Frente a la insoluble cuestión de los desiertos médicos, ¿se ha convertido la libertad de los médicos para ejercer su profesión en un privilegio?

Charles Bovary se desespera. Este médico rural, a menudo torpe y escuálido, fracasa en todo lo que hace. Siente que se está perdiendo algo de la vida y ve florecer las carreras de sus colegas en las grandes ciudades. Emma, ​​su esposa , también se desespera, pero por una razón completamente distinta: «Todo lo que la rodeaba, el aburrido campo, la pequeña burguesía imbécil, la mediocridad de la existencia, le parecía una excepción en el mundo, una suerte particular en la que se encontraba atrapada, mientras que más allá se extendía hasta donde alcanzaba la vista la inmensa tierra de la felicidad y las pasiones». La escritura flaubertiana nos deja pensando en la plenitud que se puede encontrar en los rincones más remotos de nuestro país . ¿Han leído demasiado los médicos franceses esta novela ^{del siglo} XIX?

Suzanne*, de 72 años y residente en un pequeño pueblo de Côtes-d'Armor, se plantea esta pregunta. No los juzgo, pero tengo la impresión de que no quieren venir a nuestra casa. Sin embargo…