La vergüenza absoluta

No creo haber escrito jamás un artículo en un estado de mayor indignación. Lo que ocurre en Gaza y en el territorio de la Autoridad Palestina interpela no sólo a la política, a la geopolítica, al equilibrio de poder entre los Estados, al mundo de “Occidente” y de Este, a todos los conflictos en curso, al “Sur global”, al papel de las Naciones Unidas, incluso al derecho internacional, interpela a lo que se quiera, pero todo está por debajo de un desafío moral, de una obligación de alzar la voz, de un deber de protestar y de actuar ante una masacre cruel, ante nuestros ojos, de un pueblo, los palestinos. Sólo conozco una comparación para esta indiferencia, vergonzosa y, al mismo tiempo, la más exacta y, en cierto sentido, la más diabólica: el encogimiento de hombros de todos los que sabían que el Holocausto estaba en marcha –y había muchos altos funcionarios entre los enemigos de los alemanes que lo sabían– y no hicieron nada.
La contribución de PÚBLICO a la vida democrática y cívica del país radica en la fortaleza de la relación que establece con sus lectores. Para continuar leyendo este artículo suscríbete a PÚBLICO. Llámanos al 808 200 095 o envíanos un correo electrónico a [email protected] .
publico