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Fórmula 1: El otro legado de Ayrton Senna

Fórmula 1: El otro legado de Ayrton Senna

La fundación creada por su familia tras la muerte del legendario piloto de F1 lleva tres décadas ayudando a educar a la juventud brasileña.

La belleza de una leyenda también reside en la de su alma. La de Ayrton Senna, el eterno rey del Gran Premio de Mónaco con sus seis victorias, combinaba F1 y generosidad. Para el famoso piloto brasileño, fallecido en Imola en mayo de 1994, «si queremos cambiar algo, debemos empezar por educar a los niños». «Era muy sensible a la situación de su país», recuerda su sobrina, Bianca, ahora responsable de la marca Senna y presidenta de la Fundación Ayrton Senna, en honor a su madre. «Mi madre la creó y la dirigió durante treinta años. Estamos muy orgullosos de ella, ¡era el Ayrton de la educación!». En 1993, Brasil apenas llevaba siete años de la dictadura militar. «La economía del país seguía en muy mal estado». Ayrton, por su parte, quería que los niños de Brasil tuvieran tanta suerte como él. Quería devolver lo que tenía, pero sus donaciones a organizaciones benéficas y hospitales no eran suficientes. Se lo contó a mi madre en 1994, antes de que empezara la temporada, explicándole que quería hacer algo más profesional que sólo donaciones. Tras su fallecimiento, como familia decidimos cumplir su deseo y crear una fundación. »

Los antiguos patrocinadores de Ayrton Senna, entre ellos TAG Heuer, financian la fundación creada por su familia. Norio Koike

Gracias a donaciones de empresas, antiguos patrocinadores del piloto brasileño, como TAG Heuer, y regalías vinculadas a su imagen, la Fundación Ayrton Senna logró tomar el relevo del Estado para cambiar el país para mejor. No a través de la filantropía, sino a través de la educación, en un país donde el 90% de los niños reciben educación en escuelas públicas. Fiel a su enfoque de educación holística, sus proyectos han ayudado a más de 36 millones de estudiantes en 30 años. Pero también formar a más de 300.000 profesores y educadores. En este país, a lo largo de un siglo, todo ha progresado, excepto la educación. Llevamos veinte años desarrollando un auténtico programa socioemocional, cuyos resultados se pueden medir. Y ahora lo estamos aplicando a adultos, e incluso a empresas, para que todos puedan alcanzar su máximo potencial. Queríamos aportar los mejores conocimientos de diferentes sectores (economía, neurociencia, etc.) para combatir el fracaso escolar y transformar la educación en Brasil. La neurociencia es importante para comprender cómo los niños aprenden, leen y escriben, pero también para mejorar las habilidades emocionales que nos ayudan a tener éxito en la vida. Dado que Brasil es un país enorme, estamos orgullosos de lo que hemos logrado. Pero aún queda mucho por hacer.

lefigaro

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