Cómo supera el cerebro la tusa por una ruptura emocional

Terminar una relación amorosa puede parecer el fin del mundo para muchas personas y no es para menos, teniendo en cuenta que el corazón roto duele, pero no es solo una metáfora y la ciencia ha demostrado que el cerebro responde al desamor como si estuviera enfrentando un dolor físico o incluso un síndrome de abstinencia.

Un reciente artículo científico del Social Psychology Today se dio a la tarea de entender este fenómeno y saber “¿Cuánto tarda en superarse una ruptura?”, encontrando que todo depende de múltiples factores, pero lo que está claro es que el desapego emocional es, ante todo, un proceso neurobiológico.

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La doctora Melanie Greenberg, psicóloga clínica e investigadora, explica en este artículo que el cerebro humano reacciona intensamente al rechazo romántico. En un estudio con escáneres cerebrales (IRMf), neurocientíficos de la Universidad de Columbia evaluaron a personas recientemente abandonadas.

Mientras observaban fotos de sus exparejas y pensaban en momentos compartidos, sus cerebros activaron las mismas regiones que responden al dolor físico como son la ínsula y la corteza cingulada anterior.

Dicho de forma simple, esto sugiere que el cerebro interpreta el desamor con el mismo nivel de prioridad que una herida física y aunque los científicos aún debaten si se trata de una respuesta directa al “dolor emocional” o a la importancia que el cerebro le asigna a esa pérdida, el impacto es innegable.

“Desde una perspectiva evolutiva, tanto el rechazo como el daño corporal podrían haber sido amenazas a la supervivencia, y por eso el sistema nervioso responde con fuerza a ambos”, informaron.

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Abstinencia severa

Un dato que llamó la atención en este reporte, fue que la ruptura no solo duele y también puede generar un comportamiento compulsivo similar al de una adicción. Otro estudio, realizado por las neurocientíficas Lucy Brown y Helen Fisher, mostró que personas aún enamoradas de una pareja que las rechazó experimentaban una intensa actividad cerebral en las regiones relacionadas con la recompensa y la motivación, como el área tegmental ventral, el cuerpo estriado ventral y el núcleo accumbens.

Estas mismas áreas están implicadas en la adicción a sustancias como la cocaína o la nicotina, debido a su relación con la liberación de dopamina.

Los participantes del estudio informaban comportamientos obsesivos como llamadas constantes, correos electrónicos impulsivos, visitas no deseadas y en términos neurológicos, es como si el cerebro, privado del “estímulo amado”, comenzara a exigirlo desesperadamente y así, el desamor se transforma en un síndrome de abstinencia emocional, con síntomas de ansiedad, impulsividad, obsesión y tristeza profunda.

Sin embargo, no todo en el cerebro conspira contra la recuperación, ya que en paralelo, se activan también zonas como la corteza orbitofrontal, la prefrontal y la circunvolución cingulada, todas ellas asociadas a la regulación emocional y al control de impulsos. Es decir, mientras una parte del cerebro clama por el regreso de la expareja, otra intenta calmar y ayudar a tomar decisiones más racionales.

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Para quienes se preguntan qué pueden hacer para acelerar la recuperación, los expertos recomiendan acciones concretas. Lo primero es evitar los detonantes como mirar fotos, leer mensajes o visitar lugares compartidos puede reactivar los “antojos” emocionales y generar recaídas.

También es fundamental interrumpir los pensamientos obsesivos. Usar técnicas de distracción como hacer ejercicio, ordenar la casa o hablar con amigos puede cortar los ciclos de rumiación.

Además, el ejercicio físico tiene efectos neuroquímicos directos que ayudan y liberan endorfinas, mejora el estado de ánimo y restablece niveles saludables de dopamina. Finalmente, un consejo poco popular pero muy útil es recordar lo negativo de la relación, ya que idealizar el pasado es común, pero hacer memoria de las decepciones o maltratos puede ayudar a reducir el apego emocional.

Superar una tusa, entonces, es más que un proceso emocional: es una experiencia cerebral compleja. La buena noticia es que el mismo cerebro que nos obsesiona con el amor perdido también tiene los recursos para ayudarnos a recuperarnos. Solo necesita tiempo, herramientas y un poco de compasión.