Morena defiende a Adán Augusto por exjefe prófugo; acusa complot

El partido Morena y la Presidencia han cerrado filas en defensa del senador Adán Augusto López, calificando como un «golpeteo mediático» y un «ataque sincronizado» las críticas por haber nombrado como jefe de la policía de Tabasco a Hernán Bermúdez, hoy prófugo de la justicia.
Un escándalo político de alto calibre ha estallado en torno al coordinador de Morena en el Senado, Adán Augusto López Hernández. La controversia se centra en su responsabilidad política al haber designado como Secretario de Seguridad de Tabasco, durante su gubernatura, a Hernán Bermúdez Requena, quien actualmente es un fugitivo con una orden de búsqueda internacional y es investigado por presuntamente liderar el grupo criminal «La Barredora».
La reacción de la oposición no se hizo esperar, con legisladores del PAN y PRI exigiendo que se investigue la posible omisión o negligencia de López Hernández en dicho nombramiento. Sin embargo, la respuesta del partido oficialista ha sido contundente y unificada, no para aclarar los hechos, sino para denunciar una conspiración en su contra.
En lugar de ofrecer una explicación detallada sobre los procesos de investigación y confianza que llevaron al nombramiento de Bermúdez, Morena ha optado por un manual clásico de control de daños políticos: descalificar al mensajero.
A través de un comunicado oficial, el grupo parlamentario de Morena en el Senado aseguró que existe un «evidente nado sincronizado» entre la oposición y medios de comunicación para «calumniar y difundir noticias falsas» con el fin de desprestigiar al senador. La presidenta Claudia Sheinbaum respaldó públicamente a López Hernández, afirmando que no existe ninguna investigación en su contra por parte del Gobierno de México ni de la Fiscalía General de la República (FGR).
Esta estrategia busca cambiar el foco del debate. En vez de responder a la pregunta sustancial sobre cómo un presunto líder criminal llegó a la cúpula de la seguridad en un estado, se busca movilizar a su base contra un supuesto enemigo político y mediático. Se evita la rendición de cuentas sobre el hecho en sí y se transforma en una narrativa de victimización política.
«Han calumniado y difundido noticias falsas para intentar desprestigiar su persona desde hace algunos días», afirma el comunicado del grupo parlamentario de Morena, calificando la controversia como una «campaña de desprestigio mediático».
Este escándalo presenta una vulnerabilidad crítica para el discurso de la Cuarta Transformación, ya que evoca, inevitablemente, el caso de Genaro García Luna, el exsecretario de Seguridad de Felipe Calderón sentenciado en Estados Unidos por nexos con el narcotráfico. El caso García Luna ha sido el arma política predilecta del actual gobierno para criticar la corrupción de administraciones pasadas.
La similitud estructural es incómoda: un alto mando de seguridad, responsable de combatir al crimen, que termina siendo acusado de formar parte de él. Conscientes de esta peligrosa comparación, figuras como el presidente del Senado, Gerardo Fernández Noroña, se han apresurado a negar cualquier parecido, afirmando que «no hay similitud alguna».
Sin embargo, la negación no elimina la percepción pública. El caso Bermúdez se convierte así en una prueba de fuego para la narrativa de «cero impunidad» y «no somos iguales» del presidente. La forma en que el gobierno y su partido manejen esta crisis determinará si su discurso anticorrupción es validado o si, por el contrario, se exponen a acusaciones de hipocresía y de proteger a los suyos. No se trata solo de la reputación de un senador, sino de la credibilidad del pilar moral sobre el que se ha construido todo el proyecto político de la 4T.
La Verdad Yucatán