San Cibrao, el puerto poético

* El autor forma parte de la comunidad de lectores de La Vanguardia
Sirenas, ballenas, islas y veleros. Navegamos hacia un puerto poético el Sanctus Cyprianus, San Sebrián, íxola de San Zibria, San Cibrian Ins, Yslas San Cribrian...
Es una península puntiaguda, que se adentra al mar desafiante, un buque que enfila al norte, un mascarón al rompiente de las olas. Un crucero con balcones o cubiertas, con playas banda a banda, Cubelas, Concha y Caosa. El puerto perfecto. Antaño quedaba aislado al subir la marea, solo accesible en bajamar. Sobre ella se asentó una comunidad bimilenaria la del Castro de Atalaia. De nombre árabizado, La Talá, aṭṭaláya, un Torreón del Mar.

Playa de San Cibrao.
Antonio Lage-SearaUna vía romana la conectaba con Lucus Augusti, quizás fue su principal apostadero o dársena. En su esencia siguió lo salado. Se repobló en el medievo, terminando en manos del Obispo de Mondoñedo, como los bastiones marinos Bares y Coelleira.

Faro de San Cibrao.
Antonio Lage-SearaA esta punta se le suma el islote Anxuela y el Archipiélago rocoso de Farallóns, formado por tres islas Baixa, Sombriza y Pé. El nombre también lo reciben también unas islas enfrente a la Bahía de San Francisco. Ambas tan hermosas como peligrosas.

Marcas en la roca, en San Cibrao.
Antonio Lage-SearaLa tragedia se masca entres sus rocas la del vapor María del Carmen en 1931, la del Castillo Moncada, el Marifran en 1957 o el Carebeka VIII hundido en 1982. Inóspita, es ideal para guardar un tesoro oculto, el de un pirata o el de la Isla de Montecristo. A sus pies estuvo el bergamtín Santa Brígida cargado de cacao desde La Guaira venezolana. Farallóns tiene céfiro esotérico.

Avenida junto al mar, en San Cibrao.
Antonio Lage-SearaDicen que está habitada por una sirena, Maruxiana, con su palacio de corales y algas. Imbocada al sonido bronco de una corneta o caracola marina, por marineros vestidos de azul cobalto, boina y cabos.
Dicen que está habitada por una sirena, Maruxiana, con su palacio de corales y algas
Casa típica de San Cibrao.
Antonio Lage-SearaCercana a tierra, está la isla conocida como Castelo. Antigua fábrica de salazón, donde resisten los restos de un complejo, que fue pasto de las llamas en 1918. El fuego lo tragó, dejando asomar la arqueología de un monumento marino. Se insinúa que pudo ser una fortaleza para la defensa del puerto contra corsarios y franceses.

Ventana al mar y a la historia de San Cibrao.
Antonio Lage-SearaLa pesca es un almacén de alimentos. El ser más grande que habitó el planeta fue por siglos deseado. San Cibrao es puerto de caza ballenas, documentado en 1291, nombrado por un litigio con el Obispado, que cobraba el diezmo de la pesca. A él arriban marinos del Cantábrico detrás de la extinta ballena vasca, de cachalotes o Jibartas.

Detalle en la fachada, en San Cibrao.
Antonio Lage-SearaHubo una próspera actividad reflejada en varios documentos. Por ejemplo el de Pedro Abad con el Capitán del San Nicolás en 1527. Fernán Ares de Saavedra que tenía cinco barcas en 1547. La sociedad entre el Deán Diego Saavedra Ossorio y marineros del puerto en 1641. O Andrés Pérez de Pedrosa en 1643...
Nos describe la acción el Licenciado Molina en 1550. Quien pudo conocer de primera mano la misma, pues era coetáneo de estos pescadores y Coengo de Mondoñedo. Nos cuenta que en estos puertos bravos, divisan desde las atalayas, desde donde ven la espuma del mar y el cuerpo de los cetáceos.

