Informe especial: Los secretos de los grandes coleccionistas

¿Cuándo fue la última vez que estuviste en un museo? Algunos pueden responder a esta pregunta simplemente: "Esta mañana, nada más despertar". Estos son los coleccionistas que, sin exageraciones ni caricaturas, pueden afirmar que tienen auténticos museos en su vida privada. Tienen colecciones que coexisten con las frases conceptuales del artista estadounidense Lawrence Weiner inscritas en sus propias paredes, o tienen pinturas de Julião Sarmento sobre la chimenea, pinturas de Paula Rego en los pasillos, obras de Joseph Kosuth junto al estéreo, lienzos cromáticos o ensamblajes de Fernão Cruz en el ático, ediciones de Louise Bourgeois en la cocina u óleos de Barceló en la cabecera de la mesa del comedor. De hecho, el arte es (casi) "otro niño". Hablan de "sed", "pasión", "amor a primera vista", "adicción", y siguen adquiriendo más y más obras de arte. Tienen listas de deseos que cumplir, a pesar de las miles de obras que ya guardan en almacenes climatizados. Sus obras suelen prestarse a exposiciones y museos, lo que también "valida" estas colecciones. Pero compartir una colección privada con el público es un gesto generoso, recordémoslo. Las colecciones que estas personas han construido durante décadas son sus "museos imaginarios", por usar el título del clásico de André Malraux de 1974: lugares que revelan el pensamiento de quienes coleccionaron esas obras, la trayectoria vital que los llevó allí, el gusto de quienes las compraron. Y el "gusto" es la clave para acceder a estas seis historias tan diferentes del coleccionismo en Portugal. Aunque el gusto no signifique lo mismo para todos. Como podría haber escrito Gertrude Stein, cada gusto es un gusto.

La pareja fundadora de la Colección Maria y Armando Cabral – Rialto6 usa la ironía al señalar una fotografía de la reconocida Cindy Sherman que instalaron junto a la puerta del ascensor de la casa que les sirve de sede y galería. El primer plano de su rostro, algo grotesco, dista mucho de las puestas en escena cinematográficas por las que la artista vende por millones: «La gente nos dice: '¡Qué horror! ¿Cómo se puede vivir con esto?'». Apliquemos la realidad: en el edificio lisboeta donde vivió el escritor António Lobo Antunes (y donde enmarcaron dos fragmentos de pared con sus notas literarias) hay eclecticismo y riesgo en las omnipresentes piezas, que incluyen tanto una fotografía de gran formato del artista alemán Wolfgang Tillmans como los escritos en la pared de Lawrence Weiner.