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La música debe continuar: cómo sobrevivir sin la cara visible del grupo

La música debe continuar: cómo sobrevivir sin la cara visible del grupo

Muertes prematuras y separaciones tormentosas han marcado la carrera de numerosas bandas que, a pesar de perder a sus miembros más significativos, mantienen viva una llama musical que debe resistir los embates de las comparaciones y las acusaciones de actuar solo por interés, mientras los fans antiguos –y algunos nuevos- se congregan para repetir el anhelado akelarre en torno a sus ídolos.

Porque si no tuvieran el plácet del público ¿Cómo podrían seguir bandas como los Beach Boys o los Sex Pistols? Ambas recalarán este verano en Barcelona con sensibles bajas en sus filas por el fallecimiento de sus miembros (caso de los hermanos Carl y Dennis Wilson, o el alocado Sid Vicious), la jubilación de Brian Wilson o, en el caso más polémico, la negativa de John Lydon a recuperar el micrófono de los Pistols.

Pero el caso más llamativo de entre las formaciones que recalarán en Barcelona es el de Lynyrd Skynyrd, la veterana de rock sureño marcada por la tragedia acaecida en 1974, cuando el avión en que volaban camino de Baton Rouge se estrelló en Gillsburg (Misisipi). Tres de sus miembros, incluido el vocalista y fundador Ronnie Van Zant, fallecieron en el accidente, y el resto de componentes decidieron disolver la agrupación formada en 1964 tras dejar para el recuerdo temas como Free bird o el archiconocido recado a Neil Young Sweet home Alabama.

NASHVILLE - DECEMBER 31: Mark Matejka, Rickey Medlocke, Damon Johnson, and Keith Christopher from Lynyrd Skynyrd performs on NEW YEAR'S EVE LIVE: NASHVILLE'S BIG BASH, a star-studded entertainment special hosted by GRAMMY®-nominated artist Elle King and ENTERTAINMENT TONIGHT's Rachel Smith. The celebration to ring in the new year will air LIVE Sunday, Dec. 31 (7:30-10:00 PM, ET/PT, 10:30 PM-1:05 AM, ET/PT) on the CBS Television Network, and streaming on Paramount+ (live and on demand for Paramount+ with SHOWTIME subscribers, or on demand for Paramount+ Essential subscribers the day after the special airs). (Photo by Dokk Savage/CBS via Getty Images)

Mark Matejka, Rickey Medlocke, Damon Johnson y Keith Christopher, de Lynyrd Skynyrd, durante un concierto celebrado el pasado fin de año en Nashville, EE.UU.

CBS via Getty Images

Casi 50 después, sin embargo, el nombre de la banda de Florida luce como cabeza de cartel en la segunda jornada del festival Rockfest, que se celebrará en Santa Coloma de Gramanet del 26 al 29 del próximo mes de junio. Eso sí, la banda no cuenta entre sus componentes con ninguno de sus miembros fundadores, capitaneada desde hace casi cuatro décadas (1987, para ser exactos) por Johnny Van Zant, hermano del malogrado Ronnie y vocalista de la formación, que vio cómo dos años atrás fallecía a los 71 años el guitarrista Gary Rossington, último de los miembros fundadores del grupo.

¿Puede sobrevivir una banda sin ninguno de sus miembros originales? Los Sex Pistols, que forman parte de la 15.ª edición del festival Cruïlla, cuentan con tres de ellos en la formación original, donde por el contrario no se encuentra el difunto Sid Vicious ni el que fuera voz de la banda, John Lydon alias Johnny Rotten, o lo que es lo mismo, las dos caras más visibles de la banda paradigma del punk.

Si Vicious falleció de sobredosis en 1979, la desaparición de Lydon está relacionada con sus desavenencias irreconciliables para con los otros tres miembros de la banda, Steve Jones, Glenn Matlock y Paul Cook. De ahí que, cuando se les ocurrió reencontrarse para celebrar tres conciertos benéficos el pasado año, optaran por invitar a Frank Carter, un “joven” de 41 y vocalista de la banda The Rattlesnakes, para que pusiera la voz en lugar del cantante original. El resultado es Sex Pistols + Frank Carter, una aberración para los puristas del punk (si se permite el oxímoron) que, sin embargo, ha recibido críticas positivas de quienes han visto sus primeras actuaciones.

