Giorgio Dell'Arti, el vizconde del periodismo italiano que nos salva de la retórica

La obra del autor
Porque la curiosidad es filosofía. Oda al autor de “Anteprima”, el boletín de autor prodigioso, Biblioteca d'Alessandria y Babele giornalistica quotidiano

Donde se explica por qué Giorgio Dell'Arti merece el título de vizconde por méritos culturales en el desierto nacional conformista contemporáneo. El barón Jean Mollet, que Dios lo bendiga, figura significativa de la Patafísica, la ciencia de las soluciones imaginarias, sostenía que " no basta no tener títulos académicos, mucho más importante es estar seguro de no haberlos merecido".
La discusión sobre los verdaderos títulos de las cualidades intelectuales, introducida recientemente por la derecha victimista ahora en el gobierno, exige que se nombren personajes públicos verdaderamente “dignos” de ser considerados precisamente intelectualmente, ergo, digamos, “fiables” en términos de creatividad, calidad y, sobre todo, postura individual. En este sentido, mirando alrededor, tratando de ir más allá del bosque amigable de brazos extendidos, osados descensos y ascensos de descarada banalidad, mediocreismo y de nuevo edificante mediocridad, sobre todo "de izquierdas", he aquí un modo de ver surgir el rostro y el nombre de un auténtico talento bien conocido que parece responder sólo a sí mismo y más aún a su propia creatividad, y todavía por supuesto a su propio bagaje cultural, donde este último ha de ser considerado en el más alto sentido ilustrado, es decir, como decían los estimados enciclopedistas, afirmando que " la curiosidad es filosofía".
El nombre que parece responder a estas connotaciones corresponde al rostro de Giorgio Dell'Arti, quien, en este sentido, así como el citado Mollet había recibido la investidura de barón directamente del poeta Guillaume Apollinaire , en este otro caso el escritor le concede el título de vizconde. No se trata en absoluto de “reducirlo a la mitad”, citando a Italo Calvino de “ nuestros antepasados” , pues posee una plenitud y una postura que eleva la sabiduría, el desencanto, la ironía y el talento humano verdaderamente envidiables. No debe sorprender que en estos últimos días el vizconde Dell'Arti, hijo de artista, cuyo padre Consalvo fuera un rostro, aunque fugaz, del cine italiano, inscrito en el cuadro de honor de los actores de carácter, el electo vizconde Giorgio Dell'Arti, decíamos, a quien debemos entre otras muchas cosas un prodigioso boletín que lleva el nombre de Anteprima (quien no lo conozca debería darse prisa en suscribirse a su Biblioteca d'Alessandria e Babele giornalistica quotidiano) presente en estos últimos días en la Feria del Libro de Turín…
Ah, lo olvidaba, entre las obras de nuestro vizconde brilla una biografía ensayística que saca a Camillo Cavour del polvo ceremonial para devolverle su profundidad fuera de cualquier cátedra gestatorial del Risorgimento: Cavour. Vida del hombre que hizo Italia, Marsilio, 2011, y también un diccionario sobre las deidades mitológicas del Olimpo, sin olvidar Il catalogo dei vivere… Decíamos sin embargo que el vizconde Dell'Arti, con una rapidez indescriptible, en solo cuatro días acaba de traer al mundo de las gracias editoriales un libro de récords que se ha encontrado despoblando precisamente bajo el cielo del Lingotto: un ensayo sobre el no menos recientemente elegido pontífice Robert Francis Prevost, repito, elaborado en solo cuatro días, ciertamente no con la prosaica intención de triunfar en el Libro Guinness de los Récords, si acaso para confirmar el talento y el brío de su autor e incluso algo más: León XIV El Papa americano. La primera biografía, Compagnia Editoriale Alberti. Curiosamente, pocos han notado que el obispo de Roma comparte el mismo apellido que el autor de “Manon Lescaut”, un texto fundamental para comprender la desesperación amorosa en presencia de una heroína dotada de una rara amoralidad.
Que se sepa en este sentido que los Augias y cualquier otro autor de alta funcionalidad mediática-espectacular de la Selección del Reader's Digest, para quien lo recuerde, con aspecto cardado y traje de administrador de condominio en bata suscrito al Club degli editori y a Storia Illustrata si no a una enciclopedia Conoscere, no tienen más que tomar ejemplo de las cualidades del Vizconde Dell'Arti. Resulta extraño o quizá esclarecedor que la periodista de minucias literarias Loredana Lipperini, de quien hemos oído poco o nada polémico sobre, digamos, los irrelevantes unicornios de una Chiara Valerio así como sus risibles podcasts, se sintiera en cambio obligada a burlarse de la empresa dellartiana, entregando así implícitamente ulteriores patentes de nobleza al hombre que ya figuraba entre las columnas inventivas de La Repubblica en sus años dorados scalfarianos a partir del suplemento semanal de Venerdì, pero igualmente digna de recordar es la experiencia del periódico de Wimbledon.
El escudo de armas otorgado al vizconde Giorgio Dell'Arti muestra una banda roja sobre fondo blanco coronada por una concha dorada, como en el escudo de armas de Camillo Benso y, recordando la reciente aventura biográfica-narrativa de un papa estadounidense al inicio de su carrera, un corazón en llamas traspasado colocado sobre un libro: dado que se trata del laico Dell'Arti, ciertamente no se trata de un texto sagrado de las Escrituras, sino, más prosaicamente, de una cita de su " Biblia pagana" , publicada por Clichy en 2016. En cuanto al lema, pensando en los esplendores y miserias de colegas escritores con tristes ambiciones, como ocurre en la infeliz conciencia de los comerciantes, por lo tanto no merecedor del mismo tratamiento del Almanaque de Gotha, en este caso enciclopédico-cultural, en el cartucho personal hay una forma de leer: Estilo, no antecámaras.
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