Faro, la capital del Algarve

¡Qué bella es la democracia !
Tan recientemente los electores fueron llamados a las urnas para elegir una nueva Asamblea de la República, y tan pronto volverán a expresar su voluntad en la elección de la fuerza partidista que determinará sus vidas, para bien o para mal, en su gobierno local .
En estas elecciones, la conexión directa con los candidatos —personas de carne y hueso como los votantes— y su conocimiento de la comunidad prevalecen sobre los elogios que las fuerzas políticas suelen otorgarles. Sin embargo, para todos, sus historias de vida y logros cívicos previos determinan la decisión que toman los votantes según su evaluación. De ahí la marcada naturaleza circunstancial de las elecciones locales, que siempre se refleja en los votos de los votantes.
Los Partidos lo saben bien y mientras que en las elecciones para la Asamblea de la República se permiten poner a la cabeza de la lista a personalidades que muchas veces no tienen ninguna conexión conocida con la circunscripción por la que se postulan, sintiendo incluso en algunos casos la necesidad de invocar una experiencia o un antepasado remoto, en las elecciones locales hay una preocupación por presentar personalidades bien arraigadas en la comunidad, si es que la tienen, con notoria actividad cívica, respeto reconocido por los ciudadanos y rigor bien identificado en su práctica pasada de vida cívica.
Obviamente, en las propuestas electorales surgen diferentes visiones, pero todas buscando subjetivamente, desde su punto de vista, la solución a los deseos de la Comunidad a la que se proponen servir, con el único inconveniente de que a los candidatos menos conectados les resulta más difícil identificar esos deseos, de ahí la dificultad de su reconocimiento electoral.
Corresponde al elector elegir, votar es elegir, los proyectos y caminos que le parecen más adecuados, confiar en la personalidad que le dé mayores garantías no sólo de respetar el compromiso electoral adquirido, sino también la capacidad de llevar adelante lo que se propone.
Corresponde al elector vislumbrar, a través de la opacidad de la niebla de la disputa electoral, el rigor cívico reflejado en la trayectoria pasada de la persona por la que vota, así como la integración de cada persona a la sociedad a la que pretende servir, así como el valor del “trabajo realizado”, como se dice.
Todo esto se desenvolverá durante la disputa electoral en Faro, donde muchas voces preocupadas expresan dudas sobre la continuidad de la capital. El miedo es comprensible; el mundo da vueltas y muchas aspiraciones antiguas no se han cumplido. Pero de ahí a cuestionar la importancia histórica y la relevancia de Faro hoy en día hay un gran paso.
Si Faro no fuese la capital que es, no tendría figuras tan destacadas compitiendo por su liderazgo municipal, entre ellas el Presidente de la Asociación de Municipios del Algarve, dos de los diputados más importantes de la Asamblea de la República –desde la primera fila de sus respectivos Grupos Parlamentarios–, uno incluso líder de su Grupo, otro al que muchos identifican como la voz del ciudadano algarvio, cargo del que seguramente abdicará lamentablemente como diputado, a pesar de haber sido recientemente elegido.
Si Faro no fuera la capital que es, el segundo Grupo Parlamentario de la Asamblea de la República no estaría dispuesto a prescindir de su líder parlamentario para ocupar la presidencia de la Cámara a la que, según anunció, se presenta, en la lejana ciudad que es Faro, pero que es la capital del Algarve.
Si Faro no fuera la capital que es, uno de los candidatos, Cristóvão Norte, no habría anunciado ya que, una vez elegido, creará un nuevo órgano municipal, el Consejo de Presidentes, que integrará a los presidentes de los poderes Deliberativo y Ejecutivo. Esta fusión anunciada —el órgano de supervisión dentro del mismo órgano que el supervisado— parece extraña y ajena a la práctica democrática lograda en abril, pero será una propuesta que él considera necesaria para el desarrollo de la ciudad. Quedará en manos de los votantes ratificarla o no.
Sólo el presidente de la Asociación de Municipios del Algarve (AMAL), António Pina, que encabeza la propuesta del PS, muestra una candidatura libre de tan graves perturbaciones personales y políticas, ya que el límite de mandato le impide concurrir a la autoridad local en la que ejerció tres mandatos consecutivos y, por tanto, no interrumpe ningún contrato electoral previamente asumido, mostrando aún una larga y conocida trayectoria de gobierno local.
Pero una cosa es cierta: si Faro no fuese la ciudad importante que es, la capital del Algarve, no habría un diputado dispuesto a dejar de ser la voz de los electores del Algarve en la Casa de la Democracia, un líder parlamentario sin experiencia en Faro identificando la importancia de Faro y por tanto dispuesto a asumir la presidencia de su Cámara, y el presidente de AMAL aspirando a continuar su servicio municipal en la Cámara de la capital, así como otras candidaturas que no dejarán de presentarse.
Como mínimo, la necesidad identificada por una fuerza política, el PSD, de reunir a los Presidentes de los Poderes Ejecutivo y Deliberativo de los entes locales en un único Órgano – deliberativo, ejecutivo, quizá consultivo, al más alto nivel del Municipio –, a pesar de alguna aparente distorsión democrática, muestra claramente cómo Faro, la capital del Algarve, mantiene toda su amplia relevancia.
¡Viva la capital del Algarve! ¡Viva Faro!
27 de junio de 2025*Ciudadano farense
Jornal do Algarve