Eurovisión no es lo que parece

La 69.ª edición del festival de Eurovisión nos ha regalado una canción ganadora que ni Dios ni los borrachos recordarán, un país humillado –España, antepenúltima– y un pueblo, el palestino, aliviado por las muestras de apoyo, solidaridad y empatía (por este orden). De las coreografías ni les cuento.
Si Catalunya no ha promovido ninguna campaña por el derecho a participar en Eurovisión, por algo será. Y mira que es un escaparate de las lenguas más efectivo y ajustado de precio que lo de oficializar el catalán en la UE.
Melody, la representante española
Georgios Kefalas / Efe¿A quién interesa Eurovisión? A todo el mundo menos a mí. Si hace unos años hubiese sido prestigioso invitar a una amiga un sábado por la noche a ver el espectáculo en el sofá de casa, otro gallo cantaría, pero en aquellos tiempos las mujeres atractivas eran festivaleras pero poco de ver Eurovisión...
Al parecer, RTVE ha vapuleado a Israel con algunos reproches y los dueños del negocio, la UER, gente más de pop que de paz, nos han amonestado, lo cual daría para una canción a lo Di papá de José Guardiola o un dueto belicoso de Pimpinela, grandes artistas y mejores personas.
RTVE carga contra Israel y el jurado popular la premia con la máxima puntuación...Lo curioso del caso es que mientras RTVE se mostraba tozudamente alzada contra la guerra en Gaza, el voto popular de la gente –no querrán que les trate de ciudadanía– otorgó a la representación de Israel nada menos que doce puntos, la cifra máxima, asunto que huele a chamusquina y es digno de una comisión de investigación en el Congreso, que, como Eurovisión, entretienen y no hacen daño a nadie.
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¿Son ganas de llevar la contraria a RTVE y a cualquier institución del Estado? ¿Estamos ante una expresión goyesca de rebeldía o simplemente la canción israelí –que no escucharía ni harto de vino– es la mejor desde Vivo cantando con su hey? ¿Quizás Vox ha movilizado y la democracia, en la inopia?
La gente es de llevar la contra, posturear por su cuenta y así se dan estas paradojas. De haberlo sabido, lleno mi piso de banderolas, robo dos tarjetas y unos lápices de algún minigolf e invito a una amiga a participar desde casa en Eurovisión, delivery de pizzas mediante. Y que Dios reparta puntos.
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