Esta ciudad económica, entre playas e historia, merece una visita; una copa de vino cuesta 2 euros.

Lejos de los abarrotados pueblos costeros conocidos por ser una fuente de ingresos en verano, ¿buscas un destino exótico, asequible y auténtico? Hemos encontrado esta joya única que combina a la perfección visitas culturales, playas de ensueño y gastronomía asequible.
Nos encontramos en una región del extremo sur de Portugal conocida por sus playas doradas y su espectacular costa: el Algarve. Los viajeros pueden esperar días soleados, ya que la región cuenta con más de 3000 horas de sol al año, ideales para relajarse en sus cientos de playas.
Considerada a menudo la puerta de entrada a la región, esta ciudad costera que hemos elegido, Faro, es en realidad mucho más que una simple parada entre su antigua ciudad fortificada y sus encantadoras plazas que invitan a la dulzura de la vida portuguesa, a sus joyas arquitectónicas testigos de siglos de historia y a su emoción al caer la noche.

Lo mejor de todo es que es un destino excelente para descubrir vinos portugueses como el Duero, el Alentejo o el Vinho Verde a precios inmejorables. En un bar o tasca local, puedes esperar pagar 2 euros por una copa, aunque en las vinotecas puede llegar a costar entre 5 y 8 euros como máximo.
Estamos disfrutando del sol en la Praia de Faro, la playa más popular de la ciudad, con sus 5 kilómetros de arena fina y dorada donde podrás relajarte en tumbonas con sombrillas. Cerca, hay numerosos restaurantes y cafeterías donde el "prato do dia" (plato del día) cuesta entre 8 y 12 euros, bebida incluida. Pero si buscas tranquilidad, te recomendamos la Praia do Anção en verano, siempre que lleves algo para picar. Desde esta íntima playa, puedes explorar el Parque Natural de la Ría Formosa por senderos que serpentean entre las dunas y el pinar.

La Ría Formosa es una laguna costera protegida que alberga una vegetación y fauna únicas. Sus islas barrera son de visita obligada, la mayoría de las cuales solo son accesibles en barco o ferry desde Faro. En una excursión de un día, descubrirá playas vírgenes y avistará flamencos, espátulas, cigüeñas blancas y muchas otras especies de aves. Recorrer estas islas es aún más mágico al atardecer.
De regreso a tierra firme, asegúrese de explorar la plaza principal, Largo da Sé, donde se encuentran las mejores joyas de Faro, como su famoso Palacio Episcopal encalado del siglo XVI, la Catedral y el Ayuntamiento de estilo renacentista.
Por la noche, el puerto deportivo, que brilla con mil luces y sus terrazas de bares y restaurantes, invita a saborear la gastronomía local elaborada con marisco fresco (en guiso y arroz), pulpo, pescado a la plancha y dulces típicos, como el famoso pastel de nata. Y no faltan las cenas con vistas, con sus numerosas azoteas con vistas al agua y a la Ría Formosa. Después del festín, un espectáculo de fado tradicional es imprescindible antes de un romántico paseo junto a los barcos...
Aunque la temporada alta de turismo, de junio a agosto, puede ser extremadamente calurosa, un viaje fuera de temporada, en otoño o primavera, te permitirá disfrutar mejor de la belleza natural y arquitectónica de Faro. ¡Un consejo!
L'Internaute