¡Quizás esta noche vuelva a la T4!

Han sonado las alarmas ante la situación que se vive en la T4 de Barajas, quinientas personas sin techo se hacinan en las cintas, aseos y espacios públicos entre chinches, basuras y con algunas escenas violentas.
El problema no es el continente y la seguridad de la terminal del aeropuerto, lo realmente grave y que se constata es el fallo de los deficientes servicios sociales.
En los últimos años estamos asistiendo a un desmantelamiento paulatino de estos servicios públicos, sobre todo en comunidades como Madrid donde se entiende que el rendimiento electoral que se obtiene con auténticas políticas sociales es nulo. Pero detengámonos por un momento a analizar cuál es la realidad de esas quinientas personas, que quizás en algún otro lugar no molestaban porque no las veíamos, y entenderemos el por qué estaban en el aeropuerto.
Vamos a encontrar grupos distintos en la misma situación y con circunstancias diversas, pero en todas ellas con el factor común del fracaso de unas instituciones que olvidan intencionadamente o no los servicios sociales como pilar de nuestro bienestar.
Entre esas personas hay enfermos mentales que el sistema ha abandonado, un modelo valiente y avanzado que decidimos impulsar pero que ha resultado insuficiente por la falta de medios y por dejar fuera del mismo a pacientes cuyas circunstancias impiden el tratamiento integral que necesitan. En segundo lugar encontraremos personas que además reúnen adiciones y que no quieren acceder a la red de albergues públicos (saturados y desbordados) que exigen el cumplimiento de normas incompatibles con sus adiciones.
Existe un tercer grupo que estaría conformado por personas que tras años de pobreza y exclusión, terminan atrapadas en una espiral de la cual les resulta imposible salir. Y por último aparecen trabajadores pobres, resulta increíble lo sé, trabajadores que cada mañana se asean en esos baños públicos y acabaran limpiando nuestra oficina, reponiendo el super donde compramos o atendiendo la taza del café de nuestro desayuno.
En una sociedad donde afirmamos que el trabajo dignifica, hablamos de la cultura del esfuerzo incluso a veces escuchamos que hay gente que no quiere trabajar, nos encontramos con personas que después de una larga jornada de trabajo no llegan a casa, al sofá o a su cama sino a la terminal de un aeropuerto, a una estación o donde pueden porque deben elegir entre comer o tener un techo.
Seguimos preguntándonos quién es el responsable porque no queremos reconocer que los servicios sociales están fallando, que la política de vivienda social en algunas comunidades y ayuntamientos es inexistente, que se ha dejado a hombros de otros trabajadores la responsabilidad constitucional del acceso a la vivienda (otro día me detendré en ello) y llevamos años sin querer ver la realidad de los trabajadores pobres en España, andamos inmersos en lo que decía mi admirado Mújica, generándonos más necesidades para trabajar más y vivir menos.
Al menos por un instante piensa que esa camarera que te pone el café o vacía tu papelera, quizás esta noche vuelva a la T4.
20minutos