Yo, Nora, hija de los mandeos en el exilio

La periodista sueca Nora Adin Fares proviene de la minoría mandea de Irak, seguidores de San Juan Bautista y víctimas de una creciente persecución desde 2003. Como muchos mandeas, su familia abandonó las orillas del río Tigris para ir a Suecia. Pero transmitir las tradiciones resultó difícil en este nuevo contexto escandinavo.
Soy hija de un orfebre mandeo de Irak. Mi padre trabaja con este metal precioso desde niño y afirma ser capaz de identificar el oro auténtico simplemente pesándolo en la palma de su mano.
Aprendió su oficio de su padre, quien lo aprendió de su propio padre, y así sucesivamente. Todo nuestro linaje está formado por hombres cuyas manos eran capaces de transformar el oro en sofisticadas joyas que los maridos regalaban a sus esposas para expiar diversas indiscreciones.
Los mandeos, también llamados “sabeos”, consideraban que trabajar con este metal precioso era un logro espiritual. Son uno de los grupos religiosos más antiguos del mundo, siguen los preceptos tradicionales del gnosticismo [una doctrina que supone la salvación a través del conocimiento, adoptada por varias sectas cristianas heterodoxas en los siglos II y III d.C.] y veneran a Juan el Bautista [el último de los profetas del Nuevo Testamento, el hombre que bautizó a Jesús en el río Jordán].
Pertenecemos a esta antigua fe que se remonta a la época dorada de Mesopotamia, cuando nuestros antepasados se asentaron a lo largo de las orillas del Tigris, el Éufrates y el Nilo.
Courrier International