Basílica de San Clemente: Un viaje a los secretos subterráneos de Roma

En el corazón de la capital, a pocos pasos del Coliseo, escondida en una tranquila plaza, se alza la Basílica de San Clemente . Pero llamarla simplemente "basílica" es quedarse corto: es, de hecho, un verdadero "viaje vertical" a la memoria de Roma, un emotivo descenso a siglos de historia, espiritualidad y arte. No es casualidad que sea tan querida por peregrinos, eruditos y viajeros de todo el mundo: aquí, más que en ningún otro lugar, la ciudad se revela como un "palimpsesto viviente", donde cada época ha dejado una huella tangible, preservada bajo nuestros pies.
Al entrar en la iglesia superior del siglo XII, nos recibe una atmósfera solemne y luminosa: los mosaicos del ábside brillan con el oro del Paraíso, mientras que el coro de mármol del siglo VI, el suelo cosmatesco y los frescos del Renacimiento temprano nos recuerdan que el arte sacro es parte integral de la estructura. Pero es al descender que comienza la maravilla: bajo la basílica actual se encuentra una iglesia paleocristiana del siglo IV, cuyo encanto se conserva en los frescos medievales, considerados entre los más extraordinarios de todo el patrimonio artístico europeo.
Y aún más abajo, un último nivel nos remonta al siglo I d.C., cuando sobre estas tierras se alzaban una domus romana , un mitreo y un gran edificio público, atravesados por las aguas subterráneas de la antigua Roma, una mezcla perfecta de religión, civilización y mito, donde cada piedra cuenta la historia de la transición del Imperio al cristianismo.
Los orígenes entre el misterio y la feLa Basílica de San Clemente presume de una historia que se remonta al siglo II d. C. En aquella época, el lugar estaba ocupado por una casa patricia perteneciente a Tito Flavio Clemente, uno de los primeros senadores romanos en convertirse al cristianismo. Cuando el cristianismo aún era perseguido, las habitaciones de su domus se convirtieron en un lugar de encuentro secreto para la comunidad cristiana. Un inicio íntimo y arriesgado, que ya presagiaba el destino espiritual del lugar.
Pero la Roma imperial era un crisol de cultos y símbolos, y ese mismo espacio se transformó posteriormente en un Mitreo: un templo dedicado a Mitra , deidad solar de origen persa, cuyo culto mistérico incluía ritos de iniciación celebrados en espacios subterráneos. Hoy resulta sorprendente recorrer los antiguos pasillos e imaginar las antorchas, los cantos rituales, la tensión sagrada de ese mundo subterráneo.
Con la llegada de la libertad de culto, sancionada por el Edicto de Constantino en el año 313 d. C., pudieron surgir las raíces cristianas. Así, sobre esa casa y ese Mitreo, se erigió una basílica: un lugar oficial de culto, consagrado por el papa Siricio, que mantuvo viva la memoria de los primeros creyentes romanos.
Sin embargo, el tiempo no perdonó a este edificio: en 1084, los normandos, bajo el mando de Roberto Guiscardo, saquearon Roma, y la basílica sufrió graves daños. Sus restos quedaron sepultados bajo cinco metros de escombros.
Pero su historia no terminó ahí. Unos años más tarde, el papa Pascual II decidió construir una nueva iglesia justo encima de la antigua. Era el año 1108 : así nació la Basílica Superior de San Clemente, que aún hoy recibe visitantes y fieles, suspendida sobre siglos de historia.
Los escenarios para admirarLa Basílica de San Clemente es un laberinto vertical donde las épocas se superponen como las páginas de un libro escrito en piedra. Cada escalón es un paso atrás en la historia, cada sala un fragmento vivo del pasado de Roma: la increíble interrelación de capas superpuestas ofrece una experiencia inigualable, capaz de narrar siglos de fe, arte y transformación urbana.
La Basílica Superior del siglo XIIEl recorrido comienza en la basílica hoy visible sobre el suelo, consagrada en 1108, donde la mirada queda inmediatamente atrapada por la espléndida pavimentación cosmatesca , una alfombra de mármoles de colores dispuestos en una geometría que danza bajo la luz.
El presbiterio es un triunfo de esculturas y símbolos: la Schola Cantorum con sus púlpitos medievales, el candelabro para el cirio pascual y elementos esculpidos de la iglesia más antigua. Pero la cúspide de la belleza se alcanza al observar el gran mosaico del ábside : una cruz dorada se recorta contra un cielo de lapislázuli, rodeada de figuras celestiales y vides.
En la capilla de Santa Caterina , sin embargo, Masolino da Panicale creó un ciclo de frescos que representa uno de los primeros destellos del Renacimiento italiano.
La Basílica Inferior del siglo IVAl descender al corazón de la tierra, el silencio se espesa y la luz se atenúa. Entras en la basílica paleocristiana construida en el siglo IV: un lugar de antiguo encanto, donde la piedra evoca la presencia de las primeras comunidades cristianas.
Las paredes están adornadas con frescos de diversas épocas, desde el siglo VIII hasta el XI. Uno de los más famosos es la Leyenda de Sisinio , en la que una inscripción escrita en italiano primitivo representa una escena animada y popular. Cerca de allí, la tumba de San Cirilo , apóstol de los eslavos e inventor del alfabeto cirílico, convierte esta parada en un punto de referencia espiritual no solo para Europa Occidental, sino también para el mundo eslavo y ortodoxo.
El Mitreo y la domus romana del siglo IUn nivel más abajo, la Roma Imperial cobra vida de nuevo. En un ambiente húmedo y secreto, emerge un Mitreo : un misterioso templo dedicado a Mitra, una deidad oriental venerada por numerosos soldados y oficiales del Imperio.
El altar, tallado con la escena del dios matando al toro, se conserva intacto, imponente y simbólico. El templo se construyó dentro de una antigua domus, cuya estructura aún es visible: salas con frescos, una cripta porticada y salas ceremoniales.
A pocos pasos, otro edificio de la época romana ofrece vistas de la Moneta, la casa de la moneda imperial, que probablemente estaba ubicada en esta misma zona.
Información útilVisitar la Basílica de San Clemente es una experiencia intensa pero que requiere tiempo: todo el recorrido se puede completar en aproximadamente media hora , aunque cada vistazo invita a detenerse, respirar y maravillarse.
Se requiere reserva en línea , tanto para acceder a las excavaciones como para elegir la franja horaria que mejor le convenga. Recomendamos llegar al menos diez minutos antes de la hora indicada en su entrada: el acceso está regulado para garantizar una participación segura, agradable y respetuosa.
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