Sánchez constata su debilidad en el cierre del curso político

Una suma inesperada, la de los diputados de PP, Vox, Junts y Podemos, tumbó ayer por la tarde el real decreto de medidas urgentes para el refuerzo del sistema eléctrico que había llevado el Gobierno al Congreso para su convalidación. El proyecto acabó siendo derrotado con 183 votos en contra.
El resto de puntos del orden del día, en total ocho, pasaron la criba con mayor o menor fortuna, de modo que el marcador del Gobierno y la mayoría que le apoya quedó en un 7 a 1 en el último pleno del curso político. No está mal. Pero también es cierto que el decreto de medidas para el sistema eléctrico era el punto del orden del día más relevante. Y cayó.
Los votos en contra de PP, Vox y Podemos, e incluso del BNG, entraba dentro de los cálculos, pero el voto anunciado por Junts resultó más sorprendente porque la formación de Carles Puigdemont, en teoría, había negociado con el equipo de la ministra Aagesen.
Las razones de Junts para defender su posición en contra de este decreto están en otra parte. Lisa y llanamente, quiso lanzar una severa advertencia al Gobierno de Pedro Sánchez y a los escasos avances en sus particulares cuitas, en especial la aplicación de la amnistía. Es posible que el pasado lunes, cuando el Tribunal Constitucional decidió posponer hasta septiembre la toma en consideración del amparo presentado por Puigdemont, el decreto de medidas para el sistema eléctrico se apagara.
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El rechazo de Podemos estaba escrito desde que ha decidido poner tierra de por medio con el PSOE y Sumar.
El del PP también se sitúa en la misma órbita del juego político. Es cierto que nunca ha compartido el diagnóstico sobre las causas del apagón del 28 de abril, pero en esta votación había sobre todo la voluntad de amargarle el fin de curso político al PSOE con la vista puesta en lo que vendrá en septiembre. Las presiones del sector eléctrico para que se aprobara, que las hubo, no sirvieron de nada.
El voto en contra de los ultranacionalistas de Vox se daba por descontando.
El decreto en cuestión es el resultado de las medidas propuestas en el informe de los expertos que analizaron las causas del apagón del 28 de abril. “Cuenta con un enorme consenso social que va desde los grupos ecologistas hasta las empresas”, sostuvo Sara Aagesen, quien pidió que en la votación se defendiera “el interés general y no los intereses particulares”.
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Los votos a favor vinieron de la mano de ERC, PNV, Bildu y Coalición Canaria, y todos fueron el resultado de la incorporación de modificaciones a la carta. Los vascos estaban especialmente interesados en el uso industrial de la energía; los canarios, en la reparación de las maltrechas infraestructuras eléctricas de sus islas; los republicanos, en las medidas para favorecer el autoconsumo y la integración de las redes para la energía doméstica.
En el resto del orden del día prosperaron además las dos reformas del reglamento del Congreso impulsadas por la mayoría de la investidura, que obtuvieron el voto en contra de PP y Vox. Esta reforma proporciona nuevas herramientas a la Cámara Baja para combatir un fenómeno que ha ido a más en los últimos años: la presencia de informadores, activistas de extrema derecha, que han roto todas las normas de comportamiento en el Parlamento.
Procedente del Senado también se votó, por segunda vez, la ley para la creación de la Agencia Estatal de Salud. La primera vez que se intentó, Junts también la tumbó junto con Vox y el PP. Esta vez el malhumor salío por otro lado y se aprobó.
El último punto aprobado fue un decreto sobre acontecimientos culturales extraordinarios, impulsado por el Ministerio de Cultura, que va a dar buenas noticias a Barcelona.
En suma, si el pleno de ayer debía servir para medir el estado de las fuerzas, puede decirse que nadie salió ileso, pero tampoco gravemente herido. Bien es cierto que el Gobierno ya retiró preventivamente de este último pleno del curso la reforma de la jornada laboral –que previsiblemente se habría perdido– y tampoco llevó la reforma de la justicia –que habría caído también–, aunque ayer el ministro Félix Bolaños en los pasillos del Congreso aseguraba que nunca fue su propósito debatirla ahora. Era un pleno ligero y aun así se acabó amargando.
Acabó la jornada cuando la presidenta del Congreso, Francina Armengol, deseó a sus señorías unas felices vacaciones.
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