Cellino, Galliani y esa resaca de Miami: cómo llegó Allegri al Milán por primera vez

Max Allegri regresa a Milán. Esta vez no es necesario liberarlo de ningún contrato, así fue la primera vez. Nochevieja 2006, Miami. Adriano Galliani, vicepresidente del Milán, y Massimo Cellino, presidente del Cagliari, cenan con amigos. Mientras esperamos la mesa, un aperitivo. Galliani toma una copa de Chardonnay, Cellino ve que todos piden Martini y se suma, excepto que en los EE. UU. el Martini es una bebida espirituosa con una generosa dosis de ginebra. Cellino, poco acostumbrado al alcohol, se bebe dos o tres tragos. El supersticioso Galliani señala: «Massimo, somos 13 en la mesa...». Ni siquiera tiene tiempo de terminar la frase cuando Cellino se desploma en el suelo: ¡bang! Coma ético. Galliani tranquiliza a la esposa de Cellino: «Francesca, vete a casa con los niños. Yo seguiré a Massimo a urgencias». Llega una mega ambulancia, centelleando como un parque de atracciones, con dos enfermeras enormes, una de ellas negra con Ray Bans. Escena de Miami Vice. Lo llevan al Hospital Monte Sinaí. Lo colocan en una cama en la sala para hacerle algunos exámenes. Cellino se despierta a las 3 de la mañana. Ve a Galliani sosteniéndole la mano y todo es blanco a su alrededor. Está convencido de que está muerto, porque no recuerda la cena ni la enfermedad. El samaritano Adriano le cuenta todo. Cuatro años después, cuando Galliani apareció para pedirle el puesto de entrenador, Cellino, en agradecimiento, liberó a Allegri sin problemas y sin pedir un solo euro. El jugador del AC Milan Max intentará ganar otro campeonato en su primer intento. Galliani y Cellino acaban de descender, uno en el campo, el otro en la secretaría. Un martini para los dos. Fuerte, estilo americano.
La Gazzetta dello Sport