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¿Cuánto vale una falta de ortografía?

¿Cuánto vale una falta de ortografía?

Tal como está informando puntualmente Carina Farreras en la sección de Sociedad, las pruebas de acceso a la universidad ( PAU) de este año están dando problemas por los cambios de criterio a la hora de descontar puntos por las faltas de ortografía, de puntuación o de gramática. Que se quiten puntos por errores de este tipo en exámenes de materias lingüísticas parece evidente, aunque el valor que se da a cada error siempre es discutible. ¿Cuánto vale una falta de ortografía­?, ¿una décima de punto?, ¿más?, ¿menos?

Todo se complica cuando ese criterio se aplica a materias no lingüísticas. Parece que los docentes que corregirán las partes de los exámenes que corresponden a materias de lo que se conoce tradicionalmente como letras o humanidades aplicarán los criterios que se les pidan. En cambio, en los exámenes de materias de ciencias, algunos profesores arguyen que no tienen las capacidades académicas para corregir adecuadamente la parte que afecta a las faltas de ortografía, de puntuación y de gramática.

Algunos docentes de ciencias arguyen no tener capacidades académicas para corregir la lengua

(Un paréntesis: las faltas de ortografía son las que afectan a la escritura errónea de una palabra, por una letra confundida o un acento que sobra o falta. Es decir, escribir jinebra en lugar de ginebra es una falta de ortografía. Una falta de puntuación hace referencia a una coma mal puesta, por ejemplo, entre sujeto y verbo: “La propietaria de la tienda, llegó tarde”, frase donde la coma no tiene que ir. Y una falta de gramática puede ser el uso incorrecto de los tiempos verbales, la falta de concordancia entre sujeto y verbo, o la mezcla de singulares y plurales o masculinos y femeninos.)

Que algún docente de ciencias se lave las manos con respecto a cuestiones lingüísticas ya no sorprende, pero nos tendría que hacer reflexionar. Porque la lengua, aunque sea una materia más, es la materia, la que hace que todo el mundo pueda comunicarse, la que permite que una profesora de ciencias naturales o un maestro de primaria puedan enseñar al alumnado los conocimientos correspondientes a las asignaturas que imparten.

En todo este guirigay, la improvisación por parte de la conselleria es preocupante, porque los futuros universitarios se juegan buena parte de su camino académico y profesional que ahora emprenden. Es necesario que haya unas normas claras y precisas, de modo que cada corrector aplique los mismos criterios, para evitar lo de que cada maestrillo tiene su librillo. Pero el debate real, el que queda escondido tras esa humareda es: ¿un alumno puede entrar en la universidad haciendo faltas de ortografía?

lavanguardia

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