Y es que sobrevivir al recuerdo de una figura mitificada puede ser una prueba dura, aunque a la hora de la verdad los fans tienen la última palabra. De eso sabe mucho Jonathan Argüelles, que desde el 2017 acompaña a Pep Sala ocupando el vacío dejado por Carles Sabater tras su fallecimiento en 1999, que selló el final de Sau. Casi dos décadas después, una fiesta por el trigésimo aniversario de la creación de la banda alumbró Sau30. “Me invitaron a cantar tres o cuatro temas de la banda” recuerda Argüelles, que por aquel entonces formaba parte de la banda tributo Tornem a Sau. La conexión fue tan buena con el resto de la banda “que nos planteamos si aquello que habíamos hecho en petit comité podía convertirse en un bolo más grande”.

Sau30 Pep Sala Jonathan Argüelles

Sau30, con Pep Sala en primer término y Jonathan Argüelles en el centro rodeado de los antiguos miembros de Sau

LV

De esta manera espontánea nació un proyecto que ha derivado en dos discos de estudio con material nuevo y varias giras dominadas por los clásicos de Sau. “Al principio había dudas, alguna gente no lo entendía y es normal, pero creo que la transición se llevó a cabo siempre desde el respeto a Carles”, afirma Argüelles, que destaca el apoyo recibido tanto por sus compañeros como por el propio público, lo que no evitó que lo pasara mal en sus primeras actuaciones. “De golpe me encontré en un escenario junto a la gente que admiraba y todavía admiro, cantando las canciones de Sau ante el público”, recuerda. “Pero la gente me acogió muy bien, y al final ha sido un camino que he podido disfrutar”.

En su caso, la clave que da sentido al proyecto actual es el número 30 añadido al nombre original de la banda, que permite marcar un antes y un después. “Por eso no he tenido nunca la sensación de engañar a nadie, hemos tenido un discurso muy coherente”, destaca el vocalista, para quien “sólo ha habido un cantante de Sau, Carles”. Su convencimiento proviene de la propia admiración que siente por el difunto músico, lo que le llevó a imitarlo en sus comienzos. “Nunca me he amagado, lo poco que se de cantar lo he bebido de Carles”, aunque con el paso del tiempo ha podido añadir elementos de su propia cosecha en las actuaciones.

Más prosaicas fueron las razones que empujaron a Álvaro Urquijo a mantener vivos Los Secretos tras el fallecimiento de su hermano Enrique, en 1999. “Dejé la música durante un año entero, estaba enfadadísimo con la música, con el mundo”, recuerda el músico madrileño.¿Qué pasó? María, hija de Enrique, corría con solo cinco años el riesgo de perder la herencia de su padre si no se cubrían las deudas pendientes con la hipoteca y los adelantos de la sociedad de autores para pagar a los músicos. “Ahí es cuando cambio el chip e intento quitarme la pereza para hacer un disco de homenaje”, recuerda Álvaro, “porque me parecía la forma más lógica y sensata de generar royalties y derechos de autor para pagar esas deudas”.

foto XAVIER CERVERA 06/08/2020 Los Secretos es un grupo de música pop rock español fundado en Madrid y que ha desarrollado su carrera desde los años 80 hasta la actualidad. Se les ha relacionado habitualmente con la movida madrileña, llegando incluso a realizarse documentales en RTVE que dicen que esta comenzó con el renombrado1​ Concierto homenaje a Canito emitido por el espacio de La 2 Popgrama, aunque ellos han preferido siempre identificarse con los grupos surgidos bajo la influencia de la New Wave británica.
Su formación ha cambiado a lo largo de los años. En los primeros años, los cambios fueron forzados por las sucesivas muertes de dos de sus baterías, primero Canito (en la época en la que el grupo aún se llamaba Tos) y después su sustituto, el también compositor y cantante Pedro Antonio Díaz, al que ficharon tras poner un anuncio en la emisora Onda 2 tras la muerte de Canito (ambos eran compositores y cantantes además de tocar la batería, y ambos tuvieron una gran influencia en el grupo). A lo largo de los años el núcleo principal de Los Secretos fue el integrado por los hermanos Urquijo (1980-1984): Javier (05-nov-1958), Enrique (15-febr-1960 / 17-nov-1999) y Álvaro (22-jun-1962) en la primera época con tres LP editados en Polydor; posteriormente Enrique y Álvaro junto a Ramón Arroyo, Nacho Lles y Steve Jordan con la reunificación del grupo en 1986 y un mini LP y un LP editados en Twins. La formación actual se compone de Álvaro Urquijo (voz y guitarras), Ramón Arroyo (guitarras), Jesús Redondo (teclados), Juanjo Ramos (bajo) y Santi Fernández (batería).
Encuadrada en sus orígenes, junto a otras bandas como Nacha Pop, Mamá y Trastos, en el renovador movimiento de música popular que vino a llamarse nueva ola madrileña, Los Secretos se han revelado a través de más de treinta años en activo, y gracias a numerosas canciones consideradas clásicas (entre las que figuran

