Una investigación revela una piel artificial inteligente que detecta el tacto como la piel humana.

Parece piel, pero es mucho más: puede percibir el tacto, comprender dónde ocurre e incluso interpretar su intensidad. No se trata de ciencia ficción, sino de una de las innovaciones más sorprendentes de los últimos años, fruto de la colaboración entre la Escuela Superior Sant'Anna de Pisa y la Universidad Federal de Uberlândia, Brasil.
El estudio, publicado recientemente en la revista internacional Nature Machine Intelligence , describe una piel artificial que emula con gran fidelidad las funciones táctiles humanas. El resultado se basa en sensores de fibra óptica de última generación y algoritmos de inteligencia artificial diseñados para imitar el funcionamiento del sistema nervioso humano. En conjunto, estos elementos permiten el reconocimiento y la localización precisos del punto de contacto, así como la evaluación de la intensidad del estímulo.
La piel artificial no sólo detecta el tacto: lo “entiende” igual que lo hace el sistema nervioso humano.
«La percepción del tacto es una función esencial para los humanos: nos permite reconocer y localizar estímulos físicos, explorar el entorno e interactuar de forma segura con el mundo exterior», explica Calogero Oddo, profesor asociado de Bioingeniería en la Escuela Sant'Anna y coordinador del proyecto. «Reproducir artificialmente este complejo sentido es uno de los retos clave en el diseño de robots colaborativos y prótesis biónicas».
Cómo funciona y su potencial La base de esta tecnología es una red neuronal de dos capas: la primera simula la adaptación lenta y rápida de los mecanorreceptores humanos, mientras que la segunda reproduce el mapa somatotópico generado por las neuronas en un área cerebral clave para la percepción táctil. En la práctica, la piel artificial no solo detecta el tacto, sino que lo "entiende" igual que el sistema nervioso humano.
El potencial es enorme: prótesis biónicas capaces de proporcionar sensaciones táctiles realistas a sus portadores, robots colaborativos que interactúan de forma segura con las personas e incluso dispositivos portátiles inteligentes de monitorización y asistencia.
«Desde la cuarta revolución industrial, la interacción hombre-máquina se ha convertido en un elemento clave en muchos sectores de la robótica», añade Oddo. «La capacidad de dotar a los robots de un sentido del tacto artificial inspirado en el tacto humano permite que esta interacción se produzca de forma segura, intuitiva y eficaz, mitigando el riesgo de lesiones para quienes trabajan con estas tecnologías».
Además, la piel artificial que hemos desarrollado también abre nuevas perspectivas en el sector de la biónica: las tecnologías de asistencia y rehabilitación de próxima generación estarán equipadas con sensores táctiles inteligentes para restaurar o aumentar la información táctil mediante retroalimentación cutánea o neuronal realista. Esta piel inteligente representa, por tanto, un puente entre el mundo biológico y el tecnológico. Y si hoy puede reconocer el tacto, en el futuro podría convertirse en la pieza clave para dotar a los robots —y a las prótesis— de una sensibilidad sin precedentes.
İl Denaro