Marcos Llorente en Anfield, lo paranormal y volver vivo a casa

Hay cosas que no puedo explicar, sólo contarlas. Marcos Llorente en Anfield es una de ellas, quizás la más increíble. Si hace cinco años se cargó al Liverpool con dos goles el día que Simeone decidió inventarse un delantero, esta vez marcó otros dos jugando medio partido de lateral derecho y el otro medio, de interior.
¿Tiene sentido? Por supuesto que no, pero es lo que sucedió y un Atleti sin cinco indiscutibles (Julián Álvarez, Baena, Almada, Cardoso y Hancko), que iba perdiendo 2-0 a los 6 minutos y que, para qué mentir, fue tan inferior que el propio Liverpool cometió el error de creerse intocable, casi vuelve a Madrid con un punto que no tenía sentido. Y no lo tuvo.
Porque lo paranormal siempre acaba chocando con la ciencia, personificada en este caso en un cabezazo de Van Dijk que devolvió al Atleti al escenario inicial. Hay noches en las que el único objetivo es sobrevivir y regresar a casa moderadamente entero. Alguna magulladura, cierta sensación de derrota, más solo que la una, pero vivo y ya vendrán días mejores. Ese era el escenario más realista para los del Cholo en su debut en la Champions viendo el titubeante momento que atraviesa el proyecto y, pese al dolor de caer tan al final, pudo ser mucho peor. Nada de lo que sucedió aumenta el drama. Decirlo no es conformismo, es sensatez.
No nos engañemos, pese a lo ajustado del marcador el Atleti no mereció pescar algo en Liverpool. A los cuatro minutos le habían metido un churrigol y, a los seis, Salah bailó a tres defensas (terrible actuación de Lenglet) para marcar el 2-0. La tragedia parecía inevitable y los atléticos comenzaron a preparar, asustados, las excusas para la goleada que tendrían que defender en la oficina: "¡El 1-0 es mala suerte y lo descuadra todo!". "¡El Liverpool tiene, con el PSG, una de las dos mejores plantillas de Europa!". "¡Faltaban los buenos!".
Todo eso era verdad, pero hay ciertos problemas, ya crónicos, que no explican la fortuna y las ausencias: la defensa del área de Oblak, antaño inexpugnable, es ahora digna de una liga municipal y, Barrios aparte, la lectura de las situaciones por parte de los medios es nivel María Pombo.
No hay suceso paranormal que arregle eso, ni siquiera Llorente en Anfield... pero casi. Y aunque ahora parezca poco, ese doblete compra lo que el Atleti más necesita ahora: calma.
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