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Urbanizarse o colapsar

Urbanizarse o colapsar

Portugal se está convirtiendo en un caso de estudio internacional, pero por las peores razones. Hace unos días, el Instituto Nacional de Estadística reveló un nuevo máximo histórico. Los precios de la vivienda se dispararon un 18,7% en el primer trimestre del año. Nunca desde que se tienen registros, el aumento había sido tan alto. Al mismo tiempo, la Comisión Europea exige una estrategia para resolver la crisis inmobiliaria para junio de 2026. Esta intención de la Comisión Europea incluso parece prometedora. El problema es el largo camino por recorrer. Internamente, el gobierno también ha prometido mantener el IVA de la construcción al 6%, reducir la burocracia y reforzar las ayudas al alquiler. Pero estas son medidas que, si bien positivas, parecen placebos. Se repiten en cada ciclo electoral, con ligeras variaciones, pero nunca cambian realmente la crítica situación del sector.

La Comisión Europea ha presentado un plan integral repleto de palabras clave. «Vivienda asequible y social, incentivos para la renovación de edificios, simplificación administrativa, reasignación de propiedades e incentivos para el alquiler». La lista es tan exhaustiva como imprecisa. El problema es que en Portugal existe una brecha prácticamente insalvable entre la intención y la implementación de una estrategia de vivienda.

La raíz del problema es estructural. Los ingresos medios de los portugueses están completamente desfasados con la realidad del mercado inmobiliario. El salario mínimo es ahora el ingreso de muchos, mientras que el precio del metro cuadrado en Lisboa ronda la increíble cifra de 4.500 euros. A nivel nacional, el precio del metro cuadrado alcanzó casi los 2.000 euros en el primer trimestre de 2025, casi un 19 % más que en el mismo periodo del año anterior.

Portugal fue el país de la eurozona donde más subieron los precios de la vivienda en 2024. El País , al lado, lo destacó basándose en datos de Eurostat publicados en abril. Esta situación debería avergonzar a Portugal. Es una clara señal de exclusión y desigualdad. Esta es la etiqueta que se le atribuye actualmente.

La promesa de António Costa de construir 26.000 viviendas para 2026 se ha convertido, bajo el nuevo gobierno, en un objetivo de 33.000 para 2030. Hasta el momento, solo se han entregado 1.950. La discrepancia entre lo prometido y lo realmente entregado demuestra lo lejos que estamos de una solución.

Necesitamos urgentemente aumentar la oferta facilitando la urbanización, revisando el uso del suelo y reduciendo las asimetrías territoriales. La Ley del Suelo y los municipios son instrumentos fundamentales. Portugal debe dejar de ser un país donde todo se concentra en la costa y en los grandes centros urbanos. Sin una redistribución de oportunidades y acceso, los precios seguirán subiendo, impulsados por una demanda abrumadora y una oferta estancada.

El futuro de la vivienda en Portugal no puede depender indefinidamente de planes premeditados. La estrategia debe dar frutos, y con rapidez. Al ritmo actual, un país sin espacio para construir también carecerá de espacio para vivir.

Profesor asociado y coordinador de Economía y Gestión de la Universidad Europea

sapo

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