Cómo los directores ejecutivos perfeccionan y aprovechan su intuición


Imágenes de Deagreez/Getty
En 2008, Uber parecía una idea terrible. Los obstáculos regulatorios, un modelo de negocio no probado y la inquietante propuesta de pedir el coche de un desconocido desde una aplicación de smartphone hicieron que la mayoría de los inversores experimentados dudaran. En teoría, no tenía sentido. Pero algunos de los primeros inversores sintieron algo más. No certeza, sino claridad. Algo interno hizo clic.
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