Ciencia, ¿aprender un nuevo idioma? Las mentes jóvenes más ágiles de ChatGpt

Incluso las máquinas más inteligentes no pueden competir con las mentes jóvenes cuando se trata de aprender idiomas. Los investigadores comparten nuevos hallazgos sobre cómo los niños están por delante de la IA y por qué esto es importante. Si un humano pudiera aprender un idioma tan rápido como ChatGPT, tardaría 92.000 años. Si bien las máquinas pueden procesar enormes conjuntos de datos a la velocidad del rayo, cuando se trata de adquirir lenguaje natural, los niños dejan a la IA en el polvo. Un nuevo marco publicado recientemente en la revista Trends in Cognitive Sciences por la profesora Caroline Rowland del Instituto Max Planck de Psicolingüística , en colaboración con colegas del Centro ESRC LuCiD en el Reino Unido , presenta un nuevo marco para explicar cómo los niños logran esta notable hazaña.
Los científicos ahora pueden observar, con un detalle sin precedentes, cómo los bebés interactúan con sus cuidadores y su entorno, gracias a los recientes avances en herramientas de investigación como el seguimiento ocular en la cabeza y el reconocimiento de voz con IA. Sin embargo, a pesar del rápido crecimiento de los métodos de recopilación de datos, los modelos teóricos que explican cómo esta información se traduce en un habla fluida se han quedado atrás. El nuevo marco cubre esta brecha. Sintetizando una amplia gama de datos de la ciencia computacional, la lingüística, la neurociencia y la psicología, el equipo de investigación propone que la clave para comprender cómo los bebés aprenden el lenguaje mucho más rápido que la IA no reside en la cantidad de información que reciben, sino en cómo la aprenden .
A diferencia de las máquinas que aprenden principalmente y de forma pasiva a partir de textos escritos, los niños adquieren el lenguaje a través de un desarrollo activo y evolutivo , impulsado por el crecimiento de sus habilidades sociales, cognitivas y motoras. Los niños usan todos sus sentidos (vista, oído, olfato, escucha y tacto) para comprender el mundo y desarrollar sus habilidades lingüísticas. Este mundo les proporciona señales ricas y coordinadas de múltiples sentidos, lo que les proporciona pistas diversas y sincronizadas que les ayudan a comprender cómo funciona el lenguaje. Y los niños no solo esperan a que el lenguaje les llegue; exploran activamente su entorno, creando continuamente nuevas oportunidades de aprendizaje. "Los sistemas de IA procesan datos, pero los niños realmente los viven", dice Rowland. "Su aprendizaje es corporizado, interactivo y profundamente arraigado en contextos sociales y sensoriales. Buscan experiencias y adaptan dinámicamente su aprendizaje en consecuencia: exploran objetos con las manos y la boca, gatean hacia juguetes nuevos y emocionantes o señalan objetos que les parecen interesantes. Esto es lo que les permite dominar el lenguaje tan rápidamente". Estos descubrimientos no solo transforman nuestra comprensión del desarrollo infantil, sino que también tienen implicaciones de gran alcance para la investigación sobre inteligencia artificial, el procesamiento del lenguaje en adultos e incluso la evolución del lenguaje humano. «Los investigadores de IA podrían aprender mucho de los bebés», afirma Rowland. «Si queremos que las máquinas aprendan el lenguaje tan bien como los humanos, quizá debamos replantearnos cómo las diseñamos, desde cero».
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