Huracán Melissa: nuevo estudio revela que el calentamiento global intensificó el fenómeno y multiplicó su probabilidad de ocurrencia
El amanecer del miércoles trajo silencio y devastación a Jamaica. Un día después del paso del huracán Melissa, muchas familias permanecen incomunicadas, sin electricidad ni cobertura telefónica, y con sus viviendas bajo el agua. En la localidad de Black River, en el suroeste del país, donde el ciclón tocó tierra el martes 28 de octubre como una tormenta de categoría 5, los daños son descritos por los residentes como “apocalípticos”.
“Yo estoy bien, pero todavía no tengo noticias de mi familia, ya que los teléfonos no funcionan”, contó a la agencia EFE Daniel Buchanan, profesor de 33 años y oriundo de Black River, desde Kingston, la capital. “Muchas casas perdieron sus techos, un hospital que es patrimonio histórico y una clínica sufrieron daños. Lugares históricos como el juzgado, Waterloo House —el primer sitio del mundo en tener electricidad— y la iglesia parroquial quedaron destruidos”.

Imagen satelital del huracán Melissa. Foto:AFP
Las autoridades confirmaron que cuatro personas murieron, tres hombres y una mujer, todas en Black River, según informó Desmond McKenzie, ministro de Desarrollo Comunitario y responsable de la respuesta ante desastres. El primer ministro Andrew Holness declaró a todo el país “zona catastrófica” y advirtió, tras sobrevolar Saint Elizabeth, que “las imágenes de destrucción están por todas partes”.
Mientras tanto, el Centro Nacional de Huracanes (NHC) de Estados Unidos reportó que Melissa descendió este miércoles a categoría 1 mientras se aleja de Jamaica y se aproxima a Las Bahamas. Sin embargo, los meteorólogos advierten que sus bandas externas aún podrían provocar lluvias torrenciales y marejadas en el Caribe occidental.
Un huracán sin precedentesMelissa no solo fue devastador en términos humanos y materiales: según un análisis científico reciente, no habría ocurrido sin el cambio climático. El estudio ‘Climate Change Impact Attribution of Hurricane Melissa’, publicado hace tan solo unos minutos, concluye que el calentamiento global fue responsable del 79 % de la probabilidad de que un huracán de esta magnitud existiera, y que un evento de este tipo es ahora cuatro veces más probable que en el clima preindustrial.
El modelo IRIS (Sparks y Toumi, 2024), utilizado para la atribución, estima que el aumento de la temperatura global —que ya alcanza +1.3°C por encima de los niveles preindustriales— ha modificado la intensidad potencial (PI) de los ciclones tropicales, es decir, la energía máxima que pueden alcanzar dadas las condiciones atmosféricas y oceánicas.

Huracán Melissa en Jamaica. Foto:Redes sociales.
En el Caribe, la diferencia de PI entre 2025 y el periodo preindustrial es de +5 a +6 metros por segundo, lo que incrementa sustancialmente la fuerza de los vientos al momento del impacto. De acuerdo con el modelo, la velocidad máxima de los vientos de Melissa fue 7% superior a la que habría tenido en un mundo sin calentamiento global.
“El evento era improbable sin el cambio climático”, concluye el informe. En un escenario de +2°C, los huracanes podrían intensificarse todavía más, con vientos que aumentarían otros 2.1 metros por segundo, una tendencia que preocupa a los científicos y a las autoridades de países insulares.
El análisis también proyecta el impacto económico de este tipo de tormentas. Combinando los campos de viento del modelo IRIS con funciones de daño económico ajustadas por inflación y crecimiento poblacional, los investigadores calcularon que el 12% de las pérdidas económicas causadas por Melissa se deben directamente al cambio climático.

El potente huracán Melissa toca tierra en Jamaica con categoría 5 Foto:Redes sociales
En Jamaica, donde el valor total de los activos se estima en 74.000 millones de dólares, ese porcentaje equivale a miles de millones en pérdidas adicionales atribuibles al calentamiento global. En un escenario de +2°C, los daños aumentarían otro 4%, advierte el estudio.
Este indicador, denominado FAL (Fractional Attributable Loss), busca cuantificar el costo real del cambio climático sobre la infraestructura y la vida económica de las naciones vulnerables. “Los daños son ya casi totales en las zonas impactadas, por lo que un mayor calentamiento difícilmente aumentará el número de estructuras destruidas, pero sí la magnitud del impacto”, señala el informe.
Black River, símbolo de la vulnerabilidad climáticaLa destrucción en Black River, sede de valiosos edificios patrimoniales, ilustra el alcance de la catástrofe. Techos arrancados, calles cubiertas de escombros, hospitales colapsados y una población sin comunicación definen el panorama de un país que enfrenta la emergencia con recursos limitados.
“Estamos haciendo todo lo posible para llegar a las comunidades más afectadas”, dijo el ministro McKenzie en una rueda de prensa. Las labores de rescate avanzan lentamente por los deslizamientos y las inundaciones, mientras la energía eléctrica sigue cortada en gran parte del suroeste.
El huracán Melissa deja tras de sí una doble lección: la urgencia de atender la emergencia humanitaria inmediata y la necesidad de frenar el calentamiento global que multiplica la fuerza de estos desastres. Porque, según la ciencia, Melissa no fue una coincidencia meteorológica, sino una advertencia climática.
Periodista de Medioambiente y Salud
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