Cézanne y el encanto provenzal de Aix-en-Provence
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Durante gran parte de su vida la obra de Cézanne pasó inadvertida, a pesar de haber dejado para la posteridad 1.000 pinturas y 600 acuarelas, pero tras su muerte se le reconoció como el 'padre de la pintura moderna' y, ahora en 2025, Aix-en-Provence, la principal ciudad donde residió y plasmó su producción pictórica, homenajea al hombre, al artista y a su obra, con una gran exposición internacional y mostrando la restauración de su casa familiar y de su último taller.
El agua y la luz son una constante en esta ciudad del sur de Francia que roza los 150.000 habitantes, un hecho que cautivó a Cézanne hasta el fin de sus días. El pintor amaba ese encanto retro de esta ciudad provenzal que hay que recorrer con sosiego, sin prisas, para sentarse en sus animados cafés de las terrazas viendo las fuentes burbujeantes de agua, a menudo cubiertas de musgo, o disfrutar del olor del pan de pueblo en un laberinto de callejuelas y de plazuelas, a la sombra de los plátanos, donde siempre surge un anticuario o un mercado de flores con mucho encanto.
Cézanne y otros pintores como Picasso o Van Gogh buscaron su inspiración en la ciudad y sus alrededores. El casco viejo, sobre todo en el entorno de la Cours Mirabeau, cautiva con sus cafés y sus villas de los siglos XVII y XVIII y el ruido del agua en la inmensa Fuente de la Rotonde (1860) con sus tres estatuas dedicadas a las artes, la agricultura y la justicia. Es fácil imaginar como Cézanne y su amigo Émile Zola podían disfrutar de sus aperitivos vespertinos charlando en el Café Les Deux Garçons, aunque desgraciadamente un incendio producido el 1 de diciembre de 2019 redujo a cenizas este histórico local y todo el edificio sigue hoy encapsulado esperando una restauración milagrosa.
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Zola y Cézanne eran compañeros en el el instituto Bourbon, hoy Liceo Mignet, y su amistad derivó en una relación casi de hermanos. Al pintor le encantaba pasear por los campos de Aix con su mágica luz, pero también podía caminar con su gran amigo hasta la plaza del Hotel de Ville, presidida por su popular Torre del Reloj, los martes, jueves y sábados por la mañana cuando se despliega el mercado de las flores. Los vecinos siguen concentrándose en este lugar para disfrutar de los aromas y de unas sabrosas galletas de pasta de almendra con forma de rombo o de labios de mujer y aroma de fruta que se llaman 'calissons'. El escenario es tan popular como la plaza Richelme que ocupan cada mañana los agricultores y los productores para vender aceitunas, quesos, frutas y foie-gras, un espectáculo de color ideal para los instagramers.
A solo 200 metros de los vendedores de frutas asombra la Plaza de Albertas, que data del siglo XVIII y está rodeada de elegantes edificios barrocos y rococó. Para todos es la más hermosa de la ciudad muy al estilo de las plazas reales parisinas y embellecida por una gran fuente. Richelme y Albertas están en el camino que se dirige al atelier de Cézanne para palpar la intensidad del pintor en su escondite preferido entre sus objetos más personales, su delantal para pintar, los modelos de sus últimos bodegones, sus muebles, sus garrotas para caminar, la pipa de los jugadores de cartas y otros materiales de trabajo.

Cézanne decidió refugiarse en este lugar tras sus años de trabajo en París porque buscaba un espacio de paz y tranquilidad para dedicarse por completo al estudio y al arte y ahora este Taller de Lauves ha vuelto a abrir remodelado el 28 de junio exponiendo la última paleta del artista que sorprende tanto como los cráneos humanos, ahora protegidos por un cristal de seguridad, o las cestas de mimbre donde guardaba manzanas, la fruta que le gustaba más estudiar y pintar. Con la renovación del atelier, completamente reformado por primera vez, se ha abierto un centro de interpretación y un puente que lo conecta con el taller y su estudio de 50 m² en la planta superior inundado de luz natural.
Esa mágica luminosidad de las tierras de Aix se puede admirar en las canteras de Bibémus, muy próximas a la ciudad en una mágica planicie rocosa que fue utilizada en una parte durante mucho tiempo como cantera de piedra para los edificios de los siglos XVII y XVIII que embellecieron Aix-en-Provence.
En la época de Cézanne, la canteras estaban prácticamente abandonadas, lo que aprovechó el pintor para alquilar una pequeña cabaña donde podía guardar sus telas y sus utensilios de trabajo e incluso dormir si lo necesitaba. Desde este lugar Cézanne podía admirar una vista de la montaña Sainte Victorie, su obsesión pictórica, pues la plasmó en varios cuadros (44 oleos y 43 acuarelas), muchos de ellos entre 1902 y 1906, el prolífico periodo de Cézanne antes de su fallecimiento.
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De vuelta a la ciudad hay que acercarse al segundo espacio de Cézanne más visitado en Aix-en-Provence: la Bastide du Jas de Bouffan. La consideró su finca familiar, un hogar para vivir y marco de sus primeras obras y su taller de creación, y fue adquirida por su padre en 1859. Durante 40 años Cézanne encontró aquí su inspiración.
En la planta baja pintó una docena de murales en el gran salón cuando era joven e instaló su caballete en el parque frente a la casa, el estanque y sus estatuas plasmando en esta etapa de su vida treinta y seis óleos y diecisiete acuarelas. Ahora, después de una meticulosa restauración, se pueden admirar esas pinturas de las paredes del salón en un gran montaje lumínico y el taller que instaló en la planta superior del edificio.
Otra novedad en relación con el pintor está relacionada con la gastronomía ya que en la Villa Gallici, el cinco estrellas más lujoso de la ciudad, se ofrece un menú que lleva el nombre de Cézanne. Christophe Gavot, chef del restaurante La Taula durante los últimos 22 años, se adjudicó el concurso para elegir esta propuesta culinaria que «trata de modernizar la comida preferida de Cézanne basada en las verduras, sobre todo las alcachofas, el pescado y las manzanas».
Christophe elabora tres platos con productos que varían según la temporada por un precio de 135 euros, pero en su carta abunda la buena cocina francesa con especialidades como la langosta fría y una sopa cremosa de camarones, los espárragos verdes con albahaca y mascarpone o el tiramisú.
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El año de Cézanne se completa entre el 28 de junio al 12 de octubre en el Museo Granet que acoge una exposición internacional con un centenar de obras maestras, entre las que se encuentran 90 cuadros de Paul Cézanne y varios préstamos de grandes museos franceses e internacionales, como el Museo de Orsay. La visita a la exposición, titulada 'Cézanne au Jas de Bouffan', se puede entender mejor con la interesante película de 30 minutos que proyecta el Hôtel de Caumont sobre la azarosa vida del artista y con la visita al Hôtel de Gallifet, hoy centro de arte contemporáneo, que ha preparado una exposición ('Echos de Cézanne') del 1 de julio al 28 de septiembre.
Nicolás Mazet, propietario de este edificio, ha contado con 40 artistas contemporáneos para esta muestra con un objetivo. «Nosotros abrimos este centro hace quince años -comenta en su jardín- para que el próximo Cézanne tenga un lugar en su propia ciudad donde pueda exhibir su trabajo. Él nunca logró durante su vida mostrar un cuadro dentro de un museo de arte de Aix-en-Provence y lo que queremos es que la gente tenga ahora capacidad de ver la pintura de hoy juzgándolo por si mismo y sin ninguna presión».
ABC.es