A medio camino entre Sevilla y Jaén se encuentra una ciudad con una arquitectura y una gastronomía asombrosas

El pasado romano, judío, árabe y cristiano se han ido dando la mano en una ciudad andaluza, capital de provincia, y han dejado un importante legado histórico, artístico y gastronómico que hacen que figure en el 'top ten' de lugares imprescindibles para visitar. Su situación estratégica, cercana al río Guadalquivir que antes era navegable así como la herencia de los distintos pueblos asentados en sus tierras la han convertido en un lugar privilegiado. Su nombre, Córdoba.
Entre Sevilla y Jaén, a medio camino entre estas ciudades se encuentra este destino ideal para los amantes de la cultura y las tradiciones. Tal es así que fue declarada Patrimonio de la Humanidad (1994) por sus monumentos y estado de conservación de los mismos. En 2012 su Fiesta de Los Patios fue reconocida como Patrimonio Cultural Inmaterial de la Humanidad y en 2018, la Ciudad Califal de Medina Azahara también ha recibió el mismo título.
El listado de espacios para visitar y contemplar es muy extenso aunque el que sin duda caracteriza a Córdoba es su Mezquita-catedral. Se trata del monumento más importante de todo el Occidente islámico. En su historia se resume la evolución el estilo omeya en España, además de los estilos gótico, renacentista y barroco de la construcción cristiana.

El Alcázar de los Reyes Cristianos es una fortaleza y palacio en el que restos romanos y visigodos conviven con los de origen árabe en este lugar, predilecto de los distintos gobernantes de la ciudad. Sorprenden cuatro torres (de Los Leones, del Homenaje, de La Inquisición y de Las Palomas) así como las dependencias que se articulan en torno a patios.

Existe un puente romano desde el que se contemplan unas interesantes vistas, sobre todo, al atardecer. Este puente fue levantado en el siglo I a.C. aunque a lo largo de la historia ha sufrido diferentes remodelaciones.
El Palacio de Viana concentra en un solo lugar la mayor colección de patios de Córdoba – 12 patios de cinco siglos- y una de las casas señoriales más importantes de España.
Otros monumentos son la Capilla Mudéjar de San Bartolomé, la Sinagoga, la Torre de Calahorra, las Caballerizas Reales, la plaza de la Corredera o el templo romano. No faltan conventos, casas palacios, conjuntos escultóricos – como el Cristo de los Faroles- o baños árabes.

El visitante tendrá intensas jornadas para poder disfrutar y contemplar las maravillas arquitectónicas que ofrece esta ciudad y a la que se suma otra maravilla, la gastronómica.
Fruto de la herencia de diferentes pueblos se han ido conservando diferentes platos que, actualmente, son un manjar para quien los deguste. En la época veraniega, sobre todo, el salmorejo es uno de los platos fríos más refrescantes y con más vitaminas. Se trata de una crema (tomate, ajo, pan, aceite y servido con huevo duro y jamón) que conquista cualquier paladar. El flamenquín es un empanado en forma de rulo donde se envuelve carne con jamón, que se rebozan en harina y huevo y se fríen en una sartén con aceite de oliva bien caliente. Berenjenas fritas con miel de caña o guiso de rabo de toro son otros de los platos que no faltan en las cartas cordobesas y regadas con vinos de la tierra, de la Denominación de Origen Montilla-Moriles. Para terminar, pastel cordobés, una torta de hojaldre rellena de cabello de ángel, pueden poner la guinda a su viaje.
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