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¿Tener servicio doméstico es del s. XXI?

¿Tener servicio doméstico es del s. XXI?

“¿Cuántas veces hemos escuchado a nuestros amigos y familia la expresión ‘es como de la familia’, cuando hablan de la persona que les limpia en casa?”, se pregunta a menudo la escritora María Agúndez (Zaragoza, 1990), convencida de que la condescendencia aparece porque el servicio doméstico es un tema tabú que logra incomodar hasta las mentalidades más abiertas. “Como metemos alguien en casa que conoce nuestra intimidad, nos empeñamos en esa buena y aparentemente idílica relación. Pero, ¿qué pasa si ese individuo no quiere formar parte de tu núcleo y simplemente quieren tener un trabajo, sin que eso suponga una amistad? ¿Forzamos esta familiaridad en otras profesiones? Y, sobre todo, ¿por qué lo hacemos?”

Estas son algunas cuestiones a las que Agúndez trata de dar respuesta en la novela Casas limpias (Temas de Hoy), que llega tras su aplaudido debut en 2021 con Piscinas que no cubren (Dieciséis), donde mostraba una desconocida Menorca en invierno. En esta nueva trama, la protagonista es Sol, una joven que, pese a que le encante limpiar, se siente presionada por contratar a alguien que le ayude en casa con las tareas. Termina cediendo, y es así como entran en su vida Diana y Emily, dos asistentas que insisten en trabajar juntas “porque así logran cumplir con las tareas en menos tiempo”.

Para la protagonista de la novela, que dos personas limpien su casa choca con sus ideales modernos

Lo que a priori se supone que iba a ser una ayuda, se vuelve más bien una preocupación constante por el qué dirán. Esa vecina que cada noche cena leche con cereales y con la que coincide en el lavadero parece que la juzgue por su decisión, o de eso se convence Sol, pese a que nadie le haga comentario alguno. ¿Acaso no es ella capaz de limpiar su propia casa?

No son pocos los conflictos éticos que la protagonista se planteará, pues la presencia de estas dos mujeres limpiando su templo personal choca con sus ideales modernos. Puede que al lector también le suceda, independientemente de si tiene o no a alguien contratado, o a eso al menos aspira la autora. “¿Tener servicio es algo casposo? ¿Es de este siglo? O, por el contrario, siempre que, por supuesto, todos los papeles están en regla, ¿es algo que permite que uno puede dedicarse a otra cosa y, además, ofreces un trabajo a alguien?”.

La escritora María Agúndez durante su visita a Barcelona

La escritora María Agúndez durante su visita a Barcelona

Llibert Teixido

Agúndez avanza que estas no son dudas que vayan a hallar sus respuestas en esta novela. “Mi intención no era escribir un libro político ni de denuncia. Simplemente muestro una realidad y conversaciones que están sobre la mesa”. Recuerda así una cena con unos amigos en el que más de la mitad tenían servicio doméstico en casa. En dicho encuentro se abrió otro melón no menos grande, relacionado con la desigualdad de género. “Las mujeres del grupo eran las que tenían los teléfonos de dicha persona. La mayoría de las parejas, en cambio, sabían poco más que el nombre”.

La escritora encuentra una explicación para ello. “La limpieza es una tarea que históricamente se nos ha encomendado a las mujeres. Se nos ha continuado educando como tal y, pese a que avancen los tiempos, eso ha quedado ahí. Por eso, muchas veces por autoimposición, recae en nosotras la tarea de buscar servicio doméstico, cuando decidimos tenerlo. Está bien, tú no limpias, pero tú te encargas de la comunicación, de que haya todos los productos en casa, de pagarle… Aceptamos ese rol, o nos resignamos a él, muchas veces de forma inconsciente”.

“Mi intención no era escribir un libro político, sino mostrar conversaciones que están sobre la mesa”

Cuestiones de limpieza aparte, la novela aborda otras reivindicaciones que no pretenden serlo, como el “derecho a ser cuidadora si una lo desea”, y remarca el uso del femenino, pues “habitualmente es algo que recae sobre nosotras. El feminismo teórico está genial y es esencial, pero muchas veces nos sale regular al llevarlo a la práctica, hasta el punto de que parece que esté mal que una mujer se sienta a gusto en el papel de madre. A Sol le encanta cuidar de su bebé y hay veces que parece que esa sea su única ambición. ¿Y si así fuera, qué ocurriría?”.

La supuesta falta de metas –“o, al menos, las metas que le impone la sociedad” – pone a la protagonista en un constante punto de mira. Trabaja como secretaria de un conocido pintor y galerista y de forma constante escucha las críticas y consejos de sus familiares y amigos, que creen que ella merece un trabajo mejor. Pero, “¿qué es un trabajo mejor? ¿Hay trabajos más dignos que otros?”

lavanguardia

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