Durante el proceso de Péchier, las primeras explicaciones del acusado: «Se hizo todo lo posible para culparme de todos estos envenenamientos».

Doscientas personas en la sala, cien en la sala de transmisión contigua, decenas y decenas más permanecieron, tras horas de espera bajo la lluvia torrencial, en la puerta del juzgado de Besançon, un edificio no diseñado para acoger a tanta gente. El lunes 22 de septiembre, ocho años y medio después de su acusación, por fin había llegado el momento de que Frédéric Péchier rindiera cuentas ante un tribunal penal, lo cual no es lo mismo que en la intimidad del despacho de un juez de instrucción o en la comodidad de un encuentro personal con un periodista.
Frédéric Péchier, conocido por su silencio absoluto y su indiferencia durante la audiencia, demostró que se defendería con firmeza. Nunca perdió la paciencia, a pesar de los numerosos intentos de sus oponentes. Pero tras media hora de interrogatorio, ya había logrado superar la imagen de médico estrella con un ego inflado que algunos testigos habían pintado de él.
¿Era realmente prudente adoptar de inmediato este tono molesto e insolente para pedirle a la presidenta que "releyera" el expediente o señalar que "ya había formulado la pregunta al menos tres veces" ? ¿Era realmente necesario explicar a los fiscales generales que si un testigo de cargo en particular lo había incriminado, era porque se le había "preguntado mal" y que tendría que ser "reinterrogado correctamente" ? En su primer discurso en este juicio sin pruebas absolutas, donde la imagen proyectada corre el riesgo de ser decisiva, Frédéric Péchier no intentó apaciguar a sus jueces.
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Le Monde