El abuso sexual contra personas con discapacidad intelectual puede ocurrir sin pistas visibles

En 2023, Brasil registró un total de 4.465 denuncias de abuso sexual contra personas con algún tipo de discapacidad, según la más reciente edición del Atlas de la Violencia .
Entre ellos, 2378 casos involucraban víctimas con trastornos mentales; otros 905 presentaban discapacidad intelectual, de las cuales 737 eran mujeres. Ambos grupos, en conjunto, representan el 74 % de todos los casos de abuso sexual contra personas con algún tipo de discapacidad .
Identificar casos de abuso sexual contra niños y adolescentes neurodivergentes es más difícil, en parte debido a fallas en las políticas públicas.

“La mayoría de los protocolos y flujos de servicios fueron construidos con base en parámetros orientados a niños neurotípicos, lo que hace que los instrumentos sean menos efectivos para los niños neurodivergentes”, afirma la psicóloga educativa Camila Cotegipe.
En resumen, un niño neurotípico tiene un patrón neurológico similar al de la mayoría de las personas, mientras que un niño neurodivergente tiene algún tipo de variación.
La fiscal del MP-DFT (Ministerio Público del Distrito Federal y Territorios), Camila Britto, explica que, si bien ha habido muchos avances, “no todos los consejos tutelares y comisarías cuentan con personal capacitado para abordar adecuadamente a los niños neurodivergentes.
“Pocas unidades ofrecen salas sensoriales o espacios con baja estimulación”, dice Britto, quien forma parte del Centro de Combate a la Violencia y Explotación Sexual contra Niños, Niñas y Adolescentes (Nevesca).
Cotegipe cree que la comunicación interdisciplinaria es necesaria entre las áreas que apoyan a niños neurodivergentes. "Saber cómo establecer contactos, trabajar con otros profesionales de la salud y comprender los protocolos de protección y denuncia es lo que garantiza una respuesta eficaz".
Además de los obstáculos para la atención, existe el hecho de que muchos signos de abuso sexual (agresión, mutismo y regresión) son características inherentes a las neurodivergencias, señala la neuropsicóloga Silvia Oliveira. Cuando las víctimas de violencia sexual experimentan estos rasgos, estos se acentúan.
El niño repetirá los patrones que ya presentó, pero con mayor intensidad. Pero, aunque su comportamiento normal sea diferente al de los niños típicos, presentará señales. Cuando la boca no habla, el cuerpo habla, afirma.
Según ella, los efectos del abuso sexual en la vida de un niño neurodivergente son aún más devastadores. "Comienzan a sufrir fobias, pesadillas y dificultades en sus relaciones que pueden persistir hasta la edad adulta".
Un ejemplo es la historia de Marisa (nombre ficticio), quien no pronunció su primera palabra hasta casi los tres años. En la escuela, presentaba dificultades de aprendizaje y signos de discapacidad intelectual leve. Lo que la gente desconocía era que, en casa, sufría continuos abusos por parte de su padre.
Con cada año que pasaba, su funcionalidad se deterioraba. A los 13 años, fue víctima de una violación que casi le cuesta la vida. Tras el trauma, Marisa se retrajo y su familia notó que ya no reaccionaba ante las situaciones cotidianas.
Tras una investigación médica, se descubrió que la violación, combinada con el abuso prolongado, provocó que el desarrollo intelectual de Marisa se estancara.
Al igual que Marisa, su prima Helena (nombre ficticio) aún hoy, a sus 22 años, carga con las secuelas del abuso.
Le diagnosticaron autismo tardíamente, en el nivel de apoyo 1, a los 21 años. El trastorno se clasifica en tres niveles de gravedad: 1 (requiere apoyo), 2 (requiere apoyo sustancial) y 3 (requiere apoyo muy sustancial).
Un día, mi tío llegó a casa y no paraba de halagarme. Cuando estábamos solos abajo, me sentí incómoda y fui a la sala a sentarme. Él me siguió, se sentó a mi lado y empezó a besarme el cuello, la mandíbula, acercándose a mi boca y acercándose.
"Logré levantarme e ir a la cocina, él me siguió. Fue entonces cuando tuve fuerzas para salir corriendo. Subí las escaleras y me escondí detrás de un armario", recuerda.
Durante nueve años, Helena borró su memoria. «Pensé que no debía seguir sintiendo lo que sentía porque no era una violación, así lo imaginaba en aquel momento».
Cuando a Helena le diagnosticaron autismo , los recuerdos del trauma volvieron a inundarme. "Noté por primera vez mi falta de consciencia de lo que estaba sucediendo, y era muy fuerte, muy agresivo dentro de mi cabeza; sentí como un torrente de sentimientos que me llegaban todos a la vez".
Para el fiscal Britto, el sistema judicial debe adoptar medidas para proteger a los niños neurodivergentes víctimas de violencia sexual. «La clave reside en una escucha atenta y calificada, procedimientos verdaderamente accesibles, la coordinación con la red de protección y la formación continua de los profesionales».
Este informe es el resultado del curso sobre cobertura periodística de la violencia sexual infantil promovido por Folha y el Instituto Liberta en junio de 2025.
uol