A los 52 años y con una hija: Susana León, la historia de una MIR que rompió moldes
%3Aformat(jpg)%3Aquality(99)%3Awatermark(f.elconfidencial.com%2Ffile%2Fbae%2Feea%2Ffde%2Fbaeeeafde1b3229287b0c008f7602058.png%2C0%2C275%2C1)%2Ff.elconfidencial.com%2Foriginal%2F325%2Fafd%2F7c7%2F325afd7c75b9b7e1664c72a3aba61a10.jpg&w=1920&q=100)
La trayectoria de Susana León como doctora no es la convencional con un brillante bachillerato para lograr una alta nota en selectividad, hacer el grado en seis años y prepararse durante varios meses el examen de acceso para ser un médico especialista y, finalmente, ser residente durante cuatro o cinco años. Ella decidió hacer el MIR con 50 años, sin dejar de trabajar, y ahora está a punto de convertirse en R3 de medicina familiar y comunitaria en Mallorca. El camino no siempre ha sido fácil, pero la experiencia le ha aportado paciencia y seguridad para tratar al paciente.
Su historia como sanitaria comenzó en El Salvador, su país natal, en 2001. Ese año se graduó como médico general y durante una década estuvo ejerciendo allí. Después, decidió venir a España en busca de "mejores posibilidades" y "nuevos horizontes". Pero antes quiso dejar solucionado una cuestión imprescindible, como es homologar su título. "Mi especialidad es de médico general en mi país, pero aquí es todo un trámite. Hay que hacer la homologación del título extranjero al español y el mío fue de licenciado de medicina. Ya con eso y los requisitos que pedía Sanidad podía trabajar", relata. Un año después se mudó a España, donde lleva unos 15 años.
Desde que llegó, ejercía en un centro de salud público, como médico de urgencias de Atención Primaria, pero siempre tuvo puesta la mirada en el MIR y cuando tuvo la oportunidad fue a por ello. "El salario de residente es muy bajo y tengo una hija. Mi prioridad fue mi familia, sacarla adelante y darle el estudio universitario. Hacer el MIR era un sueño que tenía por cumplir, pero antes no lo podía hacer por cuestiones económicas", relata.
Cuando las circunstancias lo permitieron, empezó a prepararse para hacerlo, eso sí, sin dejar de trabajar, lo que resultó en un esfuerzo mayor, pero también le trajo algunas ventajas. "Estar tratando con los pacientes ayuda mucho porque algo que lees en el libro quizá lo has visto y en el caso de que no, ya te suena", relata. De esta manera, ella no ve las preguntas, ve directamente al enfermo. Además, le sirvió para actualizarse, pues la última vez que estudió fue hace más de 20 años, por lo que muchos conocimientos estaban obsoletos.
¿Cuántos aspirantes al MIR tienen 50 años o más?Finalmente, el 21 de enero de 2023 llegó y León se pudo presentar al examen MIR. Hacer la prueba con 50 años o más, como es su caso, no es algo muy habitual. El año pasado, las personas que superaban la cincuentena de edad apenas representaban el 0,7% de los aspirantes, es decir, que de 8.522, solo 58 personas conformaban este grupo por tramo de edad. Lo más habitual eran, y siguen siendo, aquellos que tienen entre 25 y 29 años, con el 74,5%; seguido de los que tienen entre 30 y 34 años, con un 15,7%, según el desglose del Ministerio de Sanidad.
Esas horas del MIR las recuerda con cierta incomodidad, pues sus compañeros de examen eran "jovencitos de la edad de mi hija" y asegura que el cambio generacional influye mucho. A pesar de que llegó tranquila, el nerviosismo del resto se le acabó contagiando. "No sé cómo salí, si había ido bien o mal, era algo que no se podía explicar", resume.
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2Fd23%2Fbe8%2Fe91%2Fd23be8e9119cab143b548f7047490557.jpg)
Aprobó y no solo eso, sino que pudo elegir la especialidad que quería en el lugar deseado. Pero justo al recibir la nota le entraron las dudas: "¿Y ahora qué hago?", se preguntó. La respuesta de su hija fue corta, pero concisa: "Pues hacerlo".
La facultativa se planteaba una única opción: hacer la residencia en Mallorca. Pensaba que no sería capaz si cada día tenía que viajar una hora para poder acudir al hospital o al centro de salud, una logística que tendría que combinar con los estudios y el cansancio consecuente, con la edad que ella tiene. "Tuve la suerte de poder elegir el sitio que quería, a 20 minutos en coche. No había ningún pretexto para no hacerlo", recuerda.
Ser médico de familiaLa especialidad también la tenía clara, pues quería ser médica de familia. "A mí me gusta porque es un área muy amplia, toca todos los sistemas del cuerpo humano y nosotros lo vemos de una forma integral. Yo estaba acostumbrada a lo curativo, pero esta especialidad se dedica también a la prevención. Tratar enfermedades antes de que aparezcan o compliquen es muy interesante", sostiene. Por todo ello, y por la relación más cercana con el paciente, considera que es "muy bonita" cuando se conoce.
Se trata de una especialidad que no está entre las favoritas de los futuros residentes. El año pasado, después de una convocatoria extraordinaria, quedaron vacantes más de 200 plazas, pero también hay que tener en cuenta que es la que más puestos ofrece. Aún no se conoce qué pasará este año, pero, a dos días de acabar la adjudicación de plazas este año, solo el 61% del total se había escogido.
:format(jpg)/f.elconfidencial.com%2Foriginal%2F3da%2F28d%2Ffcc%2F3da28dfcc3f82ca1bca1617098c91b4c.jpg)
Desde entonces han pasado un par de años, y próximamente León, a sus 52 años, pasará a ser R3. Los principios de la residencia no fueron fáciles, pues tenía miedo por la diferencia de edad con sus compañeros, pero actualmente ha logrado tejer lazos de "respeto, colaboración y aprendizaje mutuo".
"Entre la diferencia de edad y la tecnología… es un cambio que se siente, que es difícil. Pero agendando todo se compagina el estudio, el trabajo y la vida personal", comenta. Ahora siente que todo va cogiendo forma y cada vez cree estar más segura. También ha aprendido a escuchar su cuerpo y al día siguiente de una guardia no planifica nada, ni siquiera ir a la compra.
"La edad y la experiencia me ha aportado ser más tranquila y, cuando estamos rotando y en las guardias, a controlar ese estrés y saber manejar a los pacientes. Te da seguridad", concluye. Aun así, es consciente de sus limitaciones, de que tiene que seguir estudiando y que, por supuesto, no lo conoce todo y le queda mucho por aprender.
El Confidencial