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Los retos de México para brillar en la investigación clínica global

Los retos de México para brillar en la investigación clínica global

Una de las incógnitas latentes sobre la actual administración es si de verdad logrará detonar el potencial de México para captar inversión en investigación clínica. Ello generaría beneficios en muchos aspectos, incluido una mejor atención médica, pero es la fecha que el país apenas capta una fracción de dicha inversión. En 2024 atrajo unos 200 millones de dólares, conforme la Asociación Mexicana de Industrias de Investigación Farmacéutica (AMIIF), y la expectativa es que pueda multiplicarse por 10, a unos 2,000 millones. Es un desafío nada sencillo pero tampoco lejano ni descabellado.

Sólo consideremos que la industria farmacéutica mundial invierte más de 240,000 millones de dólares al año en investigación y desarrollo (I+D) de nuevas moléculas.

En los últimos años se da una férrea competencia por atraer esos recursos. Países como Brasil, Argentina e incluso naciones de Europa del Este, como Rumania y Hungría, logran captar cada vez más. México debe acelerar su paso para no quedarse atrás. El país cuenta con infraestructura hospitalaria robusta, médicos capacitados y una población con necesidades médicas no satisfechas, pero obstáculos regulatorios y estructurales lo relegan a un papel secundario en la investigación clínica global.

En una reciente charla con Sigfrido Rangel, director médico de GSK en México, destacó el compromiso de la industria farmacéutica por posicionar al país como un centro de investigación clínica. GSK, una de las principales farmacéuticas globales, opera en México 89 centros de investigación con más de 900 pacientes participando en estudios clínicos. Esta cifra refleja la relevancia del país dentro de la región, pero también su rezago. En América Latina, México ocupa un tercer lugar en número de estudios, detrás de Brasil y Argentina, que han simplificado sus procesos regulatorios aprobando protocolos con mayor rapidez. Los países con tiempos regulatorios más cortos son los que se benefician rápidamente.

El panorama global es aún más competitivo. De los 500,000 estudios clínicos registrados en el mundo, la mayoría se concentran en Estados Unidos y Europa, donde países como España lideran en número de pacientes y estudios. En contraste, América Latina representa menos de un tercio de los estudios globales, y México, aunque destacado en la región, no logra despuntar. Según Rangel, GSK invierte cerca de un millón de pesos en investigación clínica en México, pero esta cifra podría triplicarse o cuadruplicarse si de verdad se agilizaran los procesos de aprobación. Esta limitación no solo restringe la inversión, sino que priva a miles de pacientes de acceder a tratamientos innovadores.

La investigación clínica no solo implica desarrollar nuevos medicamentos; también eleva la calidad de la atención médica. Los hospitales que participan en estudios clínicos ofrecen una vigilancia más cercana a los pacientes y superior calidad de atención, lo que mejora los desenlaces en salud. Los pacientes en estos estudios son atendidos por médicos expertos y reciben seguimiento riguroso. Además, detalla Rangel, la inversión de la industria financia personal, materiales y otras investigaciones hospitalarias, generando un impacto positivo más allá de los estudios mismos. En México, donde las enfermedades crónicas como diabetes y cáncer son una carga creciente, este modelo podría transformar el sistema de salud.

Aún está por verse que México supere la complejidad regulatoria y reduzca sus tiempos de aprobación de protocolos, para jalar recursos de las farmacéuticas que operan contra reloj para cumplir con exigencias de agencias internacionales. Incluso Centroamérica -Panamá y Costa Rica- está entrando al juego, conscientes de los beneficios económicos y científicos.

México, con su infraestructura y talento, bien podría impulsar una estrategia nacional que priorice la investigación clínica. Un mayor protagonismo ahí posicionaría al país como actor relevante en el desarrollo científico global, no sólo como ejecutor de estudios diseñados en el extranjero. Atraer más inversión a futuro permitiría a México participar en fases más tempranas de los estudios, donde los investigadores locales podrían influir en el diseño de protocolos según las necesidades de la población. “Entender cómo los mexicanos responden a los medicamentos es clave para tomar mejores decisiones terapéuticas”, concluye el directivo de GSK.

El camino hacia un México líder en investigación clínica requiere colaboración entre el gobierno, la industria y los centros hospitalarios. Simplificar los procesos regulatorios, invertir en capacitación y promover la investigación en fases tempranas son pasos esenciales. En un mundo donde la innovación médica avanza a pasos agigantados, México no puede seguir rezagado en este rubro. La oportunidad está ahí: ser un referente en América Latina y más allá, llevando esperanza a pacientes y fortaleciendo el sistema de salud. El tiempo apremia, y la competencia no espera.

La pulsera inteligente de Huawei que promete medir la presión arterial

Se ve venir una interesante competencia en los wearables que monitorean indicadores de salud. La multinacional china de telecomunicaciones Huawei acaba de lanzar su pulsera que ofrece medir la presión arterial y si se gana la confianza de los cardiólogos, no serán pocos los que la recomendarán como herramienta para controlar la hipertensión. Cada persona que padece hipertensión tiene un patrón propio de ritmo alterado en la presión de la sangre, el cual debe ser identificado para su tratamiento, y para ello es crucial realizar una medición constante fuera de consultorio por al menos 24 horas. El nuevo HUAWEI WATCH D2 se promueve como dispositivo calificado capaz de realizar ese seguimiento, es decir, un dispositivo de Monitoreo Ambulatorio de la Presión Arterial (MAPA). Resulta que dicho reloj inteligente de HUAWEI integra una bolsa de aire mecánica incluida en la correa que es clave para entregar información precisa de grado médico al usuario. En China y Europa sí obtuvo el aval de los reguladores sanitarios. Está por verse que en México obtenga la autorización de Cofepris. Si es eso será un hitazo pues hay muchos mexicanos hipertensos.

Eleconomista

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