Nicolás Carvajal, el colombiano que remó más de 5.000 km solo en el Atlántico: 'Aprendí que la mejor compañía es uno mismo'

Desde pequeño, Nicolás Carvajal sintió atracción por las aventuras. Nació en Bogotá, pero su vida se trasladó pronto a Londres junto a su familia. Su camino profesional también fue extraordinario: se tituló como abogado y tenía un buen trabajo.
Sin embargo, el viaje que definió su vida tuvo lugar en la superficie cambiante del Atlántico. Impulsado por una pérdida personal –la muerte de su abuelo, quien padecía de cáncer–, Nicolás se propuso atravesar el océano Atlántico completamente solo, remando.
Aquel duelo se transformó en una promesa y luego en una travesía real. Construyó su propio bote en un taller prestado, se entrenó durante meses con ayuda de amigos y expertos, y se lanzó al mar para enfrentarse a olas de más de 10 metros, tormentas, vientos extremos y una profunda soledad. La mitad del viaje lo hizo con una muñeca fracturada, que sujetaba con cinta adhesiva para seguir remando.
El trayecto duró 84 días y cubrió más de 5.000 kilómetros hasta llegar a Georgetown, Guyana. Lo recibió su familia que lo seguía por medio de un GPS que actualizaba su ubicación cada seis hora.
Este logro no fue una meta cualquiera. Fue una forma de honrar la memoria de su abuelo, de apoyar una fundación contra el cáncer, y de encontrarse consigo mismo.
Hoy, Nicolás trabaja con veteranos de guerra en Inglaterra y hace parte del portafolio de conferencistas de DivinaMente Speakers, una empresa que se dedica a conectar empresas visionarias con las historias de líderes que mueven el mundo.
Ahora sueña con cruzar el océano Pacífico, solo y sin asistencia, en una expedición de más de 13.000 kilómetros. Este nuevo reto busca también apoyar una causa urgente: la salud mental en los hombres jóvenes.
En conversación con EL TIEMPO, Carvajal contó parte de su historia y de los aprendizajes de esta hazaña que le cambió la vida.
¿Cómo surgió la idea de cruzar el Atlántico a remo? Todo nació en un momento de crisis personal. Venía de un mundo corporativo donde, a pesar de tener éxito material, me sentía vacío. Una noche me pregunté de forma muy honesta: “¿Dónde puedo encontrar plenitud en la vida?”. Y justo en esos días vi una nota en un noticiero británico sobre un hombre que había cruzado el océano a remo. Cuando llegó a la playa, su bote se volcó, casi muere, y la esposa tuvo que entrar a las olas a buscarlo. Mis amigos lo consideraron un loco, pero a mí me pareció inspirador. Así fue.
¿Qué tuvo que sacrificar para llevar a cabo esta hazaña? Perdí mi relación sentimental y también tuve conflictos familiares. Emprender algo tan grande exige una obsesión que no deja espacio para el equilibrio. La gente habla de equilibrio como algo ideal, pero a veces hay que desbalancearse para poder priorizar. Mi familia, al principio, no entendía por qué quería hacer esto. Les parecía un acto de locura. En nuestra cultura, los hijos deben ser doctores, abogados, contadores, pero no exploradores. Creo que sintieron que habían fallado en algo como padres. Me preguntaban si estaba mal emocionalmente, cuando en realidad lo único que quería era probarme a mí mismo.
En sus conferencias nombra la importancia de la buena compañía, ¿quién lo apoyó en el proceso de preparación antes de zarpar?Un remador olímpico colombiano que vivía en Inglaterra me conectó con su entrenador, quien me dedicó un año completo de entrenamiento físico y técnico. También recibí ayuda de J. Vélez, el encargado de Bosi en Colombia, quien me apoyó en la logística. Y un amigo que hoy es como un hermano me prestó su astillero y me ayudó a construir la embarcación. Cuando uno persigue algo con todo el corazón, otras personas se inspiran y se movilizan para ayudarte.

Foto tomada por un barco que se encontró con Nicolas Carvajal en su expedición. Foto:Cortesía.
Hoy en día pensamos que estar solo es estar sin compañía, pero la realidad es que uno puede encontrar compañía y conexión en la naturaleza, uno puede encontrar compañía y conexión con uno mismo. La mejor compañía, descubrí, es uno mismo. Yo soy un una persona introvertida que le gusta tener espacios de reflexión, y en ese periodo aprendí que la vida es corta y tenemos que ser muy cuidadosos con las personas con las que les gastamos el tiempo. Además, reafirmé el amor por mi familia y la importancia de estar presente en los momentos que compartimos.
¿Cómo logró transformar el duelo por su abuelo?Yo creo que muchas personas hacen cosas por dolor y lo que uno no puede dejar es que ese dolor te dé una fuerza que te destruya o te coma. Lo hice eligiendo que ese dolor se manifestara como un homenaje, y la realidad es que eso fue en gran parte lo que me brindó la resiliencia que necesitaba para lograrlo.
¿Qué ocurrió cuando llegó finalmente a tierra? No vi tierra, la olí. En Guyana no hay grandes edificios, pero hay diques, y el olor fue lo primero que me golpeó. Faltando cinco kilómetros para llegar, la guardia costera se acercó con mis padres y me pidió lanzar una cuerda para remolcarme, pues las leyes del país no permiten entrar al puerto sin piloto. Por fortuna, el barco Rainbow Warrior 3 de Greenpeace escuchó mi conversación por radio y me ofreció una alternativa: remar hasta la orilla, saludar a mi familia, y luego regresar al mar para que me subieran con grúa a su barco. Así logré tocar tierra sin asistencia.
¿Se siente una persona distinta después de esta hazaña? No siento que haya cambiado, sino que confirmé quién soy. Sin embargo, la gente me percibe de otra forma. Hay personas que piensan que lo que hice es suicida, por ende dicen: "No, es que Nico es la persona más arriesgada y más aventurera que conozco." Hay otras personas que dicen: "Eso debería ser el reto mental más difícil del planeta, por eso Nico es la persona más fuerte que conozco". Cuando la realidad es que soy igual a todo el mundo.
"Todo pasa" es la frase que lo acompaña siempre, ¿por qué?Todo pasa es como mi lema de la vida, especialmente me lo digo en momentos bonitos porque cuando uno está pasando un momento duro, uno dice, "Bueno, algún día esto tendrá que pasar." Pero cuando uno está viviendo una vida privilegiada con agua caliente en la ducha, con comida en la mesa, con amigos, viajando, se le olvida a veces que eso también pasa. Para mí es lo que me me recuerda tener gratitud siempre.
En cuanto a su trabajo con veteranos de guerra, ¿qué ha aprendido en este proceso?Tristemente nosotros somos la generación que carga el bulto de la masculinidad tóxica. Ellos son soldados jóvenes que han vivido cosas horrendas, pero temen a ponerse en un espacio vulnerable y decir que están sufriendo, entonces les cuesta lidiar con eso porque piensan que van a ser percibidos como blanditos o como débiles. Con ellos he aprendido que no hay mejor herramienta para la sanación que la comunicación y darte la oportunidad de ser vulnerable, porque cuando se es vulnerable es cuando la gente que te ama tiene esa oportunidad de ayudarte.

En el fondo el barco Rainbow Warrior 3 de Greenpeace. Foto:Cortesía.
ÁNGELA MARÍA PÁEZ RODRÍGUEZ - ESCUELA DE PERODISMO MULTIMEDIA EL TIEMPO.
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