Álvaro Urquijo, durante un concierto de Los Secretos

XAVIER CERVERA

El resultado fue “A tu lado”, disco donde una quincena de artistas ponía voz a temas de la banda, y que resultó un éxito pese a que Álvaro rechazó la posibilidad de publicitarlo. “No quería que pareciera que me estaba aprovechando de la muerte de mi hermano”, afirma, “nadie sabía que ese dinero iba a ir para la niña”. Sí llevó a cabo una pequeña gira promocional de seis conciertos que dio pie al renacer de la banda. “Trajimos seis invitados, uno a cada concierto ¿Pero quién cantaba el resto del show? Hacía falta una voz, y las canté yo”, recuerda.

Con la confianza adquirida, la guinda fue la llamada del manager anunciándole que querían contratarles para actuar, un guante que la banda recogió. “Podría haber dicho que me iba a dedicar a producir o a componer, pero la verdad es que nosotros éramos una grupo de toda la vida”, se sincera el pequeño de los Urquijo, que saca pecho del nivel como músico de la banda. “Después de un año y medio sin vernos grabamos un disco en 15 días y quedó bastante bien”, afirma. “Había mucha colaboración subterránea en los temas de Enrique que sosteníamos tanto Jesús, Ramon y yo como todo el grupo, éramos una maquinaria superengrasada”. Impulsados por estos primeros pasos se animaron a hacer conciertos en salas pequeñas “cobrando entradas para estar seguros de que la gente iba a vernos”, recuerda riendo. “De eso hace 24 años ya y no se si mil conciertos”.

Cifras similares de conciertos debe atesorar la Companyia Elèctrica Dharma, que a lo largo de sus 50 años de historia se ha tenido que sobreponer al fallecimiento de los hermanos Esteve y Josep Fortuny con un cuarto de siglo de diferencia. “Es muy duro porque lo son todo: el trabajo, el hermano, todo se descontrola” explica Joan Fortuny con pena todavía en la voz pese a los años transcurridos. Esteve, guitarrista, “el más músico del grupo” falleció en 1986 de un ictus durante una actuación, mientras que Josep, batería y responsable de las letras, murió en el 2013 de un ataque al corazón mientras dormía.

Joan Fortuny y Lluís Fortuny, durante el concierto de la Companyia Elèctrica Dharma en el Palau Sant Jordi

Joan Fortuny y Lluís Fortuny, durante el concierto de la Companyia Elèctrica Dharma en el Palau Sant Jordi

Adrián Quiroga / Shooting

“Pero quieras que no eres músico, es tu oficio”, apunta Joan, que recuerda cómo en ambos casos la Dharma optó en un primer momento por la disolución para acabar por recomponerse. En el caso de Esteve, el regreso culminó en el álbum “Fibres del cor” de 1989, para el que enrolaron a su hermana Maria Fortuny, pianista, como reemplazo del difunto hermano. Para paliar su ausencia se valieron de las canciones que habían dejado a medio hacer, “de esta manera, cogiendo música solo de él, nos dio fuerzas para hacer el disco y volver a la Dharma”.

Con “Fibres del cor” la historia del grupo prosiguió, “pero todos sabíamos que era otra cosa, aquel grupo no podía volver a existir sin Esteve”, afirma Joan, consciente de que en momentos así “o te disuelves y lo dejas, o si continuas es con otro grupo, aunque mantuvimos la esencia de la Dharma, la misma forma de entender la música”.

La desgracia se cebó de nuevo con la banda en el 2013, con la muerte de Josep Fortuny. Con cuatro décadas de trabajo ya a sus espaldas todo apuntaba a un final definitivo, pero la invitación a actuar el año siguiente en la nueva época del festival Canet Rock reavivó la llama. “Josep siempre hablaba muy bien de los Canet Rock de los años 70” recuerda Joan de aquellos conciertos, donde la Dharma fue uno de los reclamos. “Era un enamorado de aquellos festivales, y pensamos que si viviera le habría encantado estar allí. Además, también pensamos que era mejor continuar que estar en casa deprimidos, lamiéndonos las heridas”.

¿Se han sentido alguna vez impostores por continuar sin sus compañeros? “Nunca, la música de la Dharma es más potente que las personas que forman el grupo”, afirma convencido Joan, y añade que “somos músicos, nos gusta el escenario y creemos que el grupo aún tiene cosas que decir”. De la misma opinión es Álvaro Urquijo, quien se enorgullece de “haber luchado por una identidad musical, sonora, una personalidad y una seguridad de que quien viene a ver un concierto va a ver algo digno y que no va a fallar”.

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