La luz del atardecer en San Cibrao.
Antonio Lage-SearaEntonces se apresuran a salir a por ellos con sus barcas y cabos arponeados con cuerdas. Los siguen hasta que se desangran, trayéndolas a tierra, y encienden grandes fuegos para sacar su aceite. A pesar del daño sufrido, tras una merma y una memoria genética que los aleja, a veces asoman estos gigantes.
Además de cuna de pescadores, hay hazañas de la época de grandes navegantes, como la de de O´Connor, que escapó desde Irlanda, por las persecuciones religiosas, refugiándose en estas costas, aún se conserva el mascarón de proa de la nave en la que viajó.

Mar de San Cibrao.
Antonio Lage-SearaEn San Cibrao se construían barcos, hubo hasta astilleros de carabelas. Continúa la tradición de los carpinteros de Ribeira, como Roque de Fra que construía hacia 1806 quechemarines como en el Nombre de Jesús. La familia Fra lleva al costado doscientos años y siete generaciones...
Además de cuna de pescadores, hay hazañas de la época de grandes navegantes, como la de de O´Connor
Moderna arquitectura junto al mar de San Cibrao.
Antonio Lage-SearaA finales del XVIII se reconvierte en el Puerto de las Reales Fábricas de Sargadelos, la primera industria de España, llegando a tener Aduana propia. Idas y venidas de bergantines, pataches y goletas, La Sargadelos, iba cargada a Gran Bretaña. La San Ciprián a finales del XIX conectaba comercialmente con Vilagarcía. Otras como Nuestra Señora del Carmen, Ánimas, Purísima Concepción… con potas de hierro, sal, maderas, carbón, hasta piedras.

Vestigios del pasado, en San Cibrao.
Antonio Lage-SearaComo los sillares que salieron para construir la iglesia neoclásica de Ortigueira, gemela de la concatedral de Ferrol. Los agujeros de taladrado y barrena manual, aun se pueden ver como cicatrices en el islote de Castelo. Para alertar al tráfico marítimo, hubo de edificarse el Faro de Atalaia, operando desde 1864.

La historia de San Cibrao ligada al mar.
Antonio Lage-SearaPonto profundo. Cultura recogida en el Museo provincial del Mar que fundó el profesor de Rivera Casás en 1969, en la vieja escuela unitaria de 1931, construida con una donación de sesentamil pesetas del indiano argentino, Fernández Montenegro.
El testigo de recolección de objetos marinos lo recogió Ramón Carrao. Y la pasión aún pervive con amantes del mar como Antonio Basanta. Huele a salitre, repleto de costillas y vértebras de ballena, caparazones de tortuga, maquetas, petroman, timones, remos, hélices...

Testimonios y restos, en San Cibrao.
Un camino no solo de barcos, también de almas al Apóstol. Posee un Hospital de Peregrinos de San Andrés fundado por el Presbítero Doctor Andrés Varela en 1640.

Museo del Mar en San Cibrao.
Antonio Lage-SearaTiene tertulia y aire cultural. Cala de Pablo Mosquera, del gastrónomo Fausto Galdo, José de Cora, Xosé Ramón Barreiro, Piñeiro Docampo... Cuentos con comensales, maridados con vino y manjares. Quizás encima del mantel una langosta, este crustáceo se aviveraban en las cetáreas cercanas , a principios del siglo XX se exportaban por miles a Francia, Bélgica u Holanda.

Flores junto al mar, en San Cibrao.
Antonio Lage-SearaSus casas son de piedra picada y ventanas blancas. Sus calles están rotuladas con placas de Sargadelos. Viven a pie de playa. Por la puerta entra la arena, la brisa marina e historias, que escuchar sentados y relajados, en la Península de la Paz.

La costa de San Cibrao.
Antonio Lage-SearaLos interesados en participar en Las Fotos de los Lectores tan solo deben escribir un email a la dirección de correo de nuestra sección de Participación ([email protected]) adjuntando la fotografía, explicando detalles de cómo y dónde fue tomada y aportando los datos del autor para la firma de la imagen. Es importante indicar en el asunto del correo: ´Fotos de los Lectores´.
lavanguardia