Mariposas que parecen y zumban como avispas, o mimetismo visual-acústico

La mariposa cola de avispa evolucionó para parecerse a un avispón y ahuyentar a las aves depredadoras. Se asemeja a la avispa no solo en apariencia, sino que también imita a la perfección el zumbido que produce, lo que disuade eficazmente a posibles atacantes, según ha demostrado un estudio de la Dra. Marta Skowron Volponi, de la Facultad de Biología de la Universidad de Białystok.
Como ha demostrado el investigador, las mariposas de la familia de las mariposas de alas claras son expertas en mimetismo. Si bien son completamente indefensas ante los depredadores, se parecen notablemente a peligrosos insectos que pican: avispas, abejas o avispones. Sus alas transparentes, las rayas amarillas y negras en el abdomen y su forma de volar hacen que sea fácil confundirlas con estos peligrosos insectos. Sin embargo, para que su estrategia de defensa sea aún más efectiva, a lo largo de la evolución también han desarrollado imitaciones de los sonidos característicos de sus originales.
«Este mecanismo adaptativo es un ejemplo clásico de mimetismo batesiano, un fenómeno en el que una especie inofensiva se ha vuelto similar, a lo largo de la evolución, a otra especie con mecanismos de defensa efectivos, como la capacidad de picar», explicó a PAP el entomólogo de la Universidad de Białystok.
Explicó que la gran mayoría de las observaciones y estudios sobre mimetismo se centran en las similitudes morfológicas. Mientras tanto, ella y su equipo decidieron investigar si el mimetismo podía extenderse a otros sentidos, como el oído. La idea del estudio surgió en el campo cuando una de estas mariposas voló muy cerca de su oído. «La oí zumbar como una abeja. Fue una revelación para mí», recordó.

Los resultados de la investigación, realizada en colaboración con la Universidad de Turín y la Universidad de Florencia, fueron publicados por el científico en la revista Ecology .
Para confirmar si las mirillas realmente imitan no solo la apariencia, sino también los sonidos de las picaduras de insectos, los autores diseñaron un método innovador para registrar el vuelo de los insectos: el sistema buzzOmeter, descrito recientemente en la revista Methods in Ecology and Evolution (https://doi.org/10.1111/2041-210X.14224). «Queríamos poder registrarlos en su entorno natural, sin inmovilizarlos, ya que entonces el insecto modifica los sonidos que emite», explicó.
Con esta herramienta, los investigadores registraron sonidos emitidos por ocho especies de insectos, concretamente cuatro pares: un imitador (una polilla halcón) y su modelo imitador (una polilla que pica). Grabaciones adicionales, que sirvieron como control, provinieron de una polilla halcón que no exhibe mimetismo visual, pero que también zumba al volar.
El análisis de los parámetros acústicos mostró que en los dos pares estudiados los sonidos eran lo suficientemente similares como para hablar de mimetismo acústico. La Sesia apiformis resultó ser particularmente espectacular: se parece a un avispón y, como hemos demostrado, también zumba de forma casi idéntica a la de un avispón, afirmó el biólogo.
El objetivo principal del estudio era comprobar si el mimetismo identificado funciona en una confrontación con un depredador real y, por lo tanto, si es efectivo. Y aquí es donde surgió el desafío. «La mayoría de los estudios con aves se realizan en cautiverio. Realmente queríamos evitar esto, porque las aves en aviarios cambian su comportamiento y buscábamos una interacción natural», señaló el investigador. Finalmente, la elección recayó en los petirrojos, una especie territorial y omnívora que se acostumbra fácilmente a usar comederos en el campo.
El experimento duró dos temporadas e involucró a 21 individuos silvestres. Los científicos presentaron a cada ave una especie diferente de insecto —una mariposa y su modelo imitador— mientras reproducían el zumbido correspondiente desde un altavoz colocado en un comedero.
"El pájaro tuvo la experiencia completa: vio al insecto y escuchó su sonido", enfatizó el Dr. Skowron Volponi.
Todos los experimentos fueron grabados en vídeo y analizados, durante los cuales los científicos midieron diversos comportamientos de los petirrojos, incluido el tiempo que tardaban en acercarse al comedero y cuántas larvas sabrosas comían del recipiente que contenía el insecto de prueba.
Resultó que los petirrojos eran los que más temían al avispón y al avispero. Sus reacciones fueron casi idénticas en ambas especies. Era evidente que el ave dudaba si acercarse al comedero o no, y comió una cantidad significativamente menor de larvas. Esto significa que, según la evaluación del petirrojo, acercarse al avispero conlleva un riesgo similar al de interactuar con el avispón —concluyó el Dr. Skowron Volponi—.

En el caso de las parejas restantes —por ejemplo, los himenópteros más pequeños y sus imitadores—, los petirrojos reaccionaron con neutralidad. «Esto no nos sorprendió, ya que si el ave no le temía al himenóptero pequeño, no tenía por qué temerle a su imitador. Pero lo más importante es que la reacción al modelo y al imitador en cada pareja fue siempre similar», señaló el biólogo.
Añadió que esto no significa que el mimetismo sea inútil en el caso de estas mariposas. «Quizás no asusten a los petirrojos, pero probablemente fueron presionados selectivamente por otros depredadores que aún no hemos identificado; quizás lagartos, mantis o arañas», explicó.
La autora del estudio admitió que las ranas, aunque algunas especies son relativamente comunes en Polonia, rara vez se observan. «Incluso entomólogos experimentados suelen decir que nunca han visto una rana. La mayoría vive poco tiempo, algunas no comen en la edad adulta y su actividad se limita a una breve temporada de vuelo. Además, suelen confundirse con avispas», explicó. (PAP)
La ciencia en Polonia, Katarzyna Czechowicz
goteo/ barra/
naukawpolsce.pl