Rafael Nadal, homenajeado en Roland Garros: el lado B de su historia de amor con el público francés, que comenzó con abucheos y el estigma del doping

No podía quedar la derrota del año pasado ante Alexander Zverev como la última imagen de Rafael Nadal en la Philippe Chatrier. Fue una despedida deslucida cuando por su cabeza ya rondaba la idea del retiro y tuvo la mala fortuna de que el sorteo le deparara enfrentar al alemán, cuarto en el ranking por entonces, en la primera ronda. Esa postal rápidamente debería taparse con algo grandioso, a la altura de la mayor leyenda de Roland Garros y de cualquier torneo de tenis en el mundo. Por eso los organizadores se pusieron rápidamente en marcha para rendirle un merecido homenaje: se estima que comienza a las 13.00 (hora argentina) y será el evento más importante de un domingo inolvidable para todos en el Grand Slam de las canchas de polvo de ladrillo.
No sólo ganó 14 veces la Copa de los Mosqueteros, cifra que supera los títulos que otros muy buenos tenistas no consiguieron alcanzar ni sumando todo tipo de torneo, sino que lo hizo a un ritmo arrollador y casi sin pausas desde su debut hace 20 años. Ganó 112 de 116 partidos disputados y sólo en tres de todos esos triunfos necesitó llegar hasta el quinto set. Estos números extraordinarios, combinados con todo su carisma y la caballerosidad que siempre demostró dentro y fuera de la pista, hacían prever una ovación unánime como única respuesta posible ante este homenaje. Sin embargo, cabe decir que el amor eterno hacia Nadal no siempre fue tal, sino que en el camino se llevó varios disgustos.
En 2005, el año de su debut, sintió el rigor del público francés cuando enfrentó en octavos de final a Sebastien Grosjean, el 24 del mundo y raqueta número uno local. Impulsado por el aliento ensordecedor de 15.000 franceses, Grosjean agitó a los fanáticos en el comienzo del segundo set: con break point en contra, protestó airadamente al juez de silla argentino Damián Steiner por una pelota que supuestamente se había ido larga, aún sabiendo que ese reclamo era tardío. Insistió, discutió, pero Steiner se negó a revisar el pique. En las tribunas se rehusaban a ver al balear convertirse en verdugo de otro francés, tras vencer a Richard Gasquet en la ronda previa, y estallaron en silbidos e insultos. La situación se volvió tan tensa que el partido debió interrumpirse durante casi diez minutos. Mientras esperaba para sacar, visiblemente incómodo, Nadal llegó a pedirle a la gente que se callara.
"El público no se comportó de forma correcta. Jamás viví una situación así en España, en otros torneos ni en la Copa Davis. El árbitro tenía razón, la pelota era buena y su actitud fue la correcta. Le dije que aquello no podía ser y que si la cosa seguía de esa manera, nos llevara al vestuario hasta que todo se calmara", dijo tras el encuentro. En efecto, tuvo que bajar a la cancha el supervisor Norman Peick para restablecer la calma.
En tanto, Carlos Costa, el agente del campeón de 22 Grand Slam, disparó: "Yo no creo que Grosjean reclamara con la intención de armar un escándalo, pero tampoco hizo nada para pararlo". El mallorquín se repuso a ese ambiente hostil, ganó por 6-4, 3-6, 6-0 y 6-3 y demostró una enorme fortaleza mental y carácter competitivo a pocos días de cumplir 19 años.
Nadal y un gesto que encendió aún más al público francés. Foto: AFP
Al año siguiente, ya como campeón defensor, pasó por una situación similar. Otra vez ante un francés, Paul-Henri Mathieu (32°), en el que terminó siendo el partido más largo de su glorioso camino recorrido en Roland Garros, justo en el día de su cumpleaños número 20. Remontó un set de desventaja para ganar por 5-7, 6-4, 6-4 y 6-4 en cuatro horas y 53 minutos de juego y se impuso, además, a un clima futbolero dentro de una cancha de tenis.
Se repetían los gritos entre primer y segundo saque que buscaban desconcentrar al jugador visitante, al que abuchearon siempre que llamaba al umpire para que baje de la silla a revisar un pique. El ruido del público era atronador cada vez que Mathieu ganaba un punto, mientras que apenas se escuchaban algunos aplausos si los perdía. Y estallaron de bronca en el décimo juego del tercer set, cuando el español sacaba para partido y llamó al médico.
