Ante Trump, Europa tuvo que elegir entre la guerra comercial y la deshonra. Eligió la deshonra, pero...

La reunión entre Ursula von der Leyen y Donald Trump en el campo de golf de Turnberry, Escocia, el 27 de julio fue catastrófica. Cabe preguntarse cómo fue posible que el presidente de la Comisión Europea aceptara participar en una actuación tan sórdida en nuestro nombre. Más allá de la conmoción por este desastre comunicacional, ¿aporta este episodio al menos algo positivo a los europeos en sus relaciones con los Estados Unidos de Trump? Parece improbable: es probable que este acuerdo haya sido un negocio inútil para Europa, tanto en Ucrania como en el ámbito económico.
El argumento ucranianoPara justificar abiertamente esta capitulación, la Comisión Europea y los gobiernos que aprobaron este acuerdo subrayan en primer lugar la necesidad de evitar una guerra comercial transatlántica debido a la guerra contra Ucrania: hay que hacer todo lo posible para impedir una brutal retirada estadounidense en el ámbito de la seguridad europea.
El argumento tiene peso, pues es evidente que, en áreas clave como la defensa antiaérea o la inteligencia, la contribución estadounidense al apoyo militar a Ucrania sigue siendo irremplazable a corto plazo. Una retirada total podría tener consecuencias dramáticas sobre el terreno, como ya se vio en el bastión de Kursk el pasado marzo, cuando Donald Trump cortó el acceso a la inteligencia estadounidense .
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Pero al mostrarse tan débil en un ámbito (el comercio internacional) donde la Unión, a priori, posee un peso económico decisivo y poderosos instrumentos (esta es competencia exclusiva de la UE), esta probablemente ha reforzado la idea, ya muy presente en Donald Trump, de que no tiene ninguna necesidad real de tener en cuenta las posiciones de la Unión Europea en ningún asunto, incluida la cuestión ucraniana. Esto es algo que el presidente estadounidense no dejó de dejar claro de inmediato a Ursula von der Leyen al no asociarla con la llamada telefónica realizada el 6 de agosto a ciertos líderes europeos cuando su ultimátum a Vladímir Putin se acercaba a su fecha de vencimiento.
La inconsistencia de la Unión EuropeaEste acuerdo con la UE, obtenido con una facilidad que probablemente desconcertó al propio Donald Trump, ciertamente lo ha convencido de que puede pactar lo que quiera con el presidente ruso – el reconocimiento de Crimea y los territorios conquistados como rusos, la no entrada de Ucrania en la OTAN o incluso en la UE, su posible desmilitarización… – sin arriesgarse a una reacción vigorosa de una Unión, completamente incapaz de resistirle, que en cualquier caso terminará cediendo una vez más.
En las últimas semanas, Donald Trump ciertamente ha alzado la voz contra el Kremlin por temor a quedar mal en este asunto, pero no cabe duda de que, en esencia, su postura no ha cambiado: sigue dispuesto a ceder ante las demandas esenciales de Rusia siempre que Vladimir Putin esté dispuesto a aceptar un alto el fuego que le permita presentarse como el artífice de la paz en Ucrania. Esto lo confirma la cumbre que se celebrará en Alaska el 15 de agosto .
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