente Gustavo Petro se enfrenta a la urgencia de apagar un incendio en las relaciones con su socio más importante en materia de comercio, asistencia internacional y seguridad: los Estados Unidos.
Y es un incendio, como el de enero pasado, atizado por el tono de las declaraciones y trinos del jefe de Estado colombiano, que tiene en Washington una contraparte, el presidente Donald Trump, altamente volátil en el manejo de las relaciones internacionales.
En la trasescena de esta nueva crisis está la narrativa recurrente del presidente Gustavo Petro según la cual hay un golpe de estado en su contra, ahora reforzada por las grabaciones del hombre que fue su primer canciller: Álvaro Leyva. Los señalamientos públicos de Petro en el último mes llevaron a Washington a llamar a consultas a su embajador encargado en Colombia, John McNamara. Petro ripostó devolviendo al embajador Daniel García-Peña.
Todo esto, además, cuando la canciller Laura Sarabia renuncia tras apenas cinco meses en su cargo y a escasas semanas de que la Casa Blanca decida si certifica o no la lucha de Colombia contra el narcotráfico.

Laura Sarabia y el presidente Gustavo Petro en un consejo de ministros. Foto:Presidencia
La certificación antinarcóticos, que históricamente ha tenido resistencias porque es una imposición de Washington, es clave para el país porque de ella dependen no solo los flujos de asistencia militar y policial (que rondó los 400 millones de dólares el año pasado) sino porque podría abrir el escenario para la aplicación de las sanciones comerciales y arancelarias que han sido usadas como garrote diplomático por Trump.
La realidad de la coca en el país, como lo advirtió hace cuatro meses el exembajador William Brownfield en caso de que no hubiera un ajuste radical en los esfuerzos de erradicación, apunta a una descertificación inminente.
EL TIEMPO consultó con expertos de distintos sectores, quienes coincidieron en su llamado a la prudencia. “Por el momento no se han tomado medidas para endurecer los requisitos de los visados a los ciudadanos colombianos, sin embargo, de no resolverse rápidamente la crisis, es una medida política que Estados Unidos en su soberanía podría tomar”, aseguró Walter Arévalo, profesor de derecho constitucional de la Universidad del Rosario.
Para Rafael Piñeros, profesor de Relaciones Internacionales de la Universidad Externado, el panorama podría incluso empeorar dado el carácter de los dos presidentes. “El tema de migrantes ha sido el más significativo y mientras existan dos líderes retóricos tanto en Washington como en Bogotá, la chispa que eleva la nota puede ser cualquiera”, manifestó.
En el mismo sentido, Wilfredo Robayo, docente de Derecho Internacional, advierte que la actual crisis representa un grado mayor que la de enero porque el llamado a embajadores es una clara señal de que un gobierno está dispuesto a dar nuevos pasos en la escalada diplomática. En enero, la recién designada canciller Sarabia, el saliente ministro Luis Gilberto Murillo y varios personajes, incluso de la oposición, jugaron para abrir canales con Washington y para que Petro amainara el tono de sus palabras. La realidad palmaria de que en un escenario crítico Colombia tiene mucho más que perder que Estados Unidos terminó imponiéndose en esa oportunidad.
Ahora, coinciden los dos académicos, la salida de la canciller –a pesar de su poca experiencia en temas de la diplomacia– complica la situación porque institucionalmente no hay quién represente internacionalmente a la nación.

La crisis ocurre cuando se habla de una posible desertificación. Foto:Raúl Arboleda. AFP
En enero, el presidente Trump dejó claro que sus diferencias con Petro impactarían también a los miles de colombianos que buscan una visa para su país y, dicen los analistas, ese escenario no puede descartarse en las nuevas circunstancias. Colombia es uno de los países donde más se solicitan visas de turismo a EE. UU., y la proporción de permisos negados es también una de las más altas en todo el mundo.
El golpe económicoUna situación de esa naturaleza también podría impactar la inversión; tanto la de Estados Unidos, como de otros países por la pérdida de confianza y mayor incertidumbre sobre Colombia; impacto en el precio del dólar, reducción del turismo internacional, menor ingreso de remesas desde el país del norte, afectación al comercio bilateral, bajas probabilidades para que empresas estadounidenses miren a la nación como alternativa para tener presencia directa, daño en la imagen internacional, así como dificultades para combatir delitos transnacionales como el narcotráfico, entre otros.
“Nuestro comercio exterior es una parte fundamental para las cuentas nacionales. Si afectamos esta parte importante con Estados Unidos, puede haber repercusiones a corto y a largo plazo. Esperamos que las soluciones lleguen pronto, para no tener que lamentar temas a futuro”, dijo Javier Díaz, presidente de la Asociación Nacional de Comercio Exterior Analdex.
Un estudio publicado en abril por Anif y la Cámara Colombo Americana de Comercio reveló que el país podría perder unos 15.000 empleos en dos años y las exportaciones caerían un 8 por ciento por el impacto del arancel base del 10 por ciento sobre todas las exportaciones nacionales impuesto por Estados Unidos. Ese riesgo se dispararía en un escenario de mayor confrontación y, por ende, del ‘garrote’ de los aranceles.
Luis Fernando Mejía, director del centro de estudios económicos Fedesarrollo, señala por su parte, que las consecuencias “dependerán de si Estados Unidos adopta medidas arancelarias adicionales. Existe ese riesgo, pero es difícil por ahora cuantificar su eventual impacto”.
Los expertos coinciden en que salir de una coyuntura como la surgida el jueves de esta semana es posible si se acude a los canales diplomáticos establecidos. “A lo largo de nuestra historia, los canales diplomáticos han sido el vehículo adecuado para tratar las diferencias entre ambos países, siempre bajo el principio del respeto mutuo”, sostuvo María Claudia Lacouture, presidenta de AmCham Colombia.

María Claudia Lacouture, presidenta de AmCham Colombia. Foto:Amcham Colombia
Por su parte, Bruce Mac Master, de la Andi, insistió en mantener los intereses del país por encima de las consideraciones personales e ideológicas. “Desde el gremio hemos sido reiterativos en la importancia de asumir con gran responsabilidad y en forma integral la relación diplomática entre los dos países, evitando mezclar asuntos de política interna y de carácter ideológico, con el profundo relacionamiento que se ha construido a lo largo de los años”, comentó.
MARÍA ALEJANDRA GONZÁLEZ DUARTE - Redacción Política con información de Justicia y Economía
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