Aljubarrota: La batalla que definió Portugal

No cabe duda de que hay una batalla que todos los portugueses conocen, aunque solo sea de oídas: la Batalla de Aljubarrota. Este gran enfrentamiento militar entre portugueses y castellanos, crucial para mantener la independencia de nuestro país y confirmar la existencia y la fuerza de la idea de nacionalidad entre las clases trabajadoras, tuvo lugar hace 640 años, el 14 de agosto. El teatro de operaciones fue el campo conocido como São Jorge, cerca de la pequeña localidad de Aljubarrota (municipio de Alcobaça, distrito de Leiria, antigua provincia de Extremadura), y espadas y lanzas comenzaron a resonar al anochecer de aquel caluroso día de verano de 1385. La escaramuza, aunque feroz, duró poco y, contra todo pronóstico (si es que lo hubo), los portugueses, a pesar de su gran inferioridad numérica, triunfaron sin duda alguna, hasta el punto de que durante décadas los castellanos no se recuperaron de la dura derrota sufrida. Cabe recordar que en aquella época aún no existía un estado llamado España, y el territorio del país que hoy es nuestro vecino estaba dividido entre los reinos de Castilla, Aragón, Navarra y Granada (esta última, musulmana). Castilla, la más extensa de todas y fronteriza con Portugal, era la que representaba la amenaza para la independencia de nuestro país.
La Batalla de Aljubarrota tuvo un gran impacto en nuestra historia, ya que impidió que Portugal fuera absorbido por la Corona castellana y, posteriormente, integrado en una España unificada. Cabe destacar que no se trató de una batalla cualquiera: si el resultado hubiera sido el contrario, todo lo ocurrido en la Península Ibérica a partir del siglo XIV habría sido diferente, y quizás incluso la expansión ultramarina (también conocida como «los Descubrimientos») no se habría desarrollado como lo hizo. Basta recordar que Portugal se hizo a la mar porque estaba de espaldas a Castilla y el océano Atlántico era la única ruta abierta. Y nuestros vecinos solo emprendieron este mismo camino cuando Colón, al ver rechazada su propuesta de navegar hacia el oeste, rumbo a la India, llamó a la puerta de al lado ofreciendo sus servicios.

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