La cocina; un lugar para poner foco en las emociones infantiles

Preparar un platillo puede transformar el estado de ánimo en cuestión de minutos. La cocina, más allá de su función práctica, se convierte en un espacio donde es posible conectar con las emociones y donde los niños tienen la oportunidad de explorar su mundo interior.

Esa visión de la cocina como un entorno propicio para promover la salud mental es uno de los ejes del diálogo con la chef uruguaya Ximena Torres, quien junto a la psicopedagoga Candela Velazco, ha desarrollado una propuesta literaria.

Velazco destaca cómo la cocina puede combinarse con el juego, los colores y las emociones, formando parte de un proceso integral de autoconocimiento y desarrollo emocional. De esta colaboración surge “La emoción en la cocina” (Editorial Aguaclara), un libro dirigido a niñas y niños, que busca enseñarles a identificar y comprender sus estados de ánimo mientras disfrutan del arte culinario.

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La obra ha sido nominada a la trigésima edición de los Gourmand Cookbooks Awards, que se celebrará en Portugal, y competirá en dos categorías, incluyendo la de Salud Mental.

El libro organiza su contenido a partir de una paleta de colores —blanco, amarillo, anaranjado, rojo, violeta, azul, verde y negro—, cada uno asociado a emociones específicas como el agradecimiento, la alegría, la ansiedad, el miedo, el amor, el enojo, la curiosidad, la amistad, la tristeza o la tranquilidad. A su vez, estas emociones se vinculan con recetas sencillas y atractivas.

La cocina se plantea así como una herramienta para identificar emociones, expresarlas y compartirlas, no solo en el plano individual, sino también como puente hacia el vínculo con los adultos.

La especialista hace hincapié en la necesidad de observar a los niños desde una perspectiva integral, que contemple tanto los aspectos cognitivos como los emocionales. Considera que el bienestar emocional es una base imprescindible para el aprendizaje y el desarrollo personal: sentirse bien, abierto y disponible es fundamental para cualquier proceso educativo.

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Para la chef, la cocina no es solo un lugar de diversión, sino un espacio de aprendizaje en el que se desarrollan habilidades como la independencia, la autosuficiencia y la autoestima.

"Muchas veces se habla de los desafíos de la crianza —explica—, pero también hay que rescatar lo positivo: la conversación, la validación de lo que se siente, el compartir".

Resalta además el valor de validar las emociones que surgen en la mesa familiar, a través del diálogo y la participación activa de todos los miembros del hogar.

Ambas autoras coinciden en que este enfoque no se limita a la infancia. El libro, dicen, puede ser utilizado por adolescentes, adultos o personas mayores. La salud mental —afirman— es un tema transversal, y la cocina puede ser un escenario poderoso para cultivarla, iniciar nuevos caminos personales o descubrir talentos dormidos.

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AO