La transvestigación o los hombres que no aman a las mujeres

A Brigitte Macron, la mujer del presidente de Francia, le han encontrado un pene. Otra vez...

Quien difunde este tipo de paranoias responde a un patrón de individuo que se ve como hombre alfa pero sin miedo a nada. Excepto al tofu, al pan integral, al tapón pegado a la botella, a sorber con pajita, a los desodorantes roll on y transparentes, al límite de 90 km/h, al cinturón de seguridad, a los arco iris, al rosa, a las películas de Carla Simón, a que no se ruede ninguna más de Torrente, a las maestras de escuela pública, a las conductoras de bus público, a Bad Gyal, a Marc Giró, a las mujeres comediantes, a los hombres emocionales, a los miniperros achihuahuados, a los más grandes de orejas caídas y mansos. Al fútbol femenino. A su jefa. A los gais. A las trans. A las mujeres.

Brigitte Macron es una de tantas a las que se somete a una transvestigación: nombre con el que se conoce en redes a la conspiración transfóbica que pretende descubrir supuestas mujeres trans entre celebridades a partir de detalles visuales sin ningún fundamento científico. Se examinan con delirante minuciosidad… la altura, clavículas, mandíbulas, contornos de ojos. Si están fibradas. En el caso de Brigitte Macron, ha bastado con el baile de unos pliegues de los pantalones en la entrepierna mientras anda para afirmar que por ahí le cuelga algo.

La translación en España es también pareja de presidente y tiene nombre de Begoña Gómez, la esposa de Pedro Sánchez. Ha sido blanco habitual de transvestigaciones promovidas por la ultraderecha, con eco mediático incluso. Pero la lista histórica incluye muchas otras figuras, como Jamie Lee Curtis, Michelle Obama, Lady Gaga, Serena Williams, Megan Fox. Bad Gyal tampoco se ha librado. Y en las últimas semanas también Taylor Swift ha sido objeto de análisis.

La cantante estadounidense ha sido tendencia porque esta vez, contorsionándose en el escenario, se le ha visto algo abultado también en la zona pélvica. Sí, en internet hay quien además de ir en busca de si los bailes dibujan un triángulo satánico, detienen y redetienen fotogramas para hacernos ver que algunas popstars son machos supuestamente transitados a mujeres.

“Hombres descubriendo la montaña de Venus y los huesos púbicos. Y así quieren que sepan dónde está el clítoris”, se burla @cinnabonkoo.

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¿Quién está detrás de estos discursos? A menudo, hombres incapaces de admitir ni concebir que las mujeres tengan visibilidad pública, toquen poder, se apoderen socialmente, que se muestren tan seguras de sí mismas. Y la única manera que hallan para controlarlas (y para controlarse a sí mismos) es ridiculizándolas y deshumanizándolas haciéndolas “hombres”, mermándoles su autonomía. Masculinidad frágil a la que le ha quedado corto lesbiana como insulto para despreciar a la mujer.

Por tanto, su comportamiento es misógeno. También transfóbico, porque intentan hacer ver que ser trans es engañar. Difunden esas teorías con el único propósito de hacer daño. ¿La respuesta de las afectadas? La mayoría, el silencio, como forma de tortura a los agresores, para que se hundan en sus conscientes mentiras.

Pero la transvestigación es solo una evidencia de un fenómeno mucho más amplio. Lo definió la cantante Aitana en un discurso hace un año: “Por ser mujer todo está sujeto a una especulación”. Esto es, si son inteligentes, ojo, cuidado; si no lo son, es que no dan para más; si tienen curvas, están operadas; si marcan el pubis, son hombres.