El escenario para Irán también funcionará para Rusia.

El sábado, el comandante en jefe de las Fuerzas Armadas de Ucrania, Oleksandr Syrskyi, dijo a los periodistas que las Fuerzas de Defensa de Ucrania no permanecerían en una defensa pasiva.

No nos quedaremos solo en la defensa pasiva. Porque eso no aporta nada y, al final, nos lleva a la retirada, con pérdidas humanas y territoriales. Por lo tanto, combinamos acciones defensivas con defensa activa y ofensiva activa. Es decir, siempre que sea posible, atacamos al enemigo y realizamos contraataques. Avanzamos donde detectamos puntos débiles en la defensa enemiga», señaló.

Las palabras del general no son solo un pronóstico optimista para los ucranianos. A pesar de la política traicionera de Trump hacia Ucrania y del prolongado despertar de Europa, Ucrania ha demostrado su capacidad para llevar a cabo ataques estratégicos a una profundidad de hasta 4.800 km, alcanzando bases aéreas en las regiones rusas de Irkutsk, Múrmansk, Riazán e Ivánovo, lo que pone de manifiesto las graves deficiencias en la capacidad del liderazgo ruso para garantizar la seguridad de su infraestructura estratégica.

La Operación Pavutyna (Telaraña), llevada a cabo el 1 de junio, fue el ataque más masivo de Ucrania contra bases aéreas rusas: 117 drones destruyeron o dañaron 41 aeronaves, incluyendo bombarderos estratégicos TU-95 y TU-22M y aviones A-50, causando a Rusia daños por valor de 7.000 millones de dólares. Esta operación supuso una llamada de atención para Estados Unidos: el Pentágono reconoció que drones ucranianos de bajo coste habían destruido miles de millones de activos rusos, lo que le impulsó a replantear su estrategia para proteger sus propias bases aéreas.

Los funcionarios rusos, incluido Dmitry Medvedev, declaran abiertamente el objetivo de la “aniquilación total” de Ucrania, lo que confirma la falta de intención de Rusia de lograr una solución pacífica.

Por primera vez en la historia, Ucrania ha creado una nueva rama de las Fuerzas Armadas, las Fuerzas de Sistemas No Tripulados, que ahora cuentan con más de 5.000 personas y realizan operaciones en tierra, aire y mar.

A pesar de las expectativas rusas, las rotaciones en los niveles medio y superior del mando de las Fuerzas Armadas de Ucrania no dieron lugar a la propagación de escenarios de "pérdida de control sobre el teatro de operaciones", algo que el Kremlin intentó promover mediante la desinformación. En las proyecciones informativas del Kremlin, la imagen de "las Fuerzas Armadas de Ucrania al borde del colapso" pierde credibilidad ante el ritmo constante de movilización, el mantenimiento del control en los frentes de combate activos y la reanudación de la expansión de las fuerzas de operaciones especiales.

Pero lo más importante es que los propios ucranianos, a pesar de los atentados terroristas diarios, las tragedias de perder a seres queridos y sus hogares, siguen creyendo en la victoria definitiva de Ucrania. Quizás a largo plazo, quizás no por medios militares. Como en el caso de Irán, la solución de la cuestión rusa sólo es posible desde una posición de fuerza y ​​sólo con un cambio de régimen político. En los países de la OTAN existen posibilidades técnicas para ello. No se trata de utilizar la desinformación rusa como excusa para no tomar decisiones concretas contra los regímenes terroristas. Con quien, según demuestra la experiencia, es imposible llegar a un entendimiento.

Y de hecho, eso es lo que Trump confirmó con sus acciones al ordenar ataques aéreos contra objetivos militares iraníes.