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Carlos Yebra, médico residente de cardiología: "Cuando te subes a un avión, tu corazón nota que el oxígeno cae; por eso notas palpitaciones"

Carlos Yebra, médico residente de cardiología: "Cuando te subes a un avión, tu corazón nota que el oxígeno cae; por eso notas palpitaciones"

Subirse a un avión no solo puede hacer que pierdas la maleta, también puede alterar el comportamiento de tu corazón. Así lo explica Carlos Yebra, médico residente de cardiología, que se ha hecho viral en redes con un vídeo divulgativo en el que lanza una advertencia poco conocida: "Cuando te subes a un avión, tu corazón nota dos cosas: que la presión cae y el oxígeno también. Y tu corazón dice: '¿Qué está pasando aquí?'".

Lejos de ser una exageración, sus palabras están respaldadas por la evidencia científica. Yebra explica que el cuerpo reacciona a los cambios de presión atmosférica y a la reducción de oxígeno en cabina, algo común en vuelos comerciales que se desarrollan a altitudes elevadas, con la presión ambiental ajustada a unos 2 400 metros de altitud. En este entorno, el oxígeno disponible en sangre disminuye ligeramente, lo suficiente como para generar efectos fisiológicos.

"Para compensar la falta de oxígeno, va a aumentar la frecuencia cardíaca, y por eso puedes notar palpitaciones", afirma. Una reacción normal que se produce como mecanismo de adaptación del organismo, pero que puede resultar molesta —o incluso peligrosa— para algunas personas con patologías previas. "Ojo, porque puede aumentar el riesgo de arritmias y de infarto", añade.

Los estudios médicos confirman que los vuelos en avión pueden tener efectos sobre el sistema cardiovascular. En una investigación publicada por Frontiers in Physiology, un grupo de 41 participantes fue expuesto a una cámara hipobárica que simulaba las condiciones de un avión volando a 2 100 metros de altitud. ¿El resultado? Su frecuencia cardíaca aumentó un 3,9 % y la variabilidad de la misma (HRV) disminuyó, lo que indica un mayor estado de alerta del sistema simpático.

Además, la Aviación Civil británica advierte que ciertos pacientes con enfermedades previas pueden ver reducida su saturación de oxígeno arterial hasta niveles que desencadenen hipoxia. Esta condición puede derivar en taquicardias leves y en una mayor demanda de oxígeno por parte del corazón, especialmente durante fases críticas del vuelo como el despegue o el aterrizaje.

Foto: La tensión puede medirse usando un tensiómetro (Freepik)

Si a los efectos de la altitud se le suma el consumo de alcohol, el riesgo se incrementa. Un estudio publicado en la revista médica Thorax analizó a voluntarios que habían bebido antes de exponerse a una simulación de vuelo a unos 2 400 metros de altura. Durante el sueño, la saturación de oxígeno de estos participantes cayó hasta el 85 % y su frecuencia cardíaca se elevó por encima de los 87 latidos por minuto.

Los investigadores concluyeron que esta combinación redujo de forma notable la calidad del sueño, prolongó el estado de hipoxemia (con niveles de oxígeno por debajo del 90 %) y generó un estrés cardiovascular considerable. De ahí que varios expertos y publicaciones —como Food & Wine o The Times— sugieran evitar el alcohol antes y durante los trayectos largos en avión.

"No es algo grave para la mayoría de las personas sanas", aclara Yebra, pero sí puede ser importante para quienes ya tienen alguna dolencia cardíaca. De hecho, la recomendación para pacientes con patologías coronarias, arritmias o problemas respiratorios es que consulten a su médico antes de volar, especialmente si se trata de vuelos de larga duración.

El Confidencial

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