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Joyce DiDonato, en el altar de voces de Peralada

Joyce DiDonato, en el altar de voces de Peralada

Joyce DiDonato debutaba ayer en Peralada rindiendo culto al altar de las voces del festival ante un público que prácticamente llenaba la iglesia del Castell. Fue una emotiva jornada inaugural de esta 39.ª edición del certamen ampurdanés, dedicada a la memoria de Miguel Suqué, el menor de la familia Suqué-Mateu, quien en la última década compartió la responsabilidad de los negocios del Grup Perelada junto a sus hermanos, Isabel y Javier. El duelo por su repentina pérdida encontró eco en las palabras de Borja Suqué, el hijo menor de Javier Suqué, que asistió en representación de la familia junto a Edward Reger, esposo de Isabel Suqué. Borja destacó los valores de su desaparecido tío, entre los cuales citó el trabajo y el compromiso.

“Cuesta de crecer que hace apenas unos meses Miguel estuviera aquí mismo inaugurando la edición de Pascua. Por eso queremos que la edición de verano sea para recordarle con su sonrisa, con esa capacidad suya tan importante de iluminar la sala. Gracias Mike, te queremos mucho, siempre te querremos”, dijo dando las gracias al público del festival por su “asistencia y atención”.

“Queremos recordar a Miguel con su sonrisa y con esa capacidad suya de iluminar la sala”, dijo al inicio Borja Suqué

En este contexto, la versátil y expresiva DiDonato, acompañada al piano por Craig Terry –su habitual cómplice–, ahondó en el recogimiento comenzando con lied y reservándose la ópera para la segunda parte. Trois chanson de Bilitis , de Debussy, y los Fünf Lieder de Alma Mahler con que arrancó el recital, seguidos de la cantata Arianna a Naxos de Haydn que la mezzosoprano estadounidense brindó radical, con sus pianissimi y sus furores.

En la segunda parte emocionó con la conocida “Ombra mai fu” de la ópera Serse de Händel, para luego poner a prueba la acústica de la nave del Carme con las coloraturas belcantistas del Tancredi de Rossini y el aria “Cruda Sorte” de L’italiana in Algeri , cuyo tono desenfadado prefirió a la anunciada La Clemenza di Tito de Mozart. El broche final lo puso la Habanera de la Carmen de Bizet, tras lo que se permitió un par de bises, hasta rozar las dos horas de concierto: Los pájaros perdidos de Astor Piazzola y I love piano de Irving Garden, en clave de musical.

Su propuesta artística para esta velada inaugural es acaso la única que no abraza el eje temático de esta edición: el jardín como paraíso de creación. Pero la reaparición de la diva fue recibida en el escenario veraniego con un noble y cerrado aplauso.

“Comenzamos el festival con esa receta que es el sello Peralada en la que invitamos al público a perderse y a adentrarse en el descubrimiento de nuevas propuestas, abiertas, valientes, distintas, fieles al más puro estilo del festival”, aseguraba ayer Oriol Aguilà, el director artístico que se ocupa de que cada verano Peralada implique una mirada propia más allá de las temporadas del curso.

Peralada era un hervidero creativo ayer. A lo largo de la tarde se simultanearon los ensayos de tres espectáculos, los que tendrían lugar de jueves a sábado, en las tres primeras veladas de este verano. Mientras DiDonato se hacía una idea de la acústica de la iglesia del Carme, en los jardines del celler, la bailarina y coreógrafa Lorena Nogal ultimaba con el también bailarín Álvaro Esteban ese nuevo dúo titulado Terroir (Territorio) para el que el festival le ha dado carta blanca. Y lo hacía a pleno sol y sublimando el calor, enfrascada en la creación de ese diálogo con la tierra, con las aves, con la calidez que transforma las uvas al igual que transforma a los seres humanos, pues de eso va su indagación peraladiense. Hoy lo estrena

Y en el Mirador, a resguardo de los elementos, iba tomando forma ese Genius Loci que han armado el contratenor Xavier Sabata y el director de escena Rafael R. Villalobos, adaptando de manera libre el libro de Jorn de Précy El jardín perdido, tomando de él ese amor por el jardín que es extrapolable a la vida, y llevándolo a un plano totalmente sorpresivo, con el archilaúd del sueco Jonas Nordberg y la viola de gamba y la electrónica de Liam Byrne...

El hecho de sustituir el Auditori del Parc por varios escenarios de menor capacidad no ha aligerado, no, la maquinaria del festival.

lavanguardia

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