Miguel Bosé se reconecta con Barcelona

Miguel Bosé se agarra el paquete. Se lo agarra para subírselo y bajárselo una, dos, tres, cuatro veces. Sucede cuando canta “¡pero qué valiente!” en la infravalorada El hijo del Capitán Trueno , ese trasunto de Bosé que vestía diferente, le gustaba llevar anillos y pendientes y “ tenía fama y mucha pinta de raro”.
El gesto no es gratuito ni burdo. Es provocativo. Busca romper la cuarta pared con el público ya en la tercera canción. Pero es algo más: una fingida exhibición de virilidad que usa para ironizar sobre el coraje estereotípico. Y a la vez, es su vía para reconocerse valiente ante su padre, aquel torero que no aceptó que su hijo vistiera raro y que se alejara de lo que consideraba un hombre hecho y derecho.
En el escenario, el Miguel de las teorías inverosímiles se diluye y solo queda espacio para el Bosé artistaEs una acción que Bosé hizo ayer en el Palau Sant Jordi, en Barcelona. No es nuevo. Lo ha repetido en el transcurso de la gira Importante. Es parte de una coreografía intacta desde su primer concierto que acompaña a una lista prácticamente invariable de 23 canciones en algo más de dos horas. A veces son 24, si incluye Por ti, como hizo ayer en Barcelona.
Hacía ocho años que no actuaba en Catalunya (los archiconocidos problemas de voz...). “Se tardó pero se llegó”, dijo. Este jueves regresó ante 8.500 personas entregadas. En su inmensa mayoría mayores de 40 años. Se le vio primero vestido de blanco, luego de rojo y finalizó amarillo chillón. Se movió por el escenario con soltura. Bosé se sobra con su sola presencia, pero se esforzó junto a tres vocalistas y cinco músicos, entre ellos Mikel Irazoki, director musical de la gira, también presente con el bajo.
Sonaron enseguida Duende y Nena. Luego, de un tirón, Hacer por hacer, Como un lobo y el himno por la paz que es Nada particular , (“¿Por qué hay guerra? Porque es negocio; la paz no lo es”, subrayó), para desplegar más tarde otra vez su vena antibelicista con Partisano, la lorquiana Sevilla imitando el paso de los costaleros, o Amiga.
Morena mía hizo las delicias de los asistentes. Contrasta su letra subida de tono con una coreografía simple que podría haber firmado El Tricicle como continuación de aquel gag en el que tres mimos ilustran la letra de Soy un truhan, soy un señor , de Julio Iglesias. Pero Morena mía es más que erótica. Es porno –no es una impresión; lo escribió Bosé en Historia secreta de mis mejores canciones– . Y como porno que es, volvió a encarnarse en el hijo del Capitán Trueno para repetir acomodamiento genital al finalizar la canción. Bosé, a sus 69 años, no quiere dejar de ser sensual. Ni de provocar. Y eso que con Bambú , otra pieza de alta carga erótica, se había ahorrado el gesto. No hay que ser muy perspicaz para darse cuenta de que el “yo le doy bambú” no es para alimentar a un oso panda. Amante bandido, Te amaré, Don Diablo y Por ti le sirvieron para decir adiós en Barcelona.

Miguel Bosé, ete jueves en Barcelona
Àlex Garcia / PropiasTodos ellos son temas que ha retomado para reconectar con sus seguidores, pero aún más consigo mismo tras sus argumentaciones negacionistas y una afonía que lo mortifica desde hace años.
Hay dos Miguel Bosé. O mejor, un Miguel y un Bosé. Es Miguel cuando da la nota, cuando se muestra irracional al razonar y se apunta a teorías inverosímiles de cuñao . Pero es Bosé cuando se lanza a cantar para dejar atrás al personaje. El primero continúa afónico. Los escarceos gallináceos de su voz cuando habla al público lo evidencian; en cambio, el segundo, el que canta, suena bien. Entonando sin excelencias, pero bien.
Aun así, es tanta la diferencia entre una y otra voz que se ha extendido la teoría de que Bosé se vale de alguna pista pregrabada para parcialmente complementar su voz en partes complicadas. Lo que vendría a ser una voz de apoyo, vamos, frecuente también en otros artistas.
Es preferible y plausible pensar que Bosé y su foniatra han trabajado duro, que Bosé ha aprendido a cantar con afonía pese a que ni mucho menos aspira a las cinco octavas que alcanzaba Axl Rose. Pero está claro que el cantautor español, a diferencia del estadounidense, va levantando cabeza.
lavanguardia