"Paré porque me había atragantado con un plátano", explicó en la conferencia de prensa. Y agregó: "Noté algo raro en la garganta y me pareció feo parar. El punto siguiente lo perdí porque estaba más pendiente del cuello que del juego. Era una sensación extraña y me dije 'voy a parar, no sea que tengamos una desgracia'. Me da igual que quedase feo".
La celebración de Nadal tras una victoria a contramano del público. Foto: AP/Francois Mori
En 2009, todavía imbatido sobre el polvo de ladrillo parisino y con cuatro títulos en el bolsillo, volvió a ser abucheado durante su encuentro de octavos de final ante Robin Soderling, protagonista de su primera derrota. "El público parisino es bastante estúpido. No ganan aquí desde que lo hizo (Yannick) Noah y supongo que les fastidia ver que de España salgan constantemente muy buenos jugadores. Nos tienen envidia", dijo por entonces Toni Nadal.
La situación, incluso, se trasladó afuera de la cancha y llevó al manacorí a un lugar incómodo. Justamente Noah, campeón de Roland Garros en 1983, acusó a los deportistas españoles de doparse. "Dejemos la hipocresía. Por supuesto que hay que respetar la presunción de inocencia, pero no se puede ser ingenuo. La mejor actitud a adoptar es aceptar el dopaje. Y así todo el mundo tendrá la poción mágica", dijo en una entrevista para Le Monde, en 2011. La ministra de Deportes francesa Roselyne Bachelot, por su parte, aseguró que los siete meses en los que Nadal estuvo de baja entre 2012 y comienzos de 2013 no se debieron a una lesión, sino que "tuvo que ver muy seguramente con un control positivo".
De todos modos, si parecía que todos los límites ya se habían cruzado, el programa satírico Les Guignols de l'info (Los guiñoles de la información) demostró que siempre se puede ir un paso más allá. Emitió un sketch en el que se muestra al mallorquín, representado por un títere, orinando en el tanque de combustible de un auto que luego avanza a toda velocidad, coincidiendo con la sanción por dopaje al ciclista Alberto Contador. "Los deportistas españoles no ganan por casualidad", dice la frase que acompaña a ese provocativo sketch.
"Creo que con muchísimos menos recursos que ellos hemos conseguido mucho más en los últimos años. Algo estaremos haciendo mejor y no es tema de pastillas ni de jeringas", respondió Rafa una de las pocas veces que se refirió a este tema. Iker Casillas y Pau Gasol fueron otras de las víctimas de estas burlas.
Tuvo que pasar el tiempo para que Nadal se sintiera querido en París. Tras aquella victoria ante Paul-Henri Mathieu, el segundo partido más largo de su historia en Roland Garros fue la semifinal de 2013 ante Novak Djokovic, al que venció 9-7 en el quinto set tras cuatro horas y 37 minutos de un partido jugado a altísimo nivel. Y se llevó una gran ovación.
"Su tierra, Nadal", título L'Equipe en la portada del 9 de junio de 2014, el día después de un triunfo más cómodo ante Djokovic que le permitió alzarse con su novena Copa de los Mosqueteros.
El tiempo siguió pasando y París se convirtió en su segunda casa. Los organizadores del torneo montaron una pasarela sobre el court Phillippe Chatrier en 2017, cuando venció a Stan Wawrinka y ganó su décimo título. Se emocionó junto a su tío y entrenador, al que le entregaron una réplica del trofeo.
Toni y Rafa Nadal en la premiación de Roland Garros 2017. Foto: Corinne Dubreuil/FFT
“Nunca tendré la oportunidad de agradecer lo suficiente a los organizadores, al pueblo francés y al equipo olímpico por darme ese momento”, contó luego de ser uno de los elegidos para portar la antorcha olímpica en la inauguración de los Juegos de París 2024. “No fue sólo recibir la antorcha, sino que sin ser francés recibir la antorcha de manos de Zinedine Zidane delante de la Torre Eiffel... Eso no es algo que suceda comúnmente, son décadas de respeto”, agregó en una entrevista con Andy Roddick para el podcast del ex tenista estadounidense.
Si la decisión de darle semejante privilegio fue una forma de recompensar a Nadal por años de malos tratos, eso sólo lo saben quienes la tomaron. Lo que sí está claro es que esa historia de conflictos quedó atrás. Este domingo, la reconciliación quedó sellada con un nuevo homenaje en Roland Garros, el lugar que marcó su carrera y buena parte de su vida. Vendrán más.
